Efectos tardíos del tratamiento anticanceroso en la niñez (PDQ®)–Versión para profesionales de salud
Información general sobre los efectos tardíos del tratamiento anticanceroso en la niñez
Durante las últimas cinco décadas, se han logrado avances notables en la formulación de un tratamiento curativo para las neoplasias malignas infantiles. Se espera que más de 80 % de los niños logren una supervivencia a largo plazo si tienen acceso a los tratamientos contemporáneos de las neoplasias malignas infantiles.[1,2] El tratamiento que hace posible esta supervivencia también puede producir desenlaces adversos a largo plazo para la salud, conocidos como efectos tardíos, que se manifiestan meses a años después de terminar el tratamiento del cáncer.
Se ha utilizado una variedad de abordajes para avanzar en la comprensión de la morbilidad a muy largo plazo relacionada con el cáncer infantil y su contribución a una mortalidad temprana. En estas iniciativas se empleó una gama de recursos que incluye la investigación de datos de las siguientes fuentes:
Los estudios en los que se informan los desenlaces de los sobrevivientes, se describen en detalle el estado clínico y las exposiciones al tratamiento, y se verifica de manera integral los efectos específicos mediante evaluaciones médicas, por lo general proporcionan la mejor calidad de datos para establecer los perfiles de presentación y riesgo de los efectos tóxicos tardíos vinculados con el tratamiento del cáncer. Cualquiera sea la metodología de un estudio, es importante tomar en cuenta el sesgo de selección y de participación en los estudios de cohortes en el contexto de los resultados notificados.
Prevalencia de los efectos tardíos en los sobrevivientes de cáncer infantil
Por lo general, los efectos tardíos se presentan en adultos que sobrevivieron al cáncer infantil; la prevalencia de los efectos tardíos aumenta mientras más tiempo transcurre desde el diagnóstico del cáncer. En los estudios poblacionales se confirma el exceso de morbilidad hospitalaria de niños y adultos jóvenes sobrevivientes de cáncer en comparación con los controles ajustados por edad y sexo.[3-5,10-14]
En las investigaciones se observó que, entre los adultos tratados por cáncer durante la niñez, los efectos tardíos contribuyen con una carga de morbilidad alta; por ejemplo, los siguientes:[6,8,9,15-18]
- De 60 a más de 90 % presentan una o más afecciones crónicas.
- De 20 a 80 % experimentan complicaciones graves y potencialmente mortales en la edad adulta.
Mediante parámetros de carga acumulada (en los que se incorporan múltiples afecciones y episodios recidivantes en un solo parámetro que incluye riesgos que compiten), se determinó que los sobrevivientes de 50 años de la St. Jude Lifetime Cohort presentaron un promedio de 17,1 afecciones crónicas; de estas, 4,7 fueron graves o incapacitantes, pusieron en peligro la vida o fueron mortales.[17] Por el contrario, la carga acumulada en controles emparejados de la comunidad que presentaron 9,2 afecciones crónicas; 2,3 de estas fueron graves o incapacitantes, pusieron en peligro la vida o fueron mortales (consultar la Figura 1).[17]
La variabilidad de la prevalencia se relaciona con diferencias en las siguientes características:
- Edad y período de seguimiento de las cohortes estudiadas.
- Métodos y congruencia de la evaluación (por ejemplo, autonotificación vs. evaluaciones médicas según el riesgo).
- Intensidad del tratamiento y época del tratamiento.
