Roturas y extracciones
¿Qué debe hacer si tiene un implante mamario? ¿Adónde acudir? ¿Quién corre con los gastos?
Las portadoras de prótesis deben tener una tarjeta que informa de qué tipo de implantes llevan. Si no, deben pedir esos datos al médico.
- ¿Y si son prótesis PIP?
España no recomienda la extracción de las PIP si no existe rotura. Las mujeres, sin embargo, deben hacerse pruebas para verificar que sus prótesis están en buen estado. La decisión, sin embargo, no convence a todos los expertos. José María Martín Moreno, catedrático de la Universidad de Valencia y miembro de la OMS, por ejemplo, cree que deben quitárselas “forma preventiva y programada --sin esperar a que se rompan o den síntomas--, y sustituirlas por otros implantes de calidad".
- ¿Quién sufraga los gastos?
La mayoría de las mujeres se han implantado en clínicas privadas. Sanidad sostiene que deben ser estas quienes cubran los gastos de la operación. La sanidad pública sí financiará la intervención de aquellas mujeres operadas por razones sanitarias y creará una unidad de referencia y consulta.
- ¿Cuánto duran las prótesis?
Actualmente existen implantes que no tienen fecha de caducidad. Ángel Martín, director médico de la clínica Menorca de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reparadora (Secpre) explica que la calidad de las prótesis ha mejorado. "El porcentaje de rotura se ha reducido mucho, y si se rompen el gel no sale de las prótesis”, explica.
- ¿Deben cambiarse? No hay una opinión común de los expertos. Jaume Masià, presidente de la Secpre sostiene que es bueno hacerlo cada 10 o 15 años. Otros, como Martín, creen que si no hay problemas de roturas o encapsulamiento no es necesario: "Sí deben hacerse revisiones ginecológicas para comprobar su estado”.
- ¿Y si son prótesis PIP?
España no recomienda la extracción de las PIP si no existe rotura. Las mujeres, sin embargo, deben hacerse pruebas para verificar que sus prótesis están en buen estado. La decisión, sin embargo, no convence a todos los expertos. José María Martín Moreno, catedrático de la Universidad de Valencia y miembro de la OMS, por ejemplo, cree que deben quitárselas “forma preventiva y programada --sin esperar a que se rompan o den síntomas--, y sustituirlas por otros implantes de calidad".
- ¿Quién sufraga los gastos?
La mayoría de las mujeres se han implantado en clínicas privadas. Sanidad sostiene que deben ser estas quienes cubran los gastos de la operación. La sanidad pública sí financiará la intervención de aquellas mujeres operadas por razones sanitarias y creará una unidad de referencia y consulta.
- ¿Cuánto duran las prótesis?
Actualmente existen implantes que no tienen fecha de caducidad. Ángel Martín, director médico de la clínica Menorca de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reparadora (Secpre) explica que la calidad de las prótesis ha mejorado. "El porcentaje de rotura se ha reducido mucho, y si se rompen el gel no sale de las prótesis”, explica.
- ¿Deben cambiarse? No hay una opinión común de los expertos. Jaume Masià, presidente de la Secpre sostiene que es bueno hacerlo cada 10 o 15 años. Otros, como Martín, creen que si no hay problemas de roturas o encapsulamiento no es necesario: "Sí deben hacerse revisiones ginecológicas para comprobar su estado”.
Miles de afectadas por las prótesis defectuosas irán a tribunales
Entre 8.000 y 12.000 mujeres llevan en España los implantes defectuosos
La asociación que agrupa a las afectadas prepara una demanda
Arancha Regatero se sometió a una reconstrucción mamaria por razones de estética en enero de 2010. Esta valenciana que entonces tenía 24 años había adelgazado mucho y el pecho se le había quedado algo deformado. Primero acudió a la sanidad pública, la respuesta no fue satisfactoria y decidió ir a una clínica privada. Allí, por 6.500 euros le implantaron unas prótesis de silicona y le arreglaron y alzaron los senos. Tres meses más tarde las autoridades sanitarias lanzaron una alerta que suspendía la venta de prótesis de la marca PIP por riesgos de rotura. Para Regatero la alerta llegó tarde. Las prótesis que le implantaron son PIP. “Me las vendieron como una de las mejores marcas del mercado, pero solo me han dado sufrimiento y problemas”, se lamenta.
