CURSO ONLINE PARA DETECTARLO MEJOR
Pacientes y profesionales se unen para elevar el conocimiento en piernas inquietas
Para dar a conocer el síndrome de piernas inquietas (SPI) a profesionales de atención primaria y a los pacientes, la SES, Aespi e Información Sin Fronteras han organizado un encuentro para hablar sobre el presente y futuro del abordaje del síndrome y presentar un curso on-line de formación gratuito para sanitarios y población general.
Isabel Gallardo Ponce | igallardo@diariomedico.com | 17/01/2017 16:29
De izquierda a derecha: Óscar Larrosa, neurofisiólogo clínico del Instituto del Sueño; Marta Díaz, de Información Sin Fronteras; Diego García Borreguero, miembro del comité científico de la SES; Esperanza López Maqueira, de Aespi; e Ismael Sánchez, director ejecutivo de Inidress. (Cristina Cebrián/Inidress)
Dar a conocer a la población, pero también a los profesionales sanitarios, el síndrome de piernas inquietas (SPI) es el objetivo del curso on-line gratuito sobre la patología que han puesto en marcha la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (Aespi) y la ONG Información Sin Fronteras.
El curso, que se dirige especialmente a facultativos de Atención Primaria, pero también a pediatras y pacientes, busca elevar el infradiagnóstico del SPI ya que sólo 5 por ciento de los afectados han sido detectados. Según ha explicado Diego García Borreguero, miembro del comité científico de la Sociedad Española del Sueño (SES), en el encuentro Síndrome de Piernas Inquietas: un problema de alta prevalencia pero poco conocido, organizado por la SES con el apoyo de Inidress, y celebrado en Madrid, el facultativo de AP puede detectar y tratar el síndrome en un primer acercamiento pero si hay complicaciones debe derivarlo a especializada.
Se estima que el 11 por ciento de la población puede padecer SPI, según los datos un estudio realizado en España de prevalencia en mayores de 50 años, ha explicado Óscar Larrosa, neurofisiólogo clínico del Instituto del Sueño. Según él, es necesario conocer los síntomas del SPI para poder diagnosticarlo tanto en niños como en adultos. Para ello el curso repasa desde la historia y la patología de la patología, como sus tipos y la fisiopatología, así como los criterios para su diagnóstico y las pruebas necesarias. Asimismo, la formación incluye el tratamiento y casos clínicos con vídeos explicativos y testimonios de los pacientes.
García Borreguero ha añadido que de una prevalencia probable del 7-10 por ciento en Europa y Estados Unidos, se estima que en España entre el 2 y el 3 por ciento de la población tienen SPI que requiere atención médica puesto que experimentan una afectación en la calidad de vida, problemas para dormir y un aumento del riesgo cardiovascular. "A largo plazo el SPI acaba por producir alteraciones en la actividad del sistema simpático, en la presión arterial y eleva el riesgo de enfermedad cardiovascular y cerebrovascular entre 2 y 3 veces". De hecho, la falta de sueño también se asocia con riesgo cardiovascular al igual que las mioclonias.
La patología es más frecuente en la raza blanca y ser mujer, haber tenido embarazos, depósitos de hierro bajo, así como una función renal deficitaria, sufrir diabetes y padecer neuropatías son factores de riesgo para desarrollar SPI.
El futuro en el tratamientoDesde la descripción de la enfermedad en el siglo XVII aún no se tiene clara la causa de la enfermedad. Se conoce que tiene una fuerte relación con un aumento de la producción de dopamina lo que motivó su abordaje con agonistas de la dopamina. "Parece que hay un aumento en la producción de dopamina, las neuronas se adaptan a este y los receptores posinápticos están infrasensibilizados, por lo que la respuesta a la dopamina está disminuida. Así, con los fármacos probablemente protegemos a los receptores de ese aumento de actividad dopaminérgica". No obstante, pese a que el tratamiento con estos fármacos en un primer lugar tiene gran éxito por la reducción de los síntomas, lo cierto es que su eficacia se limita al corto plazo. "No es raro que con el tiempo se vaya produciendo un proceso de tolerancia y es raro que la eficacia del tratamiento dure más de 8 años. Si hacemos seguimiento del cuadro veremos que las fluctuaciones de la enfermedad aparecen y aumentan y en algún momento encontraremos que los síntomas son peores que antes del tratamiento. De alguna forma, el fármaco consigue cambiar la fisiopatología de la enfermedad y agravar sus síntomas. De hecho, hay estudios que muestran que el 75 por ciento de los pacientes con SPI están padeciendo algún síntoma del Síndrome de Aumento".
En esta línea, García Borreguero ha recomendado utilizar como primera línea de tratamiento con los ligandos alfa delta 2 -aunque la indicación en SPI sea refiere a los agonistas dopaminérgicos- que tienen algo más de toxicidad. "Si el paciente no lo tolera, entonces sí que hay que pasar al tratamiento de segunda línea con dopaminérgicos a dosis muy bajas".
Otra de las líneas de investigación se centra en los bajos niveles de hierro como responsables del síndrome. Respecto al tratamiento, García Borreguero ha añadido que si se considera que el hierro puede estar detrás de la patología hay que administrar entre 50-65 mg de hierro oral junto a vitamina C con el estómago vacío de 1 a 3 veces al día durante dos meses y volver a medir los niveles de ferritina.
"En el SPI partimos de un error de principio: creeer que la causa última es el sistema dopaminérgico. El futuro nos mostrará que hay otros neurotransmisores involucrados y el tratamiento se dirigirá hacia el origen. De momento, los resultados con hierro intravenoso comienzan a ser espectaculares, con una probabilidad de mejorar la enfermedad de más del 50 por ciento y una desaparición completa de los síntomas del 30 por ciento y parcial del 60 por ciento"
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