Los investigadores del Childhood Cancer Survivor Study (CCSS) demostraron que el riesgo elevado de morbilidad y mortalidad en los sobrevivientes de la cohorte que envejece aumenta más allá de la cuarta década de vida. A los 50 años, la incidencia acumulada de una afección grave, incapacitante, potencialmente mortal o mortal autonotificada fue de 53,6 % en los sobrevivientes, en comparación con 19,8 % en los hermanos del grupo de control. De los sobrevivientes que alcanzaron los 35 años sin presentar una afección previa grave, incapacitante, potencialmente mortal o mortal, 25,9 % presentó una afección nueva de grado 3 a 5 dentro de los 10 años siguientes, en comparación con 6,0 % de los hermanos sanos (consultar la Figura 2).[6]
La presencia de afecciones crónicas, graves, incapacitantes y potencialmente mortales afecta de forma adversa el estado de salud de los sobrevivientes que envejecen, sobre todo en lo que respecta a insuficiencia funcional y limitación de las actividades. Como era previsible, se ha notificado que las afecciones crónicas contribuyen a una prevalencia más alta de síntomas de sufrimiento emocional en los adultos sobrevivientes que en los controles poblacionales.[19] Las mujeres sobrevivientes exhiben un deterioro del estado de salud en función de la edad más pronunciado que los varones sobrevivientes.[20] La prevalencia aún más alta de efectos tardíos entre las cohortes investigadas usando criterios clínicos se relaciona con las afecciones subclínicas y no diagnosticadas que se identifican mediante exámenes detección y medidas de vigilancia.[9]
Los investigadores del CCSS también evaluaron el efecto de la raza y la etnia en los desenlaces tardíos mediante la comparación de la mortalidad tardía, las neoplasias subsiguientes y las afecciones crónicas de participantes hispanos (n = 750) y negros no hispanos (n = 694) con las de participantes blancos no hispanos (n = 12 397).[21] Se observaron los siguientes resultados:
- El tratamiento del cáncer no explicó las disparidades en la mortalidad, las afecciones crónicas o las neoplasias subsiguientes observadas entre los grupos.
- Las diferencias en el estado socioeconómico y los factores de riesgo cardiovascular afectaron el riesgo. La mortalidad por todas las causas fue más alta en los participantes negros sin no hispanos que en los otros grupos, pero esta diferencia desapareció después del ajuste según el estado socioeconómico.
- El riesgo de padecer de diabetes fue elevado en los grupos de minorías raciales o étnicas, incluso después del ajuste por estado socioeconómico y obesidad.
- Fue más probable que las personas negras no hispanas notificaran afecciones cardíacas, pero este riesgo disminuyó después del ajuste por factores de riesgo cardiovascular.
- Los negros no hispanos no notificaron factores de riesgo para el cáncer de piel no melanoma, que es un hallazgo reproducido por otros;[22] los participantes hispanos tuvieron un riesgo más bajo que los participantes blancos no hispanos.
El reconocimiento de los efectos tardíos, junto con los avances en la biología del cáncer, las ciencias radiológicas y la atención de apoyo, ha dado lugar a un cambio en la prevalencia y la gama de los efectos del tratamiento. En un esfuerzo por reducir y prevenir los efectos tardíos, el tratamiento contemporáneo de la mayoría de las neoplasias malignas infantiles ha evolucionado a un enfoque adaptado al riesgo que se asigna de acuerdo con una variedad de factores clínicos, biológicos y, a veces, genéticos. El CCSS notificó que, con la disminución de la dosis acumulada y la frecuencia de uso de la radiación terapéutica durante las décadas de tratamiento de 1970 a 1999, los sobrevivientes experimentaron una disminución importante del riesgo de neoplasias subsiguientes.[23] Con excepción de los sobrevivientes que necesitan tratamiento multimodal intensivo (que a veces incluye un trasplante de células hematopoyéticas) por neoplasias de crecimiento rápido, resistentes o recidivantes, los efectos potencialmente mortales son relativamente poco comunes luego de los tratamientos contemporáneos durante el seguimiento temprano (hasta 10 años después del diagnóstico). Sin embargo y con frecuencia, los sobrevivientes todavía presentan una morbilidad que les altera la vida relacionada con los efectos del tratamiento del cáncer en el funcionamiento endocrino, reproductivo, osteomuscular y neurológico.
