FAVORECE LA INTERVENCIÓN EN AGRESIONES A LA SALUD FÍSICA Y PSÍQUICA
Una guía valora la gravedad de la desprotección infantil
La intervención del personal sanitario es básica en la detección y denuncia del maltrato infantil, más aún en situaciones donde la salud del paciente puede verse comprometida. Una guía editada en Murcia ayudará a valorar la gravedad desde los servicios sociales, AP y especializada.
Pilar Laguna. Murcia | 22/02/2012 00:00
Aunque son los Servicios Sociales los que evalúan y actúan ante los casos de desprotección infanto/juvenil, el papel de pediatras y educadores es esencial para comunicar las alteraciones físicas o de conducta causadas por un ambiente familiar hostil. La intervención médica en el proceso de rescate de un niño desprotegido no es tan habitual como la del peritaje para valorar el estado físico y psíquico de la víctima a petición de las instancias sociales o del juzgado. En la mayoría de las ocasiones el profesional sanitario no puede percibir suficiente sobre el entorno familiar en pocos minutos de consulta. Sin embargo, hay un abanico de situaciones de extrema gravedad que pasan inadvertidas en el programa pediátrico, incluso cuando madre e hijo frecuentan el centro de salud más de la cuenta. O precisamente por eso.
En los servicios sociales existen numerosos protocolos y listas de indicadores que tratan de regular la intervención en las familias donde haya niños desprotegidos o en riesgo de serlo. Los Servicios Sociales de Atención Primaria y Especializados de la Región de Murcia, en colaboración con el Ministerio de Sanidad y Política Social, han elaborado un instrumento para valorar la gravedad de desprotección infantil que integra y homogeneiza por primera vez los protocolos existentes en las instancias de protección al menor. Los servicios sanitarios se incorporaron al registro de maltrato infantil en 2004.
El síndrome de Munchausen, una de las formas más retorcidas y sibilinas de maltrato infantil, puede escapar durante años al diagnóstico del más competente de los pediatras a pesar de que ya se contempla en las listas de indicadores de maltrato del SNS. Lo padece la madre (o tutor), que por causas desconocidas fabula síntomas patológicos en el niño, e incluso es capaz de infligírselos para asegurar su presencia en el circuito sanitario.
La mayoría de las afectadas por este trastorno, que precisa atención psiquiátrica tanto del maltratador como de la víctima, se conforma con falsificar datos de la historia clínica o manipular pruebas (añaden sangre menstrual a la orina del niño, frotan el termómetro para alcanzar la temperatura más alta etc.), pero otras administran sustancias tóxicas al hijo o le infectan el catéter intencionadamente cuando está hospitalizado, provocando enfermedades que pueden llegar a matarle. Para el personal sanitario es difícil detectar esta alteración emocional porque suelen ser madres de apariencia abnegada y muy colaboradoras en el cuidado del menor.
Otra situación que requiere especial vigilancia y comunicación de las primeras sospechas es el maltrato prenatal que puede causar una futura madre intencionadamente o por negligencia al embarazo y al feto. Para calificarlo en el ranking de la desprotección se requiere una valoración, diagnóstico médico y notificación que constate la relación entre el comportamiento materno y las secuelas para el bebé. La calificación más grave contempla al bebé nacido con crecimiento y patrones neurológicos anómalos, con síndrome alcohólico-fetal o de abstinencia, como consecuencia de la falta de cuidados o consumo de drogas o alcohol durante el embarazo. Igualmente se da la máxima gravedad cuando el especialista detecta la falta de cuidados sanitarios que provocan lesiones en el feto, pero la embarazada no modifica su comportamiento a pesar de las indicaciones. Para prevenirlo es importante que los servicios sociales conozcan la situación de desprotección en la fase de riesgo leve, que puede ser detectada por matronas y ginecólogo.
En los servicios sociales existen numerosos protocolos y listas de indicadores que tratan de regular la intervención en las familias donde haya niños desprotegidos o en riesgo de serlo. Los Servicios Sociales de Atención Primaria y Especializados de la Región de Murcia, en colaboración con el Ministerio de Sanidad y Política Social, han elaborado un instrumento para valorar la gravedad de desprotección infantil que integra y homogeneiza por primera vez los protocolos existentes en las instancias de protección al menor. Los servicios sanitarios se incorporaron al registro de maltrato infantil en 2004.
- Maltrato físico o prenatal, negligencia emocional y síndrome de Munchausen son algunos tipos de desprotección infantil y adolescente
El síndrome de Munchausen, una de las formas más retorcidas y sibilinas de maltrato infantil, puede escapar durante años al diagnóstico del más competente de los pediatras a pesar de que ya se contempla en las listas de indicadores de maltrato del SNS. Lo padece la madre (o tutor), que por causas desconocidas fabula síntomas patológicos en el niño, e incluso es capaz de infligírselos para asegurar su presencia en el circuito sanitario.
La mayoría de las afectadas por este trastorno, que precisa atención psiquiátrica tanto del maltratador como de la víctima, se conforma con falsificar datos de la historia clínica o manipular pruebas (añaden sangre menstrual a la orina del niño, frotan el termómetro para alcanzar la temperatura más alta etc.), pero otras administran sustancias tóxicas al hijo o le infectan el catéter intencionadamente cuando está hospitalizado, provocando enfermedades que pueden llegar a matarle. Para el personal sanitario es difícil detectar esta alteración emocional porque suelen ser madres de apariencia abnegada y muy colaboradoras en el cuidado del menor.
Otra situación que requiere especial vigilancia y comunicación de las primeras sospechas es el maltrato prenatal que puede causar una futura madre intencionadamente o por negligencia al embarazo y al feto. Para calificarlo en el ranking de la desprotección se requiere una valoración, diagnóstico médico y notificación que constate la relación entre el comportamiento materno y las secuelas para el bebé. La calificación más grave contempla al bebé nacido con crecimiento y patrones neurológicos anómalos, con síndrome alcohólico-fetal o de abstinencia, como consecuencia de la falta de cuidados o consumo de drogas o alcohol durante el embarazo. Igualmente se da la máxima gravedad cuando el especialista detecta la falta de cuidados sanitarios que provocan lesiones en el feto, pero la embarazada no modifica su comportamiento a pesar de las indicaciones. Para prevenirlo es importante que los servicios sociales conozcan la situación de desprotección en la fase de riesgo leve, que puede ser detectada por matronas y ginecólogo.
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