30 de Octubre de 2014
28º Congreso Nacional de Sepeap
Los niños, como parte de su educación nutricional, deberían aprender cuánto y cómo beber de manera sana, dándoles la posibilidad de beber agua a lo largo del día.
El profesor Javier Aranceta, presidente del comité científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), ha impartido una ponencia sobre hidratación y salud en el niño en el 28º congreso de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap). En su intervención, auspiciada por Solán de Cabras, ha recalcado que pese a que una hidratación adecuada es fundamental en el niño, “a menudo se olvida este aspecto” cuando nos referimos a las recomendaciones nutricionales en la infancia. “El pediatra debería considerar y promover el mantenimiento de un buen estado de hidratación como uno de los hábitos saludables de la población infantil. A los niños, como parte de su educación nutricional, se les debería enseñar cuánto y cómo beber de manera sana. Del mismo modo, los padres deberían tener en cuenta que el agua y la leche son bebidas fundamentales en el niño y en el adolescente”, ha recordado. Entre las ventajas que supone el consumo de agua en edad pediátrica, Aranceta ha subrayado que, al no contener energía, puede aumentar la sensación de plenitud y saciedad si se ingiere con las comidas, desplazando el consumo de otras bebidas menos recomendables.
“En el nacimiento, el contenido total corporal de agua alcanza el 75% de peso corporal, un porcentaje que disminuye en el primer año de vida hasta el 60%, cifra que se mantiene en la edad adulta. También la distribución de agua en el organismo cambia de manera considerable durante la infancia. Por ello, el riesgo de deshidratación está más presente en los primeros años del niño, en comparación con los adultos, con mayor frecuencia y una mayor rapidez si no se controla el balance hídrico adecuado”, ha advertido el experto. En este sentido un aspecto fundamental que debe recordar el pediatra es que debe mantenerse el balance acuoso, que se establece entre la ingesta de agua y las pérdidas totales de agua, en las que se suman las pérdidas insensibles, la excretada por heces y por el riñón, y el agua que se precisa para formar nuevos tejidos. Por último, el profesor Aranceta ha recalcado que el pediatra debe tener en cuenta que estas pérdidas insensibles aumentan de manera considerable durante la hiperventilación, la sudoración profusa, estados febriles o cuando se producen condiciones ambientales de baja humedad y elevada temperatura.
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