En una investigación del CCSS se examinaron los patrones temporales de incidencia acumulada de afecciones crónicas graves o mortales en sobrevivientes tratados entre 1970 y 1999. La incidencia acumulada a 20 años de por lo menos una afección crónica de grado 3 a 5 disminuyó de manera significativa, desde 33,2 % en los sobrevivientes que recibieron el diagnóstico entre 1970 y 1979, hasta 29,3% para los que recibieron el diagnóstico entre 1980 y 1989, y hasta 27,5 % para los que recibieron el diagnóstico entre 1990 y 1999, en comparación con una incidencia de 4,6 % en la cohorte de hermanos. La disminución general en la incidencia de afecciones crónicas en los 3 decenios de tratamiento se explica, en parte, por la disminución sustancial de las endocrinopatías, las neoplasias malignas subsiguientes, las afecciones osteomusculares y las afecciones gastrointestinales, mientras que la incidencia acumulada de hipoacusia aumentó durante este periodo. La disminución en la morbilidad no fue uniforme en los diferentes grupos de diagnóstico o tipos de afección debido a diferencias en los patrones de tratamiento y supervivencia que se observaron con el tiempo (para obtener más información, consultar la Figura 3).[24]
Mortalidad
Tal como se observa en los siguientes datos, los efectos tardíos también contribuyen a un exceso de riesgo de muerte prematura entre los sobrevivientes de cáncer infantil a largo plazo:
- En varios estudios de cohortes muy grandes de sobrevivientes, se notificó mortalidad temprana en las personas tratadas por cáncer infantil comparadas con los controles de la población general emparejados por edad y sexo. El cáncer primario recidivante o resistente al tratamiento aún es la causa más frecuente de muerte, seguida de un exceso de mortalidad por causa específica debida a cánceres primarios subsiguientes, así como a efectos tóxicos cardíacos y pulmonares.[25-31]
- En un análisis de los datos del CCSS y el Surveillance, Epidemiology, and End Results (SEER) en los que se evaluó la supervivencia condicional, se demostró una tasa de supervivencia subsiguiente a 5 años de 92 % o más para la mayoría de los diagnósticos después de 5, 10, 15 y 20 años. Entre quienes sobrevivieron por lo menos 5 años desde el diagnóstico, la probabilidad de morir por cualquier causa en los 10 años siguientes fue de 8,8 % en el estudio del CCSS y de 10,6 % en el estudio SEER; las neoplasias fueron la causa de muerte en cerca del 75 % de los sobrevivientes.[32]
A pesar de las tasas altas de morbilidad prematura, la mortalidad general ha disminuido con el tiempo.[25,33-35] Esta reducción se relaciona con una disminución de las defunciones por el cáncer primario que no se vincula con un aumento de la mortalidad por cánceres subsiguientes o efectos tóxicos relacionados con el tratamiento. La primera refleja mejoras en la eficacia terapéutica y la última refleja los cambios en el tratamiento posterior al estudio de las causas de los efectos tardíos. La expectativa de que las tasas de mortalidad de los sobrevivientes seguirán excediendo las de la población general se basa en las secuelas a largo plazo que es probable que aumenten con la edad. Si se realiza un seguimiento a los pacientes tratados con protocolos terapéuticos durante períodos prolongados hasta la edad adulta, será posible evaluar el exceso de mortalidad de por vida en relación con intervenciones terapéuticas específicas.
