ESTUDIO EN 'THE LANCET'
Vínculo entre el infarto y la actividad cerebral ligada al estrés
Un estudio de los hospitales General de Massachusetts y Mount Sinai, en Estados Unidos, relaciona la actividad cerebral vinculada con el estrés con el infarto, según publica The Lancet.
Redacción | 12/01/2017 17:13
Ahmed Tawakol, autor principal del trabajo y codirector del Programa Cardiaco en la Unidad de Cardiología del Hospital General de Massachusetts. (HGM)
Una estructura cerebral sensible al estrés se relaciona con el riesgo de enfermedad cardiovascular, según una investigación publicada en The Lancet por científicos del Hospital General de Massachusetts (MGH, por sus siglas en inglés) y la Escuela de Medicina Icahn en el Monte Sinaí.
Los autores, que señalan que es la primera vez que se concreta este vínculo en humanos, señalan hacia una vía que dirige la activación de la amígdala aumenta la actividad del sistema inmune y causa una mayor incidencia de eventos cardiovasculares.
"Aunque el vínculo entre el estrés y las enfermedades del corazón se ha establecido desde hace mucho tiempo, no se ha entendido por completo el mecanismo que media el riesgo", apunta Ahmed Tawakol, autor principal del trabajo y codirector del Programa Cardiaco en la Unidad de Cardiología del MGH.
Estudios previos en modelo animal habían demostrado que el estrés activa la médula ósea para producir glóbulos blancos, lo que conduce a la inflamación arterial. El estudio de Tawakol sugiere la existencia de una vía análoga en seres humanos e identifica, "por primera vez en animales y humanos, la región del cerebro que vincula el estrés con el riesgo de ataque cardiaco y accidente cerebrovascular".
El artículo, según informa Europa Press, presenta dos estudios complementarios. El primero analizó los datos clínicos de casi 300 personas sometidas a pruebas de PET/TC, principalmente en cribados de cáncer, con el radiofármaco FDG.
El segundo estudio incluyó a 13 individuos con antecedentes de trastorno de estrés postraumático, que fueron evaluados para determinar sus niveles actuales de estrés percibido y se sometieron a escáneres de FDG-PET para medir la actividad de la amígdala y la inflamación arterial.
Entre los participantes en el estudio longitudinal más amplio, 22 experimentaron un evento cardiovascular (infartos, ictus o anginas) en el periodo de seguimiento. El nivel previo de actividad en la amígdala predijo el riesgo cardiovascular posterior.
En el otro estudio, los niveles de estrés actuales de los participantes se asociaron significativamente con la actividad de la amígdala y la inflamación arterial.
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