jueves, 26 de febrero de 2015

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Demuestran por primera vez el potente efecto protector de una sustancia natural aplicada después del infarto de miocardio

Madrid (26/02/2015) - Redacción

Consigue niveles de recuperación que dejan al corazón funcionalmente casi en la situación anterior al infarto, según un grupo de científicos de la Red de Investigación Cardiovascular perteneciente al Instituto de Salud Carlos III

Investigadores de la Red de Investigación Cardiovascular (RIC), perteneciente al Instituto de Salud Carlos III, han encontrado que una sustancia natural administrada tras el infarto de miocardio consigue niveles de recuperación que dejan al corazón funcionalmente casi en la situación anterior al infarto.
La revista científica Biochem Pharmacol acaba de publicar una investigación en la que estos científicos demuestran el potente efecto cardioprotector que tiene un terperno al ser administrado tras un infarto de miocardio.
Los productos naturales de naturaleza lipídica como los terpenos, omega 3, etc., tienen una amplia difusión como antiinflamatorios o en algunas actuaciones quimioterápicas. Sin embargo en el campo cardiovascular hay muy poca experiencia con estas sustancias.  Hace tres años los investigadores de la RIC demostraron que al aplicar algunos terpenos a células cardíacas (cardiomiocitos) que habían sido sometidas  a isquemia o hipoxia, es decir, cuando se les reduce a la cantidad de oxígeno, éstas mantenían una alta viabilidad.
La investigación ahora publicada supone un paso más. Los investigadores de la RIC han aplicado terpenos a un caso de infarto en animal entero (no en células aisladas). Ligando la arteria coronaria ascendente izquierda durante 30 minutos provocaron un infarto de miocardio y después al mismo tiempo que reoxigenaban el corazón, añadían terpenos. Descubrieron que a dosis muy bajas (micromolares) entre 5 a 10 minutos tras el restablecimiento del flujo sanguíneo estos animales presentaban una excelente  función cardiaca manteniendo excelentes volúmenes de eyección, es decir, tenían mucho menor grado de infarto (reduciéndose un 88 por ciento el área infartada).
La principal novedad del hallazgo radica en que hasta ahora se habían probado moléculas cardioprotectoras pero, por lo general, añadidas antes de hacer la isquemia, es decir, antes de que se produzca el infarto de miocardio. El terpeno utilizado por los investigadores de la RIC actúa después del infarto. La traslación futura de este hallazgo a la práctica clínica consistiría en que añadiendo este terpeno minutos después del infarto de miocardio, las consecuencias de éste serían mucho menores y el corazón quedaría en una situación funcional mucho mejor.
Para medir los resultados, los investigadores de la RIC han realizado comparaciones entre el grupo control y el de los animales que recibieron terpeno, valorando diferentes marcadores (función renal, función hepática, poblaciones linfocitarias, etc). A nivel cardíaco observaron mucha menor fibrosis (cicatriz que deja el infarto en el corazón; 89 por ciento de reducción en la fibrosis a Los 21 días) y volúmenes de eyección (cantidad de sangre que el corazón es capaz de expulsar al contraerse) equivalentes a los de los animales no infartados, sin diferencias estadísticamente significativas.  También han comprobado que el mecanismo cardioprotector implica una activación de la vía P3K/AKT.
El terpeno utilizado por los investigadores de la RIC se extrae de la Sideritis fetenses, una planta crucífera muy abundante en España, que produce estos terpenos sobre todo en la época de verano. El efecto cardioprotector es debido a modificaciones moleculares específicas introducidas en la familia de los diterpenos labdanos y por el contrario los terpenos que no tienen esas modificaciones no son cardioprotectores. Además, las modificaciones en la estructura molecular han permitido minimizar su toxicidad a nivel celular, hasta el punto que se podrían incluso emplear concentraciones de esta sustancia diez veces mayores que la utilizadas en esta investigación. La síntesis química de esta sustancia es muy sencilla, lo que la convierte en un producto muy fácil de incorporar en estudios clínicos posteriores.
Preguntado sobre por qué hasta ahora nadie había utilizado los terpenos tras el infarto, el coordinador de este estudio, el Dr. Lisardo Boscá, refiere que "a veces son tradiciones. Hay muy pocos terpenos que se hayan utilizado en este contexto. Y sin embargo alguna indicación en el mercado existía porque se sabe que si tú comparas el efecto de anestésicos inhalados con otros anestésicos y causas daño cardíaco, los tratados con el anestésico inhalado tienen mucha mejor evolución postinfarto y no es porque estén más relajados, sino porque el anestésico inhalado tiene una estructura isoprenoide que hasta cierto punto se parece a esta molécula que hemos empleado los investigadores de la RIC. "
El siguiente paso que van a dar los investigadores de la RIC es, según explica Boscá, "probar en animales diferentes actuaciones que permitan simplificar más la molécula y mejorar todavía más esta respuesta primaria cardioprotectora que hemos obtenido. Hay además parámetros de esta molécula que todavía están pendientes de valorar, por ejemplo si su farmacocinética es la óptima".
Respecto a si el paso a la utilización en humanos puede suponer dificultades añadidas, Lisardo Boscá cree que todo lo contrario: "No se esperan grandes diferencias entre animales y humanos, porque ya hemos utilizado algunas líneas de células  cardíacas humanas que in vitro han permitido probar la acción protectora de esta sustancia frente en una situación de anoxia.

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