Sobrevivientes de cánceres en adolescentes y adultos jóvenes
Se dispone de poca información sobre las probabilidades condicionales de muerte en pacientes que presentaron un cáncer cuando eran adolescentes o adultos jóvenes, y que sobreviven más de 5 años después de su diagnóstico. Utilizando los datos SEER, se estudió la supervivencia relativa condicional hasta 25 años después del diagnóstico en una cohorte de pacientes adolescentes y adultos jóvenes (N = 205 954) con un primer cáncer (tiroides, melanoma, testículo, mama, linfoma, leucemia y tumores del sistema nervioso [SNC]). Para todos los tipos de cáncer combinados, entre las personas que sobrevivieron hasta 5 años, la supervivencia relativa subsiguiente a 5 años fue superior a 95 % a los 7 años del diagnóstico. De acuerdo con este estudio, la mayoría de los pacientes que presentaron un cáncer cuando eran adolescentes y adultos jóvenes, y que sobrevivieron por lo menos 7 años después del diagnóstico experimentaron pocas diferencias en la supervivencia con respecto a la población general. Para tipos de cáncer específicos, incluso tumores del SNC, cáncer de mama femenino, linfoma de Hodgkin y leucemia, hay datos probatorios de que el exceso de riesgo de mortalidad persistió o reapareció más de 10 años después del diagnóstico de cáncer. La supervivencia relativa condicional fue más baja en adolescentes y adultos jóvenes con tumores del SNC, aunque los pacientes de 15 a 29 años exhibieron una tasa de supervivencia más alta que los pacientes de 30 a 39 años en el momento del diagnóstico de sus tumores del SNC.[36]
Vigilancia de los efectos tardíos
El reconocimiento tanto de la toxicidad aguda como de la específica tardía, alentó las investigaciones para evaluar los factores fisiopatológicos y pronósticos de los efectos relacionados con el tratamiento del cáncer. Los resultados de estos estudios desempeñaron una función importante en las siguientes áreas:[25,33]
- Cambio de los enfoques terapéuticos del cáncer infantil para reducir la mortalidad relacionada con el tratamiento que recibieron los sobrevivientes en épocas más recientes.
- Establecimiento de recomendaciones para la orientación relacionada con los riesgos y los exámenes de detección para los sobrevivientes a largo plazo mediante la identificación de características clínicas y terapéuticas de quienes tienen un riesgo más alto de complicaciones del tratamiento.
Los efectos tardíos comunes de los cánceres infantiles abarcan varios dominios amplios como los siguientes:
- Crecimiento y desarrollo.
- Funcionamiento orgánico.
- Capacidad reproductiva y estado de salud de los hijos.
- Carcinogénesis secundaria.
- Secuelas psicosociales relacionadas con el cáncer primario, su tratamiento o la falta de adaptación relacionada con la vivencia del cáncer.
Las secuelas tardías del tratamiento del cáncer infantil se pueden anticipar a partir de las exposiciones terapéuticas, pero los factores que influyen en la magnitud del riesgo y las manifestaciones en cada paciente son numerosos. Los factores que se deben considerar en la evaluación de riesgos de un determinado efecto tardío son los siguientes:
Factores relacionados con el tumor
- Localización del tumor.
- Efectos directos en el tejido.
- Disfunción orgánica inducida por el tumor.
- Efectos mecánicos.
Factores relacionados con el tratamiento
- Radioterapia: dosis total, tamaño de la fracción, volumen del órgano o el tejido, tipo de energía de la máquina.
- Quimioterapia: tipo de fármaco, intensidad de las dosis, dosis acumulada, cronograma de administración.
- Cirugía: técnica, sitio.
- Trasplante de células hematopoyéticas.
- Uso de tratamientos de modalidad combinada.
- Transfusión de hemoderivados.
- Tratamiento de la enfermedad de injerto contra huésped crónica.
Factores relacionados con el huésped
- Sexo.
- Predisposición genética.
- Estado de salud premórbido.
- Estado de desarrollo.
- Edad en el momento del diagnóstico.
- Tiempo transcurrido desde el diagnóstico o el tratamiento.
- Sensibilidades inherentes al tejido y la capacidad de reparación del tejido normal.
- Entorno hormonal.
- Funcionamiento de los órganos no afectados por el tratamiento del cáncer.
- Estado socioeconómico.
- Hábitos saludables.
