Asma y comorbilidades, una relación muy íntima
El asma es una de las principales enfermedades respiratorias que padece la población y varias son las comorbilidades que pueden influir en la sintomatología de los asmáticos. En el 51º Congreso SEPAR se analizaron algunas de ellas.
La mañana del tercer día del Congreso Nacional de SEPAR se celebró el simposio Comorbilidades y Asma. En él se detalló que hay un elevado número de comorbilidades, pero que sólo cuatro representan el núcleo fundamental de la multimorbilidad del asma: la rinosinusitis/poliposos, SAHS, las psicopatologías y la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
Los "pacientes con asma difícil son los que tienen máxima morbilidad y mortalidad", detalló Alfonso Del Cuvillo, para detallar, a continuación, la influencia de las comorbilidades en el manejo del asma que pueden afectar de las siguientes maneras: simulando una cliniana de asma en ausencia de la misma; agravando los síntomas, aumentando las exacerbaciones, emporando la calidad de vida, o configurando un fenotipo específico de gravedad.
Seguidamente, detalló que el 55% de los asmáticos graves tienen rinitis alérgica y el 66% de los no graves; además, en cuanto a rinitis no alérgica, el 15% de los asmáticos graves y el 11% de los que no también la padecen. Además, entre el 22-42% de todos los asmáticos también padece rinosinusitis crónica. "Por lo que los cifras no hacen más que demostrar que esta es una patología tremendamente frecuente, con una prevalencia enorme que tenemos que valorarla correctamente y tratarla también así en el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico", indicó Del Cuvillo, quien indicó también que la prevalencia de la rinosinusitis es del 15-20% de la población, "por lo que implica un elevado coste para el SNS".
Por las características de la enfermedad, la presencia de rinosinusitis crónica implica "más síntomas y peor calidad de vida; hasta cuatro veces más de exacerbaciones, independientemente del fenotipo eosinofílico". Además, "el fenotipo inflamatorio de la vía respiratoria superior predice con gran concordancia y precisión el de la vía respiratoria inferior; el impacto de la rinosinusitis crónica (RSC) se asocia fuertemente con el control del asma, medido con el ACT; las reagudizaciones de la RSC se asocian inversamente al nivel de control del asma medido mediante el ACT; la hipersecreción de moco en los asmáticos se asocia a enfermedad crónica de la vía aérea superior y condiciona más obstrucción de la vía área, peor control y más exacerbaciones; el tratamiento quirúrgico de la RSC ha demostrado que mejora la calidad de vida", enumeró.
Asma y SAHS
El síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS) es otra de las enfermedades más prevalentes en el mundo. "Más de 330 millones de personas padecen asma y más de 100 padecen problemas del sueño", detalló José Serrano, quien aseveró que "la relación entre ambas enfermedades va más allá de simple coincidencia estadística, ya que hay decenas de estudios transversales donde se estudia la asociación. Concluyendo que la mitad de los pacientes asmáticos puede padecer un SAHS (de cualquier gravedad)". De hecho, una serie de estudios longitudinales sugieren que cada enfermedad puede favorecer el desarrollo de la otra: el asma puede favorecer la aparición de SAHS (casi un riesgo de 3) y al revés (casi 3,62).
"Todo ello demuestra que se asocian frecuentemente, y un 35% de pacientes con apneas del sueño padecen asma, ya que los medicamentos que las vinculan son múltiples y bidireccionales frecuentemente", añadió el experto, indicando también que "puede afectar a la gravedad, al control, al riesgo de exacerbaciones, a las hospitalizaciones, a la función pulmonar y quizá, también, a la mortalidad". También, a mayor gravedad de asma, mayor posibilidad de padecer SAHS; en mayores de 65 años, la relación entre síndrome de apneas del sueño y el asma grave eran siete veces mayor que el resto de pacientes; el asma mal controlada en general se asociaba a un riesgo elevado de padecer un SAHS; la función pulmonar también se ve deteriorada en el tiempo y también implica un mayor riesgo de exacerbaciones y, por ende, riesgo de hospitalización. "Por todo ello, al tratar el SAHS mejoran también el control del asma, la calidad de la vida y algunos parámetros de función pulmonar", concluyó José Serrano.
Asma y alteraciones psicológicas
Por su parte, Amparo Belloch acercó la relación entre alteraciones psicológicas como trastornos de la ansiedad, trastornos de estrés, abusos de sustancias y trastornos alimentarios, y el asma. "La presencia de trastorno de pánico es especialmente elevado entre pacientes con asma y también el trastorno de ansiedad generalidad según determinados estudios", indicó Belloch, quien también se hizo eco de que "en niños y adolescentes hay menos información fiable, pero encontramos un estudio que dice que la tasa de trastornos de ansiedad asmáticos quintuplica la tasa en niños y adolescentes no asmáticos. Los más prevalentes: ansiedad de separación (en niños), ansiedad social, TAG, agorofobia y pánico". Añadió también la doctora que "la exposición a la violencia aumenta la probabilidad de asma de una manera significativa". No hay que olvidar que los síntomas de ansiedad física se padecen a los síntomas del asma: incluyen hiperactivación, disnea e hiperventilación, entre otras.
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