JOVEN INVESTIGADOR
Células madre directas al corazón
Ricardo Sanz trabaja en el Hospital Gregorio Marañón en proyectos de células madre para pacientes con infarto. Considera que las aportaciones de la bioingeniería van a ser decisivas.
Alejandro Segalás | dmredaccion@diariomedico.com | 20/07/2015 00:00
Ricardo Sanz trabaja en el Hospital Gregorio Marañón en proyectos de células madre para pacientes con infarto. (DM)
VISTA:
Ricardo Sanz Ruiz (Valladolid, 1976) está inmerso en la aplicación de células madre y su administración en la vía intracoronaria en pacientes con infarto agudo de miocardio. Además, este vallisoletano que trabaja en la actualidad en el Servicio de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, defiende que los jóvenes investigadores en España combaten las dificultades que les plantea el contexto investigador actual con dos ingredientes que pueden con todo: ilusión y esfuerzo.
- A medio plazo se podrá disponer de materiales biocompatibles, listos para implantarlos en corazones humanos, repoblados con componentes celulares"
Sanz tiene un amplio abanico de proyectos y líneas de trabajo en marcha. En el terreno clínico, está trabajando en dos estudios en pacientes con infarto agudo de miocardio: BAMI y Caremi. Ambos utilizan la vía intracoronaria para la administración de células madre. El primero de ellos, BAMI, es un ambicioso proyecto financiado por el 7º Programa Marco de la Unión Europea, en el que participan una docena de países europeos y que en España se coordina desde el Hospital Gregorio Marañón, explica Ricardo Sanz a Diario Médico.
Se trata del primer ensayo clínico de fase III con células mononucleares autólogas de médula ósea y su importancia radica en que incluirá a 3.000 pacientes para demostrar la eficacia clínica de este tratamiento, con objetivos clínicos duros como mortalidad de origen cardíaco.
Terapia alogénica
Mientras, el estudio Caremi, que también es internacional y se coordina desde el hospital madrileño, se basa en el uso de células madre cardíacas de origen alogénico. "En este caso se trata de un ensayo clínico de fase I/II, en el que se han incluido ya 25 pacientes sin problemas de seguridad (principalmente de rechazo inmune)", apunta.
Mientras, el estudio Caremi, que también es internacional y se coordina desde el hospital madrileño, se basa en el uso de células madre cardíacas de origen alogénico. "En este caso se trata de un ensayo clínico de fase I/II, en el que se han incluido ya 25 pacientes sin problemas de seguridad (principalmente de rechazo inmune)", apunta.
- Ser científico en España requiere mucho tiempo y esfuerzo, y más aún para los clínicos. Pero creo que los investigadores jóvenes solventamos esa dificultad con un recurso intangible: nuestra ilusión"
En una mirada hacia el futuro de la terapia celular y el corazón, Sanz sostiene que los avances van a producirse en tres ámbitos diferenciados. En primer lugar, en la utilización de nuevos productos celulares, manipulados o no, pero mucho más potentes y versátiles, y con vías de administración más sencillas y accesibles. "De esta manera, y una vez actualizadas las guías clínicas de actuación, la terapia celular -y la génica- será fácilmente aplicable en la mayoría de los centros hospitalarios. Incluso tendremos evidencias del beneficio de combinar más de un tipo celular o de aplicarlas de forma repetitiva", asegura.
El segundo punto es que las aportaciones de la bioingeniería serán decisivas, a partir de fuentes naturales o artificiales. "Creo firmemente que a medio plazo dispondremos de materiales biocompatibles, más o menos complejos (geles, parches, incluso válvulas y vasos sanguíneos), listos para su implantación en corazones humanos, repoblados con componentes celulares, y funcionales desde el punto de vista físico, mecánico y eléctrico", vaticina este cardiólogo del Gregorio Marañón, al tiempo que insiste en que "estos tratamientos supondrán una nueva era de la biomedicina para una enorme población de pacientes".
Finalmente, para Sanz también será clave el desarrollo de ensayos clínicos con grandes poblaciones, para ser capaces de demostrar la utilidad clínica real de los diferentes tratamientos y poder modificar las guías de actuación y la práctica clínica habitual.
Optimismo
Sanz, como tantos otros jóvenes investigadores, debe sobreponerse a un contexto adverso, aunque lo afronta con optimismo. "Es cierto que ser investigador en España requiere mucho tiempo y esfuerzo, y más aún para los clínicos. Para nosotros la asistencia diaria de pacientes supone el grueso de nuestra actividad, pero creo que los investigadores jóvenes solventamos esa dificultad con nuestro esfuerzo e ilusión, que es un recurso intangible y a veces no bien reconocido, pero muy poderoso", argumenta, y añade que "la dificultad principal para la investigación en España radica en la financiación, ya que se trata de un país muy afectado por los recortes en sanidad e investigación, y eso ha tenido una gran repercusión en la financiación de proyectos".
Sanz, como tantos otros jóvenes investigadores, debe sobreponerse a un contexto adverso, aunque lo afronta con optimismo. "Es cierto que ser investigador en España requiere mucho tiempo y esfuerzo, y más aún para los clínicos. Para nosotros la asistencia diaria de pacientes supone el grueso de nuestra actividad, pero creo que los investigadores jóvenes solventamos esa dificultad con nuestro esfuerzo e ilusión, que es un recurso intangible y a veces no bien reconocido, pero muy poderoso", argumenta, y añade que "la dificultad principal para la investigación en España radica en la financiación, ya que se trata de un país muy afectado por los recortes en sanidad e investigación, y eso ha tenido una gran repercusión en la financiación de proyectos".
En su opinión, no hay que irse fuera de España para poder investigar en el primer nivel, puesto que aquí se hace investigación cardiovascular de primera calidad, tanto básica como preclínica y clínica. "Nuestro talón de Aquiles es la financiación, responsable de la fuga de cerebros, y quizá la falta de una mentalidad definitivamente traslacional en algunos campos, pero en cuanto a preparación de los profesionales, a la búsqueda de soluciones factibles, a la organización eficaz de redes cooperativas de investigación, a las infraestructuras disponibles y desde luego a la ilusión de los investigadores, no tenemos nada que envidiar a otros países".
Una trayectoria dedicada a la terapia celular y génica
Ricardo Sanz se licenció en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid en el año 2000, y es Máster en Metodología de Investigación Clínica por la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde 2006 es cardiólogo intervencionista en el Servicio de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón y profesor asociado de la Universidad Complutense de Madrid.
Lleva años trabajando en cardiopatía isquémica y en técnicas de intervencionismo coronario percutáneo y estrategias de reperfusión, así como en la insuficiencia cardíaca de diferentes orígenes, pero su trabajo de investigación se centra mayoritariamente en la terapia celular y génica para patología cardiovascular.
"Desde mis comienzos como residente, y siempre bajo la tutela del profesor Francisco Fernández-Avilés, me he implicado mucho en este campo. Pasé un año en el Texas Heart Institute de Houston bajo la dirección de los doctores Perin y Willerson para especializarme en las terapias regenerativas del corazón, sobre todo en las diferentes metodologías de administración percutánea de productos celulares y génicos al corazón". En los últimos 14 años ha participado en varios estudios preclínicos y ensayos clínicos de terapia celular.
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