Recursos para la atención de apoyo al sobreviviente
Exámenes de detección según el riesgo
La American Society of Pediatric Hematology/Oncology, la International Society of Pediatric Oncology, la American Academy of Pediatrics, el Children’s Oncology Group (COG) y el Institute of Medicine apoyan la necesidad de un seguimiento a largo plazo de los sobrevivientes de cáncer infantil. Se recomienda un seguimiento médico según el riesgo que incluya un plan sistemático de exámenes de detección, vigilancia y prevención de por vida que incorpore cálculos de riesgo a partir de los siguientes aspectos:[37]
- Cáncer anterior.
- Tratamiento del cáncer.
- Predisposición genética.
- Comportamientos relacionados con el estilo de vida.
- Afecciones comórbidas.
- Sexo.
Parte del seguimiento a largo plazo también se enfoca en la identificación apropiada del avance educativo y vocacional. Es posible que los tratamientos específicos para el cáncer infantil, en especial los que afectan directamente las estructuras del sistema nervioso, produzcan deficiencias sensoriales, motrices y neurocognitivas con consecuencias adversas en el estado funcional, los logros educativos y las oportunidades vocacionales futuras.[38] En apoyo a esto, en una investigación del CCSS se observó lo siguiente:[39]
- El tratamiento con dosis de radiación craneal de 25 Gy o más, se relacionó con posibilidades más altas de desempleo (relacionado con la salud: oportunidad relativa [OR], 3,47; intervalo de confianza [IC] 95 %, 2,54–4,74; búsqueda de trabajo: OR, 1,77; IC 95 %, 1,15–2,71).
- Los sobrevivientes desempleados notificaron grados más altos de funcionamiento físico precario que los sobrevivientes empleados, tenían un grado de escolaridad e ingresos inferiores y era más probable que estuvieran asegurados por el sistema público que los hermanos desempleados.
Estos datos subrayan la importancia de facilitar el acceso de los sobrevivientes a los servicios correctivos, que mostraron incidir de manera positiva en los logros educacionales que,[40] a su vez, es posible que mejoren las oportunidades vocacionales.
Además de la identificación sistemática de los efectos tardíos del tratamiento a partir del riesgo, también se enfatiza el efecto de los comportamientos saludables para prevenir los riesgos relacionados con el cáncer. Los comportamientos que fomentan la salud también se destacan para los sobrevivientes del cáncer infantil. Los esfuerzos educativos dirigidos parecen valer la pena en las siguientes áreas:[41]
- Abstinencia del tabaquismo, consumo excesivo de alcohol y consumo de drogas ilícitas para reducir el riesgo de toxicidad orgánica y, posiblemente, neoplasias malignas subsiguientes.
- Prácticas alimentarias saludables y un estilo de vida activo para reducir las complicaciones metabólicas y cardiovasculares relacionadas con el tratamiento.
El abordaje preventivo de hábitos nocivos y comportamientos peligrosos es pertinente, como lo confirman varias investigaciones de sobrevivientes a largo plazo que consumen tabaco y alcohol, y tienen estilos de vida inactivos que se traducen en tasas más altas que las ideales de efectos tardíos debido a su mayor riesgo de efectos tardíos cardíacos, pulmonares y metabólicos.[41-43]
Acceso de los sobrevivientes a la atención de la salud según el riesgo
La mayoría de los sobrevivientes de cáncer infantil no reciben la atención que se recomienda según los riesgos que presentan. En el CCSS se observó lo siguiente:
- 88,8 % de los sobrevivientes notificaron recibir alguna forma de atención médica.[44]
- 31,5 % notificaron recibir atención enfocada en el cáncer previo (atención enfocada en el sobreviviente).[44]
- 17,8 % notificaron recibir atención enfocada en el sobreviviente que incluyó asesoramiento acerca de la reducción de riesgos, y orientación o solicitud de exámenes de detección.[44]
- La vigilancia de los casos nuevos de cáncer en sobrevivientes fue muy baja en quienes presentaban el riesgo más alto de cánceres de colon, mama o piel; esto indica que los sobrevivientes y sus médicos necesitan educarse sobre el riesgo de neoplasias subsiguientes y la vigilancia recomendada.[45]
- Los factores sociodemográficos se han vinculado con tasas en disminución de la atención de seguimiento a medida que pasa el tiempo desde el momento del diagnóstico. En la encuesta más reciente de seguimiento de los participantes del CCSS, fue más probable que los varones que tenían ingresos familiares anuales inferiores a $20 000 y menores logros educativos (educación de escuela secundaria o menos) notificaran no haber recibido atención para su salud. Esta tendencia es preocupante porque la prevalencia de las afecciones crónicas aumenta a medida que pasa más tiempo desde el diagnóstico de cáncer en los adultos tratados por cáncer durante la niñez.[46]
El acceso al seguro médico parece desempeñar una función importante en la atención de los sobrevivientes según su riesgo.[47,48] La falta de acceso a un seguro médico afecta los siguientes aspectos:
- Consultas relacionadas con el cáncer. En el estudio del CCSS, fue menos probable que los sobrevivientes sin seguro de enfermedad notificaran una consulta relacionada con el cáncer que quienes tenían un seguro privado (riesgo relativo [RR] ajustado, 0,83; IC 95 %, 0,75–0,91) o una visita a un centro oncológico (RR ajustado, 0,83; IC 95 %, 0,71–0,98). Los sobrevivientes sin seguro tenían índices más bajos de utilización en todas las mediciones de atención que los sobrevivientes con seguro privado. En contraste, fue más probable que los sobrevivientes con seguro público confirmaran el uso de una consulta médica relacionada con el cáncer (RR ajustado, 1,22; IC 95 %, 1,11–1,35) o una visita a un centro oncológico (RR ajustado 1,41; IC 95 %, 1,18–1,70) que los sobrevivientes con seguro privado.[47]
- Desenlaces de la atención de la salud. En un estudio en el que se compararon los resultados de la atención de la salud de adolescentes y adultos jóvenes (AAJ) sobrevivientes de cáncer a largo plazo con adultos jóvenes sin antecedentes de cáncer, la proporción de sobrevivientes sin seguro de enfermedad no difirió entre los dos grupos.[49]
- Carga económica. Los subgrupos de AAJ de sobrevivientes quizás tienen un riesgo adicional de enfrentar obstáculos para la atención de la salud. Los sobrevivientes más jóvenes (20–29 años de edad), las mujeres, las personas no blancas y los sobrevivientes que notificaron tener salud más precaria, enfrentaron más barreras económicas, que a veces impiden la detección temprana de efectos tardíos.[49]
En términos generales, la falta de seguro médico sigue siendo una preocupación importante para los sobrevivientes de cáncer infantil debido a cuestiones de salud, desempleo y otros factores sociales.[50,51] La legislación, como la Health Insurance Portability and Accountability Act (HIPAA),[52,53] mejoró el acceso y la retención del seguro de enfermedad de los sobrevivientes; sin embargo, no se ha estudiado bien la calidad y las limitaciones relacionadas con estas políticas.
Transición a la atención del sobreviviente
Programas de seguimiento a largo plazo
La transición de la atención pediátrica al entorno de la atención de salud para adultos es necesaria para la mayoría de los sobrevivientes de cáncer infantil en los Estados Unidos.
Cuando se dispone de ellos, en los programas multidisciplinarios de seguimiento a largo plazo en un centro de cáncer infantil, se trabaja en colaboración con los médicos de la comunidad para proporcionar atención a los sobrevivientes de cáncer infantil. Este tipo de atención compartida se propuso como modelo óptimo para facilitar la coordinación entre el equipo del centro de oncología y los grupos médicos de la comunidad que proporcionan atención a los sobrevivientes.[54]
Un servicio esencial de los programas de seguimiento a largo plazo es la organización de un plan de atención individualizado de supervivencia que incluya los siguientes aspectos:
- Detalles acerca de las intervenciones terapéuticas administradas para el cáncer infantil y sus posibles riesgos para la salud (por ejemplo, tipo y dosis acumulada de quimioterapia, campos y dosis de radioterapia, procedimientos quirúrgicos, transfusiones de hemoderivados y trasplante de células hematopoyéticas).
- Recomendaciones de exámenes médicos personalizados de detección.
- Información acerca de los factores de estilo de vida que modifican los riesgos.
En una investigación del CCSS en la que se evaluaron las percepciones sobre la salud futura y el riesgo de cáncer se resaltó la importancia de continuar la educación de los sobrevivientes durante las evaluaciones del seguimiento a largo plazo. En un subgrupo importante de adultos sobrevivientes de cáncer se notificó ausencia de preocupación sobre la salud futura (24 %) y el riesgo de cáncer subsiguiente (35 %), incluso después de la exposición a tratamientos relacionados con aumento del riesgo. Estos hallazgos señalan el problema de que los sobrevivientes quizás tengan una probabilidad más baja de participar en exámenes de detección beneficiosos y en actividades de reducción del riesgo.[55]
Para los sobrevivientes que no recibieron esta información, el COG ofrece una plantilla que los sobrevivientes pueden usar para organizar un resumen del tratamiento personal (consultar las Survivorship Guidelines, Appendix 1 del COG).
COG Long-Term Follow-Up Guidelines for Survivors of Childhood, Adolescent, and Young Adult Cancers
Para facilitar el acceso del sobreviviente y el proveedor a información sucinta para guiar la atención de acuerdo con el riesgo, los investigadores del COG organizaron un compendio de recomendaciones de vigilancia sanitaria según la exposición y el riesgo con la meta de estandarizar la atención de los sobrevivientes de cáncer infantil.[56]
El compendio de recursos incluye lo siguiente:
- Directrices de seguimiento a largo plazo. Las Long-Term Follow-Up Guidelines for Survivors of Childhood, Adolescent, and Young Adult Cancers del COG son apropiadas para sobrevivientes asintomáticos que se presentan para una evaluación médica de rutina a partir de las exposiciones; esta se realiza 2 o más años después de finalizar el tratamiento.
- Enlaces sobre salud. Los materiales educativos para pacientes, conocidos como Health Links proporcionan información detallada con directrices sobre temas específicos para mejorar el mantenimiento y la promoción de la salud en esta población de sobrevivientes de cáncer.[57]
- Revisiones integrales. Los grupos multidisciplinarios de trabajo por sistemas (es decir, cardiovascular, neurocognitivo y reproductivo), que son responsables de dar seguimiento a la bibliografía médica, evaluar el contenido de las directrices y proporcionar recomendaciones para su revisión a medida que se dispone de información nueva, publicaron varias revisiones integrales sobre los efectos tardíos específicos del cáncer infantil.[58-70]
La información sobre los efectos tardíos se resume en los cuadros de este sumario.
Varios grupos se han dedicado a la investigación a fin de evaluar el rendimiento de los exámenes de detección según el riesgo, como lo recomiendan el COG y otros grupos cooperativos de oncología pediátrica.[9,71,72] Entre las consideraciones pertinentes a la interpretación de los resultados de estos estudios se incluyen las siguientes:
- Variabilidad de la edad de la cohorte en el momento del tratamiento.
- Edad en el momento del examen de detección.
- Tiempo transcurrido desde el tratamiento del cáncer.
- Sesgo de participación.
En conjunto, estos estudios demuestran que los exámenes de detección identifican una proporción importante de personas con complicaciones clínicas de diferentes grados de gravedad relacionadas con el tratamiento que no se habían reconocido antes. En los resultados de los estudios también se identificaron evaluaciones de rendimiento bajo que alentaron revisiones de las recomendaciones de los exámenes de detección. En las investigaciones en curso se evalúa la rentabilidad de los exámenes de detección en un contexto en que se toman en cuenta los beneficios, los riesgos y los perjuicios.
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