Como ella, entre 8.000 y 12.000 mujeres en España llevan prótesis fabricadas por la empresa francesa Poly Implant Prothèse. Algunas han tenido problemas de infecciones y roturas y se las han tenido que extraer. A Regatero le han provocado enormes dolores y quistes. Y los problemas empezaron justo después de la intervención. “Como me había hecho una reconstrucción y no solo un aumento de pecho el cirujano me dijo que el dolor era normal”, resume. Pero al cabo de un año estaba peor. El pecho se le había hundido y la quemazón era cada vez más fuerte. Fue a la clínica, allí le aconsejaron volver al quirófano para otra reconstrucción. “Eso no lo arregló”, lamenta. Apenas podía levantar los brazos, lo que unido a los dolores constantes la obligaron a abandonar las pruebas para Policía Nacional que se estaba preparando. Poco después de su segunda intervención, Regatero se enteró por la televisión de la alerta sobre las PIP. “El médico sabía que yo llevaba esos implantes pero no me avisó ni me las cambió cuando volvió a operarme”, critica. “Luego me dijeron que mis secuelas no se deben al fraude del fabricante”, dice estupefacta.
Regatero no sabe qué hacer. La clínica donde se operó argumenta que si quiere extraerse las prótesis debe volver a pagar la intervención. “Nadie nos da una respuesta, las autoridades nos han abandonado. Estamos desprotegidas. Tengo 27 años, soy joven y cuando salgo de la ducha y me toco y me veo el pecho deformado se me cae el alma”, dice.
Por el momento, España no aconseja la extracción de las prótesis si no están rotas. Otros países de la UE, como Francia o Alemania si han hecho un llamamiento para que todas las portadoras vuelvan al quirófano para quitarse las PIP de manera preventiva. Una recomendación que llega 18 meses después de la alerta sanitaria que retiró estos implantes del mercado, y que se ha llevado a cabo ahora, según las autoridades francesas, por la detección cada vez más habitual de problemas. Es más fácil extraer una prótesis entera que una rota, argumentan, y la tasa de rotura de las PIP es tres veces mayor al habitual. Francia, Holanda, Venezuela o Brasil —Poly Implant Prothèse tenía un gran mercado en América Latina— pagarán las intervenciones de las afectadas. También el recambio de las prótesis si las mujeres se operaron por razones sanitarias. En España, sin embargo, la sanidad pública solo costeará las operaciones y la sustitución de los implantes a las afectadas por roturas que se hicieran una reconstrucción mamaria por problemas médicos (indicada para patologías como el cáncer) en los hospitales públicos —solo en Valencia y Cataluña son más de 1.000—. Las clínicas privadas, aclara un portavoz del Ministerio que encabeza Ana Mato, deberán asumir los costes de las extirpaciones y la sustitución de las prótesis de aquellas mujeres que operaron por cuestiones de estética y que ahora tienen problemas.
Eva Giménez, tras años de dolores —que comenzaron 15 días después de su intervención, en 2007—, tuvo que extraérselas de urgencia. Lo hizo en 2010 en la misma clínica que se las implantó. “El médico me dijo que llevaban rotas ocho meses”, dice. Ella volvió a pagar por la operación y por el recambio. Pero su cuerpo no toleró los nuevos implantes y tuvo que volver a quitárselos. “Las secuelas de la rotura aún me duraban y tenía muchos dolores y una infección”, relata. Hace tres meses esta mujer de 37 años ha podido volver a reconstruirse el pecho. No olvida lo sufrido.
Giménez, como Regatero o Emy Mignone —implantada en 2006 y que tuvo que retirarse los implantes reventados en 2011—, ha formado asociación de afectadas por las prótesis PIP. El foro donde se organizan reune ya a más de 1.300 mujeres y la asociación prepara una demanda para exigir responsabilidades a las clínicas y a las autoridades sanitarias, que no frenaron a tiempo la venta de los implantes adulterados.
“Estamos pagando con nuestra salud los fallos del sistema, alguien debe responder por ello”, dice Giménez.
Hace ya unos meses que María P. R. se vino abajo. Portadora de las prótesis PIP desde 2004 detectó la rotura el octubre pasado. “Antes me había localizado unos cuantos bultitos, pero sin dolor. Fui al médico de la sanidad púbica a hacerme unas pruebas y me dijeron que tenía una prótesis rota y la otra probablemente también. Desde entonces, además, los dolores no cesan”, explica. Dolores físicos y una desazón enorme que no la deja dormir. “Sé que tengo dentro un elemento extraño y que puede ser tóxico. Estoy muerta de miedo y nadie me da respuestas”, dice. Ahora, María estudia la extracción de las prótesis con su cirujano.
