La epidemia de ébola no se acaba sola y por olvidarla no mejora
25/03/2015 - E.P.
Los gobiernos deben multiplicar sus esfuerzos en la batalla contra el ébola
El 23 de marzo de 2014 la Organización Mundial de la Salud declaraba oficialmente el mayor brote de ébola de la historia - una enfermedad de la que ya se sabía 40 años atrás- . Ese día se registraban 49 casos y 29 muertes por la enfermedad, muy lejos de los más de 1.000 casos que se registraban meses después, en noviembre y diciembre, y de las más de 10.000 muertes que ha dejado ya el ébola.
"En este momento la situación está mejor, lo que no significa que esté controlada del todo", explica el vocal de Operaciones Internacionales de Médicos del Mundo, José Félix Hoyo, quien teme que un año después la situación parezca menos dramática a ojos de la sociedad. "Las epidemias no se acaban solas, y por olvidarlas no mejoran, y ésta mucho menos".
Ahora se están registrando alrededor de 100 casos -fundamentalmente en la frontera de Guinea Conakry y Sierra Leona-, aunque el dato puede variar de una semana a otra. Pero la epidemia no termina ahí, porque como alertan las organizaciones que trabajan sobre el terreno, hay que estar muy pendiente de todos los departamentos fronterizos ya que, de vez en cuando, "algún otro caso que se desplaza a otros departamento del país, de la misma manera que se desplazaron al principio de la epidemia".
Aunque todo parece controlado, lo cierto es que "sigue habiendo muchas cadenas de transmisión que no están localizadas", aunque sobre ellas existe un protocolo "y más o menos se controlan". Además, la historia nos recuerda que desgraciadamente los territorios que tiene ébola, tienen luego reservorios naturales y vuelven a haber brotes cada uno o dos años.
Por tanto, hay brotes asilados que provienen de esos movimiento de personas que tardan un tiempo en controlarse, y esto es un problema porque puede hacer que se "cronifique la epidemia", y, por tanto, "puede ser que se tarde más meses de lo que se pensaba en un principio", advierte.
Esto significa que cualquier descuido podría devolvernos a una situación tan complicada como la que se resolvió, a duras penas y con un esfuerzo excepcional, en diciembre de 2014. "Lo único que está claro es que esto no se ha acabado", reitera hoyos.
El origen de este brote parece situarse a finales de diciembre de 2013 en la pequeña aldea de Meliandou, en Guéckédou (Guinea). La muerte de un niño de dos años y la cadena de muertes que se sucedieron dio lugar a una epidemia sin precedentes que ha provocado 10.194 muertos, 24.701 un casos - según los últimos datos de la OMS-, y ha traspasado fronteras con casos en España, Reino Unido y Estados Unidos.
La cuestión es que las ONG ya habían planteado en marzo que ésta epidemia era distinta a otras, "en marzo éramos varias las organizaciones que trabajábamos en el terreno y decíamos que la epidemia era distinta a otras, y que iba a ser mucho más grande".
Sin embargo, Hoyo reconoce que no fue hasta la alerta del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (C.D.C.) en Estados Unidos, que se hacía una proyección del número de casos probable ajustando su posible evolución con las medidas a tomar, cuando fue tomado en serio este brote de ébola; su estimación era que sin las medidas adecuadas se podría llegar a más de un millón y medio de casos en enero de 2015.
De no haber intervenido la comunidad internacional en ese momento, que se convirtió en un punto de inflexión, "ahora estaríamos en una situación muy diferente con el ébola, podría haberse convertido en una pandemia mundial y hubiera sido un problema extremadamente serio".
Otro punto de inflexión fue la aparición de casos fuera de África. Esto demostró que el equilibrio entre la investigación, la industria farmacéutica y la realidad del planeta no parecen en absoluto compensados, ya que no fue hasta entonces cuando empezó a verse movimiento en la búsqueda de un tratamiento.
Esto lleva consigo varias lecciones que si no han sido aprendidas deben aprenderse, la primera es que "las cosas de África no son estrictamente de África; las cosas de África son de todos y en esta epidemia lo hemos visto de una forma absolutamente tajante, porque no ha sido ni mucho menos una anécdota, ha sido algo serio"; y la segunda es que "cuesta menos trabajo, incluso menos dinero, mejorar los sistemas sanitarios de los países afectados o de los que están en esa situación de riesgo -más de 20 países en África-, que responder a epidemias como esta".
"Hay muchas lecciones aprendidas de esta epidemia que esperemos que durante lo que nos queda de ella y en el futuro no se nos olvide. Nunca más dejaremos que las cosas lleguen al extremo en el que se llegó", afirma con convicción Hoyo.
El vocal de Operaciones Internacionales de Médicos del Mundo echa la vista atrás y recuerda que "ha sido un trabajo muy duro y muy difícil para Médicos del Mundo" responder a esta crisis. "Era un entorno nuevo, como para muchas organizaciones que no habían trabajado en ébola", hasta ésta epidemia prácticamente solo Médicos Sin Fronteras y la OMS habían trabajado con ébola.
En su opinión, la epidemia ha sido controlada gracias a organizaciones como Médicos del Mundo, Médicos Sin Fronteras o Save The Children, entre otras; a gobiernos como el noruego, el danés o el cubano que han trabajado sobre el terrero, y a miembros del ejército estadounidense e inglés que ayudaron a la hora de dar mantenimiento.
"Esta epidemia probablemente haya sido el mayor despliegue logístico que haya hecho la comunidad internacional en menos tiempo. Visto retrospectivamente, y después de haber estado allí, me parece casi imposible", asegura. Y no es de extrañar porque nunca una epidemia sanitaria movilizó a tanta gente en tan poco tiempo.
De la actuación de Médicos del Mundo, recuerda su "labor preventiva" en los primeros meses, la "precaución" de enfrentarse a una enfermedad nueva y la "impotencia" de tener un programa que mantener con fondos propios; después vino un "inmenso" trabajo, un "gran despliegue" de recursos y, finalmente, una ampliación de sus operaciones internacionales; ahora lo que toca es "seguir trabajando porque no hay que bajar a guardia".
No hay que olvidar que "es un contexto que sigue siendo complicado, y, por tanto, debemos seguir manteniendo las medidas de prevención que son duras de ejecutar". Así, de cara al futuro hay un plan establecido desde la Conferencia Internacional en Bruselas (celebrada el pasado día 3 de marzo) con una primera fase que consiste en llegar a los cero caso, y, una vez pasados 42 días (tiempo que debe pasar para declarar a un país que libre de ébola) emprender una serie de medidas, que consisten en reformar los sistemas sanitarios de los países, lo cual lleva tiempo y es extremadamente costoso; "se está hablando de un plazo que puede oscilar entre los 3 y 5 años", explica.
Para Hoyo, los próximos 3 o 4 meses van a ser cruciales y por eso apuesta por mantener la presión en las medidas, después vendrá normalizar los sistema sanitarios, ya que "ahora mismo los sistemas sanitarios de Sierra Leona, Liberia y Guinea prácticamente no funcionan"; y, después, hacer entender a la población sanitaria, que ha sido diezmada, que "pueden tratar a pacientes con fiebre sin tener riesgo de perder la vida".
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