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ESPAÑA
LA HOMEOPATÍA PUEDE SER ÚTIL COMO TERAPIA COMPLEMENTARIA
Prevenir las fracturas de estrés depende de los factores de riesgo
La prevención de las fracturas de estrés es muy complicada debido a la multitud de factores extrínsecos e intrínsecos que influyen en su aparición. Los expertos reunidos en las XXI Jornadas de Traumatología del Deporte, en Murcia, analizan qué debe modificarse.
Pilar Laguna. Murcia - Martes, 22 de Marzo de 2011 - Actualizado a las 00:00h.
Luis Francisco Linares, Miguel Del Valle y Pedro Manonelles.
Prevenir las fracturas de estrés (FE) es difícil por la multitud de factores intrínsecos y extrínsecos que intervienen en su aparición, pero el deportista puede intervenir paliando los efectos de algunos factores de riesgo que tienen que ver con sus hábitos de vida y de entrenamiento. "Su prevención es muy complicada porque intervienen muchos factores de riesgo, unos inmodificables y otros difíciles de modificar", según Pedro Manonelles, especialista en medicina deportiva, que desglosa los factores intrínsecos y extrínsecos que intervienen en las FE.
Los intrínsecos engloban las características demográficas, óseas y personales, factores anatómicos, aptitud física y conductas poco saludables, mientras que los factores extrínsecos se relacionan con el tipo de actividad deportiva -carrera y salto sobre todo-, el entrenamiento, el equipamiento y las condiciones ambientales.
Durante las XXI Jornadas de Traumatología del Deporte celebradas en Murcia, Manonelles ha enumerado los factores no modificables: edad elevada, sexo femenino, raza, estatura, genu varo/valgo, ángulo Q marcado, geometría ósea, tasa de renovación ósea baja, densidad ósea disminuida y conducta tipo A. Esta última añade un componente psicológico, como una personalidad competitiva y con poca tolerancia a la frustración. Por el contrario, hay muchos factores que son modificables: composición y tamaño corporal, alteraciones hormonales y menstruales, arco plantar marcado, dismetría EEII, densidad ósea disminuida, aptitud aeróbica baja, fuerza y resistencia muscular baja, flexibilidad escasa, fatiga muscular local, sedentarismo, tabaquismo, no uso de estrógenos, deportes de carrera y salto, tipo de entrenamiento, carrera sobre superficies irregulares y calzado inadecuado.
Manonelles ha subrayado que las FE se asocian con las dietas más restrictivas, a las que se someten más las mujeres, y también con la fatiga muscular local. "Ésta disminuye la acción supinadora del tríceps sural, lo que aumenta la pronación y la carga en el mediopié medial y en el antepié, incrementando el riesgo de FE". El calzado deportivo debe controlar la pronación, especialmente en condiciones de fatiga.
En cuanto al entrenamiento, sugiere que el incremento gradual del esfuerzo no sea superior al 10 por ciento semanal; hacer estiramientos -sobre todo para prevenir las FE tibiales- y calentamiento. También hay que cuidar que la superficie de carrera sea nivelada y lisa, el calzado ligero de peso y corregir las condiciones biomecánicas predisponentes con plantillas u ortesis.
Sin tratamiento
Luis Francisco Linares, reumatólogo del Hospital de la Arrixaca, ha explicado que no existe un tratamiento farmacológico definido para las FE y que no hay evidencia de que los bifosfonatos y otros antirresortivos aceleren la consolidación de la fractura, mientras que deben evitarse los AINE por su potencial retraso en la consolidación. Linares ha lamentado la falta de estudios clínicos controlados en humanos que demuestren qué tratamientos son útiles.
En cuanto al tratamiento biorregulador, hay terapias biológicas que pueden ser efectivas, pero nunca como sustitutas de la inmovilización o del tratamiento quirúrgico indicado. Miguel del Valle, director de la Escuela de Medicina del Deporte de Oviedo, ha hecho extensivos a las FE ciertos tratamientos complementarios con homeopatía que se usan para otro tipo de lesiones. Algunos tienen efectos antiinflamatorios y/o analgésicos, como el árnica montana, la ruta graveolens, el symphytum y el ledum palustre, que pueden combinarse entre sí. Además existe un grupo de medicamentos que potencian la formación del callo en la fractura que suelen asociarse a sustancias existentes en el hueso, como las calcáreas carbónica, fluórica y fosfórica.
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