MAYORES DE 65 AÑOS, PRINCIPALES AFECTADOS
Diagnóstico precoz, principal reto en el abordaje de la disfagia
Raimundo Gutiérrez Fonseca, de la FJD, considera fundamental la detección sistemática del síntoma para evitar complicaciones en los pacientes, tanto de seguridad como de eficacia.
Adrián Cordellat. Madrid | 31/10/2017 00:00
Raimundo Gutiérrez Fonseca, del Servicio de Otorrinolaringología del Hopital Universitario Fundación Jiménez Díaz, de Madrid. (José Luis Pindado)
"Uno de los mayores problemas de la disfagia es que no se diagnostica", afirma Raimundo Gutiérrez Fonseca, otorrinolaringólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, que pone el ejemplo de los pacientes con ictus, a los que si se les hacen pruebas instrumentales, "casi en un 80 por ciento de los casos" saldrían del hospital con un diagnóstico de disfagia. La importancia de la disfagia, su detección precoz y correcto tratamiento, llevan a DM y Nestlé Health Science a analizar los retos que plantea.
Gutiérrez Fonseca señala que "en muchas ocasiones tenemos pacientes que ingresan con un ictus, tienen una neumonía en el hospital y cuando les dan el alta no tienen un diagnóstico".
Una situación similar ocurre con las personas mayores de 65 años. Así lo constató en 2002 el estudio Carga social y psicológica de la disfagia: impacto en el diagnóstico y el tratamiento, encabezado por el experto sueco Olle Ekberg y publicado en la revista especializada Disfagia. Según éste, que evaluó a 360 pacientes en hogares de ancianos y clínicas en Francia, Alemania, España y el Reino Unido, solo el 36 por ciento de los pacientes reconocieron haber recibido un diagnóstico confirmado de disfagia.
Según Gutiérrez Fonseca, más de un 60 por ciento de las personas mayores de 70 años tienen disfagia, ya sea a sólidos, a líquidos o a ambos. Una disfagia que no necesariamente se presenta en forma de neumonías aspirativas, pero sí como trastornos y dificultades para tragar que provocan que los pacientes coman menos y peor, repercutiendo en su estado de salud general. "La disfagia causa mucha morbilidad entre los ancianos", explica. Algo que también constató Ekberg. En su estudio, más de la mitad de los ancianos encuestados afirmaron estar "comiendo menos", mientras que el 44 por ciento informó de pérdida de peso durante el año anterior. Las dificultades para comer y beber iban también más allá, ya que el 41 por ciento de los pacientes aseguró que experimentaban ansiedad o pánico durante las comidas y un 36 por ciento explicaron que evitaban comer con otras personas por su disfagia.
Cómo se diagnostica
Para diagnosticar la disfagia, según Gutiérrez Fonseca, lo primero que hay que tener es una sospecha y, para eso, "hay que conocer a los pacientes de riesgo". En ese sentido, Kala Kaspar y Olle Ekberg sostienen en el artículo Identificación de pacientes vulnerables a la disfagia, que formaba parte del volumen Los peldaños para vivir bien con disfagia (Nestlé Nutrition Institute Workshop Series| Vol. 72), que "la presencia de una afección médica, como el evento vascular cerebral agudo, el cáncer de cabeza y cuello, el traumatismo cefálico, el Alzheimer, el Parkinson, la neumonía o la bronquitis, son una base sólida para predecir un alto riesgo y definir la necesidad de valoración".
Existe un cuestionario de 10 preguntas, el EAT-10, que está validado para la detección de las personas en riesgo de disfagia de una forma muy sencilla en casa y en la consulta de atención primaria. Y en la propia atención primaria, como afirma el otorrinolaringólgo, "se pueden hacer otras pruebas dándole al paciente líquidos con diferentes texturas, con espesantes, para comprobar si las traga correctamente".
Derivación
Lo cierto, sin embargo, es que "la mayoría de las veces", según Gutiérrez Fonseca, los pacientes llegan derivados de especialistas (neurólogos, internistas, geriatras)", que son los que realmente detectan que el paciente tiene infecciones respiratorias de repetición y los derivan para hacer exploraciones endoscópicas o radiológicas, que van a determinar con exactitud dónde se produce la alteración que causa la disfagia".
Según datos del artículo Los protocolos de detección de disfagia formal previenen la neumonía, publicado en 2006 por los investigadores británicos Lin Perry, Sharon Hamilton y Jane Williams, y citado por Kala Kaspar y Olle Ekberg, "los centros de atención que cuentan con un programa para la detección sistemática de la disfagia logran una evolución significativamente mejor de los pacientes, lo que incluye la disminución de los casos de neumonía (en un 55 por ciento) y el acortamiento de la estancia hospitalaria".
- Existe un cuestionario de 10 preguntas, el EAT-10, que está validado para la detección de personas en riesgo de disfagia de una forma muy sencilla
Para Gutiérrez Fonseca el diagnóstico precoz de la disfagia es "fundamental" para evitar complicaciones en los pacientes, tanto a nivel de seguridad (infecciones respiratorias), como en el ámbito de la eficacia(desnutrición y deshidratación). También para iniciar cuanto antes el tratamiento, permitiendo hidratar a los pacientes con seguridad y eficacia a través del espesado de los líquidos. Un tratamiento en cuya monitorización, según explica la investigadora experta en disfagia Julie Cichero en su artículo Agentes espesantes utilizados para el manejo de la disfagia: efecto sobre la biodisponibilidad del agua, medicamentos y sentimientos de saciedad, debería tener "un rol esencial" la figura del dietista-nutricionista. Su opinión la comparte Gutiérrez Fonseca, para el que esta figura es "fundamental" para evitar complicaciones de eficacia.
Y, por supuesto, el diagnóstico es básico para iniciar los ejercicios de rehabilitación para mejorar la deglución: "Si los pacientes son alimentados por sonda tienen una pérdida importante de masa muscular y luego cuesta más recuperar la deglución. En ese sentido, hay algunas escuelas que plantean incluso empezar con la rehabilitación en la propia UCI, pero esto depende mucho de la estructura y la capacidad del hospital", afirma el otorrinolaringólogo.
Con un correcto diagnóstico y tratamiento la disfagia puede ser reversible o mejorar en sus síntomas, aunque esto depende en gran medida de la enfermedad de la que sea causa. Así, según Gutiérrez Fonseca, la disfagia provocada por un ictus, por ejemplo, "suele mejorar bastante, a veces de forma espontánea"; mientras que por el contrario, en el caso de las enfermedades neurodegenerativas, "lo normal es que éstas vayan a peor y, por lo tanto, que pase lo mismo con la disfagia".
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