Asocian la composición de algunas bacterias intestinales con la aparición de la obesidad
(03/02/2012) - E.P.
Los individuos obesos tienen menos diversidad microbiana y además presentan vías metabólicas alteradas en su flora intestinal
La Asociación Europea de Gastroenterología, Endoscopia y Nutrición (EAGEN), miembro de la Federación de Gastroenterología de la Unión Europea (UEGF), afirma que existe de una asociación entre los cambios en la composición y la función metabólica de las bacterias intestinales y la aparición de obesidad y otros trastornos metabólicos graves.
La asociación ha analizado diversos estudios con animales sobre la patogénesis de la obesidad y ha sacado en conclusión que las bacterias intestinales pueden afectar al desarrollo de materia grasa, a la resistencia a la insulina e inflamación de bajo grado, afirma el miembro de la EAGEN, el doctor Antonio Gasbarrini.
Hace años que se conoce que la obesidad es el resultado de una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales, afirma, en referencia a los estudios que, a su entender, abren una prometedora vía para el desarrollo de nuevos métodos de tratamiento de algunas enfermedades metabólicas.
Para este experto si en el futuro es posible identificar el perfil específico de la flora intestinal asociada a un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad metabólica en humanos, puede que sea posible modificar dicho perfil utilizando prebióticos, probióticos o antibióticos concretos. No obstante, afirma, aún es preciso trabajar mucho más en este sentido para poder estar en posición de recomendar este método.
Los individuos obesos tienen menos diversidad microbiana y, además, presentan vías metabólicas alteradas en su flora intestinal. En el caso de los modelos de laboratorio, estos cambios parecen provocar un aumento en la extracción de calorías de la dieta, así como un aumento en el almacenamiento de energía y en la resistencia a la insulina y un incremento en la inflamación crónica de bajo grado del tejido graso, lo que es característico de la obesidad y de la resistencia a la insulina.
Por supuesto, estos resultados con modelos experimentales deben confirmarse en estudios humanos, pