lunes, 9 de diciembre de 2013

Para el envejecimiento no hay reglas - ABC.es

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Para el envejecimiento no hay reglas
Día 09/12/2013 - 09.56h
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Una planta que se mantiene eternamente joven se vuelve fértil con la edad y una tortuga disminuye su mortalidad con los años. Un estudio internacional con participación del CSIC demuestra las diferentes formas de hacerse mayor de las criaturas del árbol de la vida

No todas las criaturas envejecen igual. Ni a la misma velocidad, ni al mismo ritmo ni de la misma forma. Aunque parezca sorprendente, hay seres vivos cuya tasa de mortalidad desciende según se hacen más viejos. Otros se vuelven más fértiles con el paso del tiempo. Incluso hay algunos se mantienen eternamente jóvenes. Un estudio internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra la variedad de patrones de envejecimiento presente en los organismos vivos. El análisis comparativo, realizado en un total de 46 especies de plantas, insectos, aves, reptiles, mamíferos y en el que se ha incluido al ser humano, en distintos países y momentos históricos, revela que los investigadores están aún lejos de establecer una teoría única sobre el envejecimiento y que la forma en que lo hacen los seres humanos no es, con mucho, la más frecuente. Los resultados aparecen publicados en la revista Nature.
«Es la primera que vez que se muestran y comparan los patrones de mortalidad y fertilidad para especies muy diversas distribuidas a lo largo del árbol de la vida: desde algas a humanos, pasando por hierbas, árboles, gusanos, insectos, roedores y ballenas», explica la investigadora del CSIC María Begoña García, del Instituto Pirenaico de Ecología. Y ha resultado que estos patrones son «inesperadamente variables», imposibles de explicar de forma sencilla mediante ninguna de las teorías actuales sobre senescencia.
Para el envejecimiento no hay reglas
Bordera pyrenaica
Entre las especies estudiadas, se encuentra una endémica de los Pirineos, la Borderea pyrenaica, de origen tropical y toda una reliquia del Terciario tras sobrevivir a las glaciaciones. Esta plantita de apenas 5 cm de largo y 5 gramos de peso es una de las pocas cuya edad se puede conocer muy bien, ya que deja una minúscula marca sobre el tubérculo. De esta forma, se sabe que algunos ejemplares pueden sobrepasar los 300 años de edad. Su pecularidad es que que, afortunada ella, no muestra senescencia. Permanece joven hasta el final. Pero de los organismos estudiados, el más longevo parece ser la hydra, un animalillo de agua dulce de pocos milímetros, depredador y hermafrodita, «que puede llegar a vivir 1.400 años, ya que si se parte, se vuelve a regenerar», apunta la investigadora.

Reproducirse de mayores

García recuerda que las curvas de mortalidad y fertilidad son tremendamente variables. «Debido al sesgo en los estudios humanos, creemos que a partir de cierta edad los organismos envejecen, de forma que aumenta su mortalidad y desciende su capacidad reproductiva, pero esto no es así», subraya. Muy al contrario, en algunos organismos desciende la tasa de mortalidad o aumenta la de fertilidad conforme se hacen más viejos. Por ejemplo, el manglar, el arbusto Viburnum, algún tipo de roble o la tortuga del desierto muestran tasas de mortalidad que se reducen con la edad. Entre los mayores fértiles se encuentra la citada Borderea. «Al contrario de lo que ocurre con el ser humano, cuya fertilidad tiene la forma de una campana, en esta planta va aumentando hasta que se muere», dice la doctora en Biología.
El estudio servirá de base para avanzar en la generación de una teoría general sobre la senescencia que permita explicar por qué, cuándo y a qué velocidad los seres vivos entran en la fase final de su existencia. Como dice la investigadora del CSIC, «el proceso de envejecimiento en el ser humano no es el más común ni el más importante, solo uno más entre muchos que han tenido éxito, ya que todavía continúan».

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