Como ella, entre 8.000 y 12.000 mujeres en España llevan prótesis fabricadas por la empresa francesa Poly Implant Prothèse. Algunas han tenido problemas de infecciones y roturas y se las han tenido que extraer. A Regatero le han provocado enormes dolores y quistes. Y los problemas empezaron justo después de la intervención. “Como me había hecho una reconstrucción y no solo un aumento de pecho el cirujano me dijo que el dolor era normal”, resume. Pero al cabo de un año estaba peor. El pecho se le había hundido y la quemazón era cada vez más fuerte. Fue a la clínica, allí le aconsejaron volver al quirófano para otra reconstrucción. “Eso no lo arregló”, lamenta. Apenas podía levantar los brazos, lo que unido a los dolores constantes la obligaron a abandonar las pruebas para Policía Nacional que se estaba preparando. Poco después de su segunda intervención, Regatero se enteró por la televisión de la alerta sobre las PIP. “El médico sabía que yo llevaba esos implantes pero no me avisó ni me las cambió cuando volvió a operarme”, critica. “Luego me dijeron que mis secuelas no se deben al fraude del fabricante”, dice estupefacta.
Las clínicas privadas deberán asumir los costes de las extirpaciones y la sustitución de las prótesis
Por el momento, España no aconseja la extracción de las prótesis si no están rotas. Otros países de la UE, como Francia o Alemania si han hecho un llamamiento para que todas las portadoras vuelvan al quirófano para quitarse las PIP de manera preventiva. Una recomendación que llega 18 meses después de la alerta sanitaria que retiró estos implantes del mercado, y que se ha llevado a cabo ahora, según las autoridades francesas, por la detección cada vez más habitual de problemas. Es más fácil extraer una prótesis entera que una rota, argumentan, y la tasa de rotura de las PIP es tres veces mayor al habitual. Francia, Holanda, Venezuela o Brasil —Poly Implant Prothèse tenía un gran mercado en América Latina— pagarán las intervenciones de las afectadas. También el recambio de las prótesis si las mujeres se operaron por razones sanitarias. En España, sin embargo, la sanidad pública solo costeará las operaciones y la sustitución de los implantes a las afectadas por roturas que se hicieran una reconstrucción mamaria por problemas médicos (indicada para patologías como el cáncer) en los hospitales públicos —solo en Valencia y Cataluña son más de 1.000—. Las clínicas privadas, aclara un portavoz del Ministerio que encabeza Ana Mato, deberán asumir los costes de las extirpaciones y la sustitución de las prótesis de aquellas mujeres que operaron por cuestiones de estética y que ahora tienen problemas.
Eva Giménez, tras años de dolores —que comenzaron 15 días después de su intervención, en 2007—, tuvo que extraérselas de urgencia. Lo hizo en 2010 en la misma clínica que se las implantó. “El médico me dijo que llevaban rotas ocho meses”, dice. Ella volvió a pagar por la operación y por el recambio. Pero su cuerpo no toleró los nuevos implantes y tuvo que volver a quitárselos. “Las secuelas de la rotura aún me duraban y tenía muchos dolores y una infección”, relata. Hace tres meses esta mujer de 37 años ha podido volver a reconstruirse el pecho. No olvida lo sufrido.
Giménez, como Regatero o Emy Mignone —implantada en 2006 y que tuvo que retirarse los implantes reventados en 2011—, ha formado asociación de afectadas por las prótesis PIP. El foro donde se organizan reune ya a más de 1.300 mujeres y la asociación prepara una demanda para exigir responsabilidades a las clínicas y a las autoridades sanitarias, que no frenaron a tiempo la venta de los implantes adulterados.
“Estamos pagando con nuestra salud los fallos del sistema, alguien debe responder por ello”, dice Giménez.
Hace ya unos meses que María P. R. se vino abajo. Portadora de las prótesis PIP desde 2004 detectó la rotura el octubre pasado. “Antes me había localizado unos cuantos bultitos, pero sin dolor. Fui al médico de la sanidad púbica a hacerme unas pruebas y me dijeron que tenía una prótesis rota y la otra probablemente también. Desde entonces, además, los dolores no cesan”, explica. Dolores físicos y una desazón enorme que no la deja dormir. “Sé que tengo dentro un elemento extraño y que puede ser tóxico. Estoy muerta de miedo y nadie me da respuestas”, dice. Ahora, María estudia la extracción de las prótesis con su cirujano.
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