El aumento de la supervivencia hace crecer la brecha entre la incidencia y la mortalidad del cáncer
23-01-2020
Así lo refleja un estudio realizado por el Instituto Sueco de Economía de la Salud por encargo de la EFPIA con datos correspondientes a los 28 Estados miembros de la Unión Europea (UE-28), más Islandia, Noruega y Suiza.
La mortalidad por cáncer en Europa en términos reales ha bajado de manera significativa en los últimos 20 años. Aunque entre 1995 y 2018 la incidencia de casos de cáncer en los países de la Unión Europea ha aumentado casi un 50% -pasando de 2,1 millones a 3,1 millones-, la mortalidad sólo lo ha hecho en un 20% -de 1,2 millones en 1995 a 1,4 millones en 2018-, lo que refleja un claro aumento de la supervivencia en todos los países. Así lo refleja el informe Comparator Report on Cancer in Europe 2020, un estudio realizado por el Instituto Sueco de Economía de la Salud por encargo de la Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (EFPIA), a la que pertenece Farmaindustria.
El trabajo es una actualización de varios informes publicados entre 2005 y 2016 sobre las diferencias entre los países europeos en términos de carga de enfermedad, costes y acceso del paciente a nuevos medicamentos contra el cáncer. Los datos del estudio corresponden a los 28 Estados miembros de la Unión Europea (UE-28), más Islandia, Noruega y Suiza. Los autores del estudio destacan cómo el aumento de la mortalidad por cáncer en este periodo es claramente menor que el aumento correspondiente en la incidencia de cáncer, lo que ha conducido a una brecha cada vez mayor entre la incidencia y mortalidad.
El crecimiento de la población y, lo que es más importante, el envejecimiento son los dos hechos responsables de la mayor incidencia de casos de cáncer en los últimos 20 años, según el estudio. En cuanto a la mortalidad, aunque en términos globales es mayor, el aumento se ha ralentizado y, en los grupos de edad menores de 65 años, las muertes totales están disminuyendo. En ausencia de crecimiento y envejecimiento de la población, la mortalidad por cáncer en términos absolutos habría disminuido en casi todos los países, según refleja el estudio.
El informe achaca este aumento de la supervivencia a tres factores: los avances en el diagnóstico, los programas preventivos de detección y, sobre todo, los nuevos tratamientos disponibles en estos últimos 20 años. Según el estudio, las tasas de supervivencia a 5 años para los tipos de cáncer más comunes en Europa -mama, próstata, colorrectal y pulmón- han aumentado entre 1995 y 2014 en todos los países analizados. Y se destaca el hecho de que en 2018 tres de cada cinco casos de incidencia (61%) y tres de cada cuatro casos de mortalidad (76%) ocurrieron en personas de 65 años o más.
La inversión que más crece en investigación es la de la industria
Con respecto a los tratamientos, los expertos resaltan como ejemplo el hecho de que la Agencia Europea del Medicamento aprobó una media de diez medicamentos oncológicos nuevos cada año entre 2012 y 2018, en comparación con los cuatro al año del periodo de 2001 a 2011. Una parte considerable de los nuevos fármacos tiene una designación huérfana, que indica pequeñas poblaciones de pacientes. Igualmente, los autores destacan que durante la última década la inversión en I+D en investigación del cáncer por parte de la industria farmacéutica ha crecido mucho más rápido que la inversión de fuentes públicas y privadas sin fines de lucro. Por este motivo, consideran que la investigación del cáncer en Europa podría recibir una mayor atención y financiación de fuentes públicas en los próximos años por la nueva Comisión Europea.
La directora general de EFPIA, Nathalie Moll, ha destacado los importantes datos que ofrece el estudio y lo que -a su juicio- parece una paradoja en el informe. "Aunque el número de personas con cáncer está aumentando, teniendo en cuenta el crecimiento de la población y el envejecimiento, en términos reales, las muertes por cáncer están disminuyendo". En un artículo publicado en la web de la asociación europea, Moll pone como ejemplo de este cambio lo sucedido con la incidencia y mortalidad del cáncer de piel en Europa. "En 2009, la tasa de supervivencia a cinco años del cáncer de piel metastásico era sólo del 5%. Hoy, apenas 10 años después, esta supervivencia ha aumentado hasta el 50%. Un cambio de quimioterapias a inmunoterapia o terapias dirigidas, estas últimas adaptadas a las características específicas del tumor, está brindando un tratamiento más efectivo con menos efectos secundarios en este tipo de cáncer", señala la portavoz de la industria farmacéutica en Europa.
Los países de la UE dedican al cáncer entre el 4-7% del gasto en salud
En cuanto al gasto de los Estados en cáncer como parte de la inversión total en salud, el estudio señala que ha sido relativamente estable a lo largo del tiempo, situándose entre el 4 y el 7 por ciento. "Los planes contra el cáncer requieren voluntad política para implementarlos. Teniendo en cuenta que el cáncer se convertirá en la principal carga de enfermedad, debemos considerar cómo invertir de la más manera más eficiente los recursos económicos y las medidas políticas en la prevención, diagnóstico, tratamiento y supervivencia, para un mayor beneficio de los pacientes con cáncer", afirma Moll.
El estudio también proyecta lo que sucedería en ausencia de mejoras adicionales en la atención y prevención del cáncer. Si el statu quo se mantiene -el desarrollo demográfico previsto es de menor crecimiento de la población general pero un mayor envejecimiento- continuará aumentando la incidencia y la mortalidad en Europa. En concreto, los expertos del Instituto Sueco de Economía de la Salud señalan que sin medidas de mejora en 2040 se añadirían aproximadamente 775.000 nuevos diagnósticos al año, y se producirían 550.000 muertes adicionales en comparación con la situación en 2018. Esta proyección deja claro -según los autores- que se necesitan más inversiones en todas las áreas de atención del cáncer: prevención, detección, diagnóstico y tratamiento, para combatir el desafío demográfico y lograr un cambio duradero en la incidencia y mortalidad del cáncer.
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