Electrodos de alta precisión para combatir los síntomas del párkinson
Una nueva técnica facilita la implantación correcta de los neuroestimuladores en el cerebro
El uso del TAC en el quirófano evita errores en la inserción de los dispositivos
Jaime Prats Valencia 7 FEB 2012 - 00:36 CET
La electroestimulación cerebral se ha mostrado desde hace una década como un recurso eficaz para tratar el temblor, la rigidez y la lentitud de movimientos en pacientes de párkinson. Consiste en implantar electrodos en el subtálamo, un área del cerebro que apenas mide 7 milímetros de largo y 3 de ancho. Ante una estructura tan pequeña, una de las claves del éxito del tratamiento consiste en la precisión de la intervención.
El hospital La Fe de Valencia ha presentado esta lunes una técnica que, gracias al uso de TAC (tomografía axial computerizada) en el mismo quirófano, mejora este tipo de cirugía tanto en lo que respecta a la exactitud de la inserción de los electrodos como en la duración de la intervención quirúrgica.
En los enfermos de párkinson, el subtálamo (vinculado al movimiento corporal) se encuentra hiperactivado, lo que tiene como consecuencia el bloqueo de la capacidad motora. La estimulación de alta frecuencia que transmiten los electrodos normalizan la actividad eléctrica de esta estructura, de forma que se mejora la movilidad de los pacientes, como apunta la neuróloga del hospital valenciano Irene Martínez. El equipo, similar a un marcapasos, cuenta con un pequeño ordenador que se programa en función de los parámetros de cada paciente.
El subtálamo tiene un tamaño reducido, pero aún más su zona motora, que representa un tercio de la estructura total. “Un milímetro de desvío a un lado o a otro es mucho”, comenta. De ahí la importancia de situar el lugar exacto tanto los dos electrodos, de 1,37 milímetros de diámetro, como los cuatro polos que tiene cada uno de ellos, que deben desplegarse con una separación entre ellos de un milímetro.
La aportación del hospital valenciano a esta técnica consiste en intervenir al paciente dentro de un equipo TAC (tomografía axial computerizada, de diagnóstico por imagen) lo que permite obtener imágenes del lugar exacto en el que se sitúa el electrodo y asegurar que se implanta adecuadamente. “De esta forma se elimina el margen de error y la pequeña distorsión que pueden arrojar los estudios de resonancia magnética”, comenta el jefe de la unidad de neurocirugía del hospital valenciano, Carlos Botella. “Además, hemos ganado en tiempo. En cuatro horas haces lo que antes podía costar ocho horas o más”.
El hospital La Fe ha practicado cuatro intervenciones mediante la técnica del TAC intraoperatorio. "Somos los únicos que lo hacemos en España", comenta Botella. La última, el jueves pasado a Emilia Llinares, una mujer de 65 años con párkinson avanzado. “Noto una mejoría en las piernas, menos rigidez y ando mejor”, apuntó la paciente a Efe. “Estaba harta de tanta medicación, hace 22 años que tengo la enfermedad y se me resentía el hígado por los fármacos”.
La técnica no está indicada para todos los pacientes que sufran esta enfermedad neurodegenerativa. Deben de tener menos de 70 años, contar con un estado de salud general bueno, no sufrir deterioro cognitivo y padecer síntomas avanzados (unos siete años de evolución). Suelen ser personas cuyos síntomas ya no se controlan bien con la medicación, y sufren altibajos en su control de movimientos. En general, Irene Martínez señala que puede ser beneficiosa para un 20% de los enfermos.
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