martes, 2 de julio de 2013

La siesta es una tradición y una necesidad biológica

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La siesta es una tradición y una necesidad biológica

Dormir unos 20 minutos tras la comida responde a un ritmo circadiano fisiológico y permite rendir mejor el resto de la tarde y relajarse.
Isabel Gallardo Ponce. Madrid | igallardo@diariomedico.com   |  02/07/2013 00:00 


Cuenta Max A. Höfer en su polémico artículo Viva la siesta: Debería la Europa del Sur ser más alemana, publicado en la revista alemana Der Spiegel, que en España la siesta no se practica desde el otoño de 2012 por prescripción gubernamental y derivada del Banco Central Europeo y del Fondo Mundial Internacional. La idea de fondo, dice, es que en un momento de crisis nacional España no puede permitirse el descanso diurno ni siquiera bajo el sol abrasador. No sólo eso, sino que Höfer establece que ya en 2005 se eliminó la siesta para mejorar la productividad, y lamenta la pérdida de tradición tan arraigada.

Sin embargo, la siesta es más que un periodo de sueño cultural. "Lo más importante es que responde a una necesidad biológica. Es tan objetivable que de hecho en las 7 u 8 horas siguientes al despertar se produce una reducción en la temperatura corporal. Así, se trata de un momento perfecto para el descanso, ya que se produce una ralentización biológica que coincide con la somnolencia pospandrial", advierte Francisco Segarra, de la Clínica Estivill, de Barcelona.

En ello coincide Carles Gaig Ventura, secretario del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología, para quien el hecho de haber instaurado horarios continuados de trabajo dificultan la siesta.

Ambos coinciden en que el descanso diurno no debe superar los 20 minutos. "Puede ayudar a remontar y funcionar mejor el resto de la tarde. Dormir una o dos horas no sería recomendable y podría reflejar algún problema de somnolencia excesiva o sueño nocturno insuficiente", advierte Gaig. En la misma línea, Segarra afirma que "hay que tener conciencia de que no puede ser sustituto del sueño nocturno. Éste no se recupera y el organismo está diseñado para dormir durante la noche".

No obstante, la siesta ayuda a cargar las pilas, a relajarse, combatir el estrés y mejorar el rendimiento cognitivo. Incluso hay estudios que determinan que los trabajadores rinden más y que redunda en la reducción de la siniestralidad laboral. Además, puesto que los ritmos circadianos se modifican durante la vida, la necesidad de sueño diurno también lo hace. Eso explicaría, según Segarra, el por qué la necesidad de los niños hasta los 4 ó 5 años de dormir tras la comida, y por qué los bebés suman otro descanso tras el desayuno. En el otro extremo, los mayores tienen más necesidad de periodos de sueño.

En cuanto a pacientes con trastornos de sueño, Gaig puntualiza que en narcolepsia las siestas no mejorarían la somnolencia, mientras que en insomnes, ambos aconsejan que no duerman la siesta. "Suelen sentir pesadez e irritabilidad; es raro que compensen con siestas", concluye Segarra.

A la medida

  •  Se aconseja dormir 20 minutos.
  •  Hay que evitar un ciclo de sueño completo.
  •  Puede mejorar el aprendizaje en las horas posteriores.
  •  No sustituye al sueño nocturno.

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