La tasa de respuesta se eleva al 93%
La molécula PD-1 condiciona la eficacia de la terapia en VHC
Un estudio que se publica en Journal of Hepatology, llevado a cabo por investigadores del Hospital Central de Asturias, analiza la presencia de distintos biomarcadores en 407 pacientes con infección crónica por VHC. Todos habían recibido el tratamiento combinado estándar.
C. D. Oviedo | 10/04/2012 00:00
Ramón Pérez, Antonio López y Carlos López; en primer plano, José Ramón Vidal. (CD)
El tratamiento estándar del VHC consiste en la combinación de ribavirina e interferón-alfa. Factores virales y del paciente influyen de manera importante en la respuesta a este tratamiento, de tal manera que aproximadamente la mitad de los afectados que son tratados responden de forma adecuada, según Carlos López Larrea, responsable del Servicio de Inmunología del Hospital Central de Asturias.
- Se sabe que los niveles de PD-1 aumentan en los pacientes con infección crónica por el VHC, lo cual favorece de forma notable su progresión
"Aun así, sigue siendo muy interesante la búsqueda de nuevos biomarcadores farmacogenéticos que permitan establecer de forma más precisa cuál va a ser el comportamiento de la infección", ha señalado otro de los autores del estudio, Antonio López Vázquez. Un buen candidato es la molécula coestimuladora Programmed Cell Death-1 (PD-1), cuya sobreexpresión en los linfocitos T condiciona el desarrollo de una respuesta inmunológica poco eficaz frente a algunas infecciones víricas. Los niveles de esta proteína aumentan en la infección crónica por el VHC, lo cual favorece de forma notable su progresión. Se han descrito diversos polimorfismos genéticos de PD-1 relacionados con la expresión de dicha proteína.
Polimorfismos
En este nuevo trabajo, el grupo del López Larrea ha analizado la distribución de dichos polimorfismos de PD-1, de los receptores KIR, de los genes HLA y el polimorfismo rs12979860 de la IL28B en 407 pacientes con infección crónica por VHC. Todos ellos habían recibido el tratamiento combinado estándar y habían sido clasificados según su respuesta al tratamiento en respondedores sostenidos y no respondedores.
Los resultados confirman las asociaciones de KIR/ HLA y del polimorfismo rs12979860 de la IL28B previamente descritas, y muestran además una importante correlación de las diferentes variantes del polimorfismo 1.3 de PD-1 con la respuesta al tratamiento. "El estatus de portador del alelo A de dicho polimorfismo se asocia claramente con una respuesta favorable al tratamiento", ha destacado el investigador José Ramón Vidal. La importancia del alelo PD-1.3A como marcador farmacogenético se hace más relevante cuando se analiza junto con otros factores que condicionan la evolución de estos pacientes, como los ya citados KIR, IL28B o el genotipo viral, con el fin de establecer un algoritmo de predicción de la respuesta.
"Usando sólo el genotipado de la IL28B como factor de predicción se deduce que la probabilidad de que un paciente con genotipo C/C (buen respondedor) logre una respuesta sostenida es del 74 por ciento, mientras que si añadimos la determinación de PD-1.3 la tasa de respuesta en los portadores del alelo A se incrementa hasta el 93 por ciento, de forma totalmente independiente del genotipo viral".
Un posterior análisis que incluye sólo a pacientes con el genotipo 1 del VHC, determinante de una peor respuesta al tratamiento, confirma el valor predictivo de PD-1 cuando también se analiza junto con el genotipado de la IL28B. En este caso, la capacidad de pronosticar una respuesta sostenida pasa de un 70 por ciento (pacientes con genotipo IL28B C/C) a un 90 por ciento (pacientes con genotipo IL28B C/C y portadores de PD-1.3A).
El VHC en el mundo
El virus de la hepatitis C se ha convertido en los últimos años en la principal causa de patología hepática crónica. Se estima que en la actualidad existen unos 170 millones de infectados en todo el mundo, con un prevalencia que en algunos países supera ya el 10 por ciento de la población. La infección viral se hace persistente en un porcentaje elevado de los casos, conduciendo en la mayoría de los pacientes a una hepatitis crónica que puede degenerar en cirrosis hepática e, incluso, en carcinoma hepatocelular, según ha explicado Carlos López Larrea. El inmunólogo ha añadido que una buena parte de estos pacientes acaban convirtiéndose en firmes candidatos a recibir un trasplante hepático.
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