"Para 2030 casi el 40% de los pacientes de VIH tendrán 60 años o más"

José Ramón Blanco, especialista en enfermedades infecciosas, repasa los retos que plantea el envejecimiento de este colectivo.

Gema L. Albendea. Madrid | dmredaccion@diariomedico.com | 04/06/2018 00:00

José Ramón Blanco, del Área de Infecciosas del Hospital Universitario San Pedro, en La Rioja. (DM)

Los actuales tratamientos antirretrovirales han conseguido, entre otros aspectos, convertir el VIH en una enfermedad crónica con la que se envejece y que, en consecuencia, coincide con otras patologías habituales en edades avanzadas. "Algunas cohortes europeas, en sus modelos de predicción, sugieren que para 2030 casi el 40 por ciento de los pacientes tendrán 60 años o más y que casi el 10 por ciento tendrán 70 años o más", informa a Diario Médico José Ramón Blanco, facultativo especialista del Área de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Universitario San Pedro-Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (Cibir).

Como consecuencia de la aparición de comorbilidades, las personas infectadas por VIH reciben un elevado número de medicamentos concomitantes no relacionados con la infección por VIH. "En estos casos, además de problemas de adherencia a los tratamientos, nos encontramos ante un potencial riesgo de interacciones medicamentosas y de acontecimientos adversos", considera.

Esta situación ha abierto nuevos retos a los que deben enfrentarse todos los profesionales de la salud que interaccionan con el paciente en su día a día: médicos de atención primaria, especialistas, enfermeros, farmacéuticos clínicos, etc. "Es necesario trabajar con equipos multidisciplinares para llevar un correcto manejo de la polifarmacia, pero también para anticiparnos a las posibles interacciones", comenta el también responsable de la línea de investigación de Inflamación y Envejecimiento del Cibir.

"Existe un estado inflamatorio crónico de bajo grado que no se logra controlar y que puede contribuir al envejecimiento precoz"

Desde su punto de vista, para conseguir una correcta adherencia a los tratamientos y controlar la evolución de cada paciente, es fundamental disponer de una historia a la que tengan acceso los diferentes prescriptores, y que incluya no solo los fármacos recetados, sino también otros complementos, como los productos de herbolario. "Además, se hace necesaria la reevaluación y actualización periódica de los tratamientos para evitar las interacciones", observa.

El objetivo de este trabajo en equipo es que los pacientes vivan más, pero también con un mayor bienestar. "Sabemos que de cara a 2020 tenemos que alcanzar el ansiado 90-90-90: 90 por ciento de población diagnosticada, 90 por ciento de pacientes tratados con antirretrovirales y 90 por ciento con la carga vírica indetectable. Desde no hace mucho ha empezado a abogarse por un cuarto 90: un 90 por ciento de pacientes con envejecimiento de calidad", afirma Blanco. Para conseguirlo, se han elaborado una serie de documentos de consenso sobre edad avanzada en infección por VIH.

Más frecuencia

Según el experto, al llegar a una edad avanzada, las personas infectadas por VIH presentan las mismas dolencias que la población general: osteoporosis, diabetes, problemas cardiovasculares, renales, neurológicos..., aunque con mayor frecuencia. "De la misma manera que también aparece con mayor asiduidad el síndrome de fragilidad, asociado a una mayor vulnerabilidad".

Por otra parte, se ha detectado un envejecimiento prematuro en los pacientes de VIH. "En ellos existe un estado inflamatorio crónico de bajo grado que no se logra controlar a pesar de una adecuada gestión de la infección. Esto puede contribuir a ese envejecimiento precoz y a que muchas de las enfermedades propias de la edad avanzada aparezcan antes".

La esperanza de vida en este grupo poblacional ha mejorado de forma considerable. "En la actualidad, una persona que toma correctamente el tratamiento antirretroviral y cuyo virus está controlado tiene una esperanza de vida similar a la de la población general. Sin embargo, existen algunos factores, como puede ser el retraso en el diagnóstico de la infección por VIH, que pueden influir de un modo negativo en esta expectativa de vida", advierte.

Como ejemplo, Blanco asegura que desde la cohorte de la Red Española de Investigación en Sida (CoRIS) se observó que las personas que iniciaban la terapia antirretroviral con más de 50 años tenían una menor respuesta inmunológica. "Debemos hacer mayor hincapié en que se realice la prueba entre las personas de este colectivo, que a veces pasan desapercibidas. Y, sin embargo, el 15 por ciento de los nuevos diagnósticos que se detectan al año proceden de este nicho poblacional".

En su opinión, los profesionales de atención primaria tienen un papel clave en la detección de conductas de riesgo y en el diagnóstico precoz. "Nos encontramos con que más del 20 por ciento de las personas infectadas por VIH desconocen que están infectadas, y que casi el 50 por ciento de los nuevos diagnósticos se hacen en fases avanzadas. Estos resultados hacen preciso un mayor ofrecimiento de la prueba para detectar la infección, o la adaptación del listado de las enfermedades indicadoras de VIH al contexto de la atención primaria y asociarlas a una alerta de petición de pruebas dentro de la historia clínica".

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