sábado, 23 de abril de 2011

Acompañar en la reinserción social - lanacion.com  

Experiencia en el hospital de San Isidro / Promueven la atención sin internación
Acompañar en la reinserción social
La función del acompañante terapéutico es contener y ayudar al paciente psiquiátrico a reconectarse con su entorno social

Sábado 23 de abril de 2011 | Publicado en edición impresa.
Tesy de Biase
Para LA NACION


Crean puentes entre el aislamiento y el encuentro con los otros, entre la dependencia y el camino hacia la autonomía; puentes que ayudan a las personas con padecimiento psiquiátrico a restablecer el vínculo con el entorno social del que se habían alejado.

Gracias a esta función de reconexión, los acompañantes terapéuticos funcionan como auxiliares del dispositivo de salud desplegado por psicólogos, psiquiatras y asistentes sociales.

"El terapeuta ve al paciente una hora, pero los auxiliares terapéuticos multiplican este tiempo, participan en la interacción familiar y en distintas actividades en las que intervienen con un rol terapéutico, pero con una distancia distinta de la asimetría propia de la relación del médico o el psicólogo con el paciente", comenta el médico psiquiatra Guillermo Belaga, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Central de San Isidro.

Cumplen un rol de sostén fuera del espacio terapéutico con aquellos pacientes que presentan dificultades para enfrentarse, con recursos psíquicos limitados, a su propio sufrimiento psíquico y a un medio social que suele ser hostil y estigmatizador. Participan en la vida cotidiana del paciente, a quien escuchan, contienen y ayudan a reconstruir vínculos que no siempre están enteros.

La estrategia de acompañamiento se construye artesanalmente, para cada paciente, según su diagnóstico, sus imposibilidades y las dificultades de su red familiar y social. "El trabajo del acompañante terapéutico se inscribe donde las redes propias del paciente fallan. Si hubiera amigos y familiares que se hicieran cargo probablemente no sería necesario acompañar", dice Belaga.

Y relata el caso de un paciente que había recibido el alta psiquiátrica y estaba en condiciones de retomar sus estudios, pero no se animaba a viajar solo. O la situación de una paciente con una fobia severa, por la cual no podía permanecer sola en la casa porque sentía una angustia discapacitante. En ambos casos, la sola presencia del AT fue suficiente para calmar el síntoma y rehabilitar para la acción.

Reconocimiento
Los acompañantes terapéuticos no cuentan aún con matrícula profesional y son instituciones privadas las encargadas de la formación, como el Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (Ineba). Mediante un convenio, el Hospital Central de San Isidro recibe a los egresados de la carrera de acompañante terapéutico de Ineba para que realicen sus prácticas iniciales ad honórem.

La propuesta se enmarca indirectamente dentro de la ley nacional de salud mental, sancionada el año pasado, que concibe la internación psiquiátrica como último recurso. A fin de suplantar la alternativa extrema del encierro, promueve la atención en salud mental por parte de un equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente, en el que incluye las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes.

La filosofía del servicio consiste en ofrecer un tratamiento integral que prevenga internaciones, posibilite las externaciones y, cuando éstas se producen, facilite la reinserción social efectiva. Por eso, incluye en su equipo de salud a los trabajadores sociales, cuya misión se extiende al exterior.

"Los trabajadores sociales conocen la dinámica y los recursos comunitarios; saben qué timbres tocar para la resolución de numerosos problemas, temas que los psiquiatras y psicólogos, por más sensibilidad social que tengan, no pueden abarcar", reconoce Belaga.

"Nosotros no inventamos nada nuevo, pero retomamos la tradición de la comunidad terapéutica que nació en los años 60 y 70 con la propuesta de la desmanicomialización", dice el psiquiatra.

Reinserción activa
El modelo de esta propuesta es el proyecto iniciado por Franco Basaglia en Italia, que estimula y facilita la incorporación de los pacientes psiquiátricos en actividades sociales subvencionadas y actividades laborales que ayudan a la reinserción activa de cada paciente.

Claro que los recursos que invierte Italia distan de los invertidos por la Argentina, donde uno de los grandes problemas es la fragmentación de esfuerzos y la falta de reconocimiento económico a sus trabajadores de salud mental. Los psicólogos que trabajan en el ámbito público, en su mayoría, lo hacen de forma gratuita.

En la Municipalidad de San Isidro, según explica el doctor Belaga, cada centro de salud comunitaria cuenta con uno o dos psicólogos rentados y otros diez que cumplen sus funciones ad honórem. Y en el hospital, solamente el 40% tiene una renta.

Psicólogos y acompañantes terapéuticos en funciones calificadas, a la espera de reconocimiento en el contexto de una reforma nacional del sistema de protección de la salud mental.

DIXIT
"Si hubiera amigos y familiares que se hicieran cargo no sería necesario acompañar"

Guillermo Belaga

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Un taller que combate la exclusión
Sábado 23 de abril de 2011 | Publicado en edición impresa
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.A partir de la concepción de la salud mental como un proceso dinámico que le reserva al paciente un rol activo, el Servicio de Psiquiatría del Hospital de San Isidro, como tantos en el resto del país, ofrece talleres creativos. Uno de ellos de literatura propone a cada participante aportar un texto -escrito o no por él mismo- para compartir con el grupo.

La acompañante terapéutica Agostina Giodetti participó de este taller y relata su experiencia.

"En el momento de la lectura del texto, todos los pacientes formaban parte de la escena, una parte primordial: estaban siendo escuchados. En esa ronda, en el taller, pude percibir que cada paciente lograba -por lo menos, una hora de su día- ser registrado por otro, que iba a su vez a buscar también su propio registro. Una forma contraria a la exclusión que los encontraría de nuevo al salir del hospital."

Entre los comentarios de los pacientes, Agostina recuerda las voces multiplicadas: "En mi casa no me entienden"; "En mi casa me peleo, no me escuchan"; "Me quedé solo"; "Busco trabajo?".

"El taller es una red de contención para ellos, un dispositivo con el que pueden contar, mientras hacen de su vida -a veces- simplemente lo que pueden. Como acompañante terapéutica, me sentí capaz de romper, al menos en un lapso de sus vidas, con un imaginario social que conserva el miedo a la locura y provoca la distancia que empuja a los pacientes a los talleres con asistencia perfecta."

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