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ESPAÑA
CONSUME EXPONENCIALMENTE RECURSOS SANITARIOS, ACARREA DEPRESIONES Y ES CAUSA DE ABSENTISMO
Cerca del 25 por ciento de la población europea acusa dolencias prolongadas
El dolor está o estará presente en todas las personas y repercute directamente sobre la calidad de vida de quienes lo padecen, además de traer consigo serias consecuencias emocionales, sociales y económicas. Sin embargo, todavía se trabaja poco en una línea analítica. La Plataforma Sin Dolor ha abordado las novedades en el panorama europeo.
Laura D. Ródenas - Viernes, 22 de Octubre de 2010 - Actualizado a las 00:00h.
Un tercio de la población europea sufre algún tipo de dolor. De hecho, preguntados a pie de calle, un 30 por ciento de los españoles aseguraban padecer dolor de tipo articular o muscular en el momento de ser interrogados. Y más del 25 por ciento de los ciudadanos del viejo continente se lamentan, además, de que sus dolencias, a menudo localizadas en la espalda, persisten durante más de tres meses. Son datos del último eurobarómetro sobre salud, realizado en 2007, que sacaron a colación Isabel de la Mata, asesora principal de la Unión Europea en materia de Salud Pública y Evaluación de Riesgos, y Giustino Varrassi, presidente de la European Federation of IASP Chapters (EFIC), en la III Reunión Nacional Dolor y Sociedad dentro de llos actos del Día Mundial del Dolor. Su objetivo: contextualizar el dolor en el entorno europeo.
"El principal problema al que nos enfrentamos es la dificultad para cuantificar lo que el paciente nos describe, lo que entorpece, a su vez, la precisión en el diagnóstico", explicó Albert Jovell, presidente del Foro Español de Pacientes. "Como colectivo -agregó- nuestro compromiso es el de no emitir juicios de valor. Nuestra obligación es tratar el caso". Ahora bien, "nuestra formación se limita a la esfera puramente física, dejando de lado las dimensiones emocional y social, a pesar de que hoy sabemos que el dolor no sólo es expresión de un factor patológico sino también de la incertidumbre". Esta inquietud puede llevar a un sentimiento de impotencia funcional.
La cronicidad es una baza en contra que suele aislar al paciente de su entorno y estigmatizarlo. La afirmación no es gratuita. De acuerdo con los datos aportados por Varrassi, "el 20 por ciento de los aquejados de dolor crónico caen en cuadros depresivos". Otras posibles consecuencias no menos contundentes son la ansiedad, el insomnio y la fatiga.
Albert Jovell: El principal problema al que nos enfrentamos es la dificultad para cuantificar lo que el paciente nos describe, lo que entorpece, a su vez, el diagnóstico
Un abordaje proactivo
¿Principal recomendación? Jovell lo tiene claro: "La escucha activa es indispensable". Las estadísticas aseguran que un médico tarda aproximadamente 16 segundos en interrumpir a su paciente, "un lapso de tiempo demasiado breve como para formarse una impresión en consecuencia". Por otra parte, "preguntamos mucho, pero frecuentemente olvidamos interesarnos por la evolución del dolor; tendemos a catalogar males sin ponerles rostro", destacó Isabel Sánchez Magro, directora médico de Grünenthal, que conforma junto a la Fundación para la Investigación en Salud (Fuinsa) la Plataforma Sin Dolor, la entidad convocante del encuentro.
"La media de horas de sufrimiento al año del paciente se estima en 8.760 frente a 6 de consulta y contacto directo con el profesional, un dato que nos da una idea de lo desamparados que pueden llegar a sentirse los enfermos en determinados momentos", subrayó Jovell. Pero -siguiendo el planteamiento de Jovell- "si la cara humana es importante, no lo es menos el refuerzo de la investigación, con nuevas y mejoradas escalas visuales analógicas (EVAS)".
'Es un derecho'
De lo que se trata es de garantizar unos mínimos armonizados -tarea prevista en España para finales de año (ver DM del 19-X-10)- puesto que, "como aclaró la OMS en septiembre de 2008, el disfrute del más alto nivel de salud es un derecho fundamental de todo ser humano", dijo Magro.
Isabel Sánchez Magro: Preguntamos mucho, pero frecuentemente olvidamos interesarnos por la evolución del dolor; tendemos a catalogar males sin ponerles rostro
Asimismo, es una cuestión de primer orden en tanto que impacta en la sociedad con unos costes elevadísimos. "En Alemania sólo el dolor de espalda se zampa el 2,2 por ciento del PIB", indicó Varrassi. Del mismo modo, "en Gran Bretaña el dolor lumbar supone un gasto sanitario mayor que la enfermedad cardiovascular (1.730 millones de libras frente a 1.630)". De ampliar el espectro al coste social, que incluiría las pérdidas derivadas, por ejemplo del absentismo laboral, el diferencial prácticamente se duplica, con 12.000 millones de libras frente a 7.060".
No obstante, los datos objetivados todavía son pocos. "Hay poca voluntad de constatar que no se está actuando correctamente", según Jovell. De lo que no cabe duda es de la necesidad de reconocer la lucha contra el dolor como parte integral de la sociedad del bienestar.
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viernes, 22 de octubre de 2010
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