jueves, 22 de marzo de 2018

La DBS logra encender ‘apagones’ en la enfermedad de Alzheimer - DiarioMedico.com

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EN ENSAYO CLÍNICO

La DBS logra encender ‘apagones’ en la enfermedad de Alzheimer

Desaceleraría el deterioro cognitivo y/o eleva el mecanismo de la glucosa que facilita el funcionamiento del cerebro, según desvelan investigaciones del neurocirujano Andrés Lozano.
Pilar Laguna. Murcia   |  21/03/2018 00:00
 
 
Andrés Lozano
Andrés Lozano, en el Colegio Infantil Rosales de Molina, que cede su sede a la Fundación de Estudios Médicos (FEM). (P. Laguna)
Iluminar las zonas que oscurecen el cerebro durante la progresión de la enfermedad de Alzheimer (EA) es, grosso modouna de las estrategias de investigación que persigue recomponer o, al menos modular, los circuitos cerebrales afectados por esta enfermedad neurodegenerativa. Se trata de aumentar la actividad neuronal dirigiendo descargas eléctricas a zonas específicas del cerebro, logrando en algunos casos un aumento del volumen cerebral y que se tripliquen las células madre del hipocampo, aunque queda un largo camino por recorrer en búsqueda de una solución terapéutica. Es la técnica utilizada por el grupo de investigación de Andrés Lozano, catedrático de Neurocirugía en la Universidad de Toronto y jefe de servicio en el Hospital Western de esa ciudad canadiense, donde se preparan para iniciar un ensayo clínico en fase III para aplicar estimulación cerebral profunda (DBS por Deep Brain Stimulation) en enfermos leves de EA, tras las pistas favorables obtenidas en estudios previos. Lozano es pionero mundial en DBS, técnica aprobada por la FDA para el tratamiento del Parkinson y del temblor esencial, además de recuperar distonías y algunas depresiones resistentes a tratamientos convencionales.
También se ensayan sus posibilidades en EA, epilepsia y anorexia nerviosa, entre otras patologías neurológicas que necesitan recomponer el circuito cerebral, y de forma más incipiente se exploran las posibilidades de la terapia eléctrica en dolor crónico y obesidad. El neocirujano, que ha expuesto algunos de estos avances durante una conferencia organizada por la Fundación de Estudios Médicos (FEM) de Molina de Segura, en Murcia, ha explicado a Diario Médico que los pacientes de EA tienen regiones cerebrales que se apagan y quedan en un estado de hibernación, y que han conseguido encenderlas restableciendo el metabolismo de la glucosa con estimulación cerebral profunda.
En 2016 se publicaron los resultados de un ensayo doble ciego en fase II con 42 pacientes con EA leve a los que se operó para implantarles electrodos en el cráneo orientando la DBS al fórnix, aunque sólo se activó la corriente en 21 de ellos para controlar el efecto placebo. "Ha sido una cirugía segura sin efectos secundarios importantes y parece que podemos restablecer la actividad neuronal en regiones del cerebro que parecían dañadas". Lozano afirma que se encienden zonas apagadas y las células vuelven a utilizar la glucosa, que es el carburante que el cerebro necesita para funcionar. "Tenemos la esperanza de convencer a esas partes del cerebro para que utilicen la glucosa como vía de restablecimiento de sus funciones", dice, advirtiendo que durante el apagón hay neuronas que mueren y otras que están bien "pero son esclavas de las que han muerto y necesitan que alguien les hable para despertar".
Por otra parte, se ve en algunos pacientes conectados una cierta desaceleración del deterioro cognitivo al transcurrir un año con la DBS. "Esto nos da la esperanza de lograr un impacto en la enfermedad. Nos sorprende que el deterioro cognitivo ha sido menor en el grupo de pacientes con más de 65 años, mientras que no hay mejoras en los más jóvenes (alrededor de 45), que siguieron con la progresión normal de la enfermedad". Según el neurocirujano, poder mantener a estos enfermos estables sería una gran victoria de la investigación.

Impulsos eléctricos

La técnica de DBS permite operar a pacientes despiertos con anestesia local. Se practica un agujero en el trépano y se colocan dos electrodos en el cerebro unidos por un cable a un marcapasos que se implanta bajo la piel de la clavícula y que siempre está encendido para enviar impulsos eléctricos al circuito de la memoria. El dispositivo se alimenta de una batería que dura cuatro o cinco años usándolo las 24 horas. El sistema se complementa con un mando a distancia que maneja el propio paciente. "Funciona como un panel de control para cada circuito cerebral (motor, del ánimo, del apetito, de la memoria...) y nos deja introducir los ajustes necesarios", comenta Lozano, recalcando que en el cerebro con EA las zonas apagadas aumentan en las regiones parietal y temporal según progresa la enfermedad. Conforme van desapareciendo las estructuras cerebrales empeora la memoria y también se ha visto que desaparecen zonas del hipocampo, un proceso que no se puede frenar. "Por casualidad hemos visto en ciertos pacientes con DBS que no solo no se atrofia el hipocampo, sino que su cerebro crece cuando se estimula y esto no lo esperábamos porque en Alzheimer se da una pérdida anual de volumen cerebral de un 5 por ciento, pero en algunos de estos pacientes ha aumentado hasta un 10 por ciento".
En experimentos con roedores también han visto que crece el hipocampo si se estimulan los circuitos cerebrales, probablemente porque se producen factores de crecimiento. Y otro efecto es que las células madre del hipocampo se han multiplicado por tres en los ratones estimulados. "Esto nos hace pensar que podríamos repoblar el cerebro y reconstruir los circuitos dañados por el Alzheimer porque vemos que los circuitos cerebrales son accesibles y su actividad puede modularse".

'Honoris Causa'

Desde el pasado jueves Andrés Lozano es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Sevilla, a propuesta del Departamento de Neurocirugía y Neurología de la institución hispalense, que ha querido reconocer sus extensos méritos, sobre todo su constante búsqueda de nuevos abordajes quirúrgicos para pacientes con trastornos cerebrales que no responden a las terapias disponibles. Este canadiense/sevillano, experto mundial en neurología funcional, dirige en la Universidad de Toronto un departamento con 32 clínicos, 9 investigadores y unos 60 residentes. Trabajan en proyectos multidisciplinares con neurólogos, psiquiatras, cirujanos, biólogos, radiólogos e ingenieros.

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