Biomarcadores psiquiátricos: existen pero no se utilizan

La investigación de biomarcadores diagnósticos sigue avanzando y cada
vez se conocen más. Sin embargo, este potencial aún no ha sido aplicado
totalmente en la práctica clínica diaria.

Iñaki Revuelta. Vitoria
| 12/03/2014 00:00

José Manuel Goikolea, Javier Meana y Miquel Bioque

José Manuel Goikolea, coordinador del Departamento del
Trastorno Bipolar en el Hospital Clínico de Barcelona; Javier Meana,
jefe de Grupo Cibersam; Miquel Bioque, del Hospital Clínico de Barcelona
(IÑAKI REVUELTA)

La investigación de biomarcadores diagnósticos sigue
avanzando y cada vez se conocen más. Sin embargo, este potencial aún no
ha sido aplicado totalmente en la práctica clínica diaria, según los
profesionales que han participado en el XXII Curso de Actualización en
Psiquiatría, en Vitoria.

Según Miquel Bioque, del Hospital Clínico de Barcelona,
en la actualidad "se dispone de más de 270 biomarcadores sanguíneos
diagnósticos y/o terapéuticos en esquizofrenia". Sin embargo, se lamentó
porque "gran parte de los psiquiatras los desconocen y su inclusión en
la práctica diaria es prácticamente nula".

Actualmente existen más de 270
biomarcadores sanguíneos en esquizofrenia, pero su inclusión en la
práctica diaria habitual es casi nula

Sesgo de las muestras
A su juicio, "a pesar de las esperanzas que se pusieron en que la controvertida nueva edición del DSM 5 incluyera
biomarcadores diagnósticos, "ésto no ha sido posible. Ello se debe a
dos principales obstáculos que han de superarse en la investigación en
esquizofrenia. En primer lugar, la heterogeneidad clínica de las
muestras incluidas en los estudios y la variabilidad de diseños en la
investigación, que impiden obtener una visión global que aúne la ingente
cantidad de evidencia que equipos de investigación internacional están
generando".

Este sesgo o mala selección de las muestras de estudio
es uno de los principales motivos por los que la psiquiatría biológica
"está tardando tanto en encontrar test clínicos válidos y que sean
aplicables".

Para José Manuel Goikolea, coordinador del Departamento
del Trastorno Bipolar en el Hospital Clínico de Barcelona, existen
diversos tipos de biomarcadores. Los genéticos ya disponen de
aplicaciones en el terreno de la farmacogenética, aunque sus resultados
en la práctica diaria dan lugar a debate; y los marcadores de
neuroimagen, que en los trastornos afectivos se centran en alteraciones
en la activación en regiones cerebrales que regulan la vida emocional,
como el córtex límbico o el córtex prefrontal ventral.

En psiquiatría, la medicina
estratificada aporta información con biomarcadores para clasificar a
subgrupos tanto para el diagnóstico como para el tratamiento

En esta línea, Goikolea señala que en los últimos años
destaca el auge en el estudio y conocimiento de biomarcadores
periféricos en los trastornos afectivos. Un ejemplo son los diversos
biomarcadores que señalan la disfunción del sistema serotoninérgico. A
nivel hormonal existen los relacionados con la alteración del eje
hipotálamo-hipófiso-suprarrenal que, traducido en hipercortisolemia y
desregulación de la liberación del cortisol, suponen la respuesta
patológica al estrés.

Medicina estratificada
"En
conjunto, hay biomarcadores potenciales de vulnerabilidad, expresión de
la enfermedad, que ayudan a comprender el curso de la enfermedad y la
respuesta al tratamiento. Sin embargo, se requieren aún más estudios
para su validación antes de utilizarlos con objetivos clínicos".

Javier Meana, jefe del Grupo Cibersam, aconsejó "pasar
del concepto de una medicina personalizada en psiquiatría a una
estratificada, que aportará los avances que se están produciendo en
biomarcadores para estratificar mejor a los grupos de pacientes tanto en
el diagnóstico como en el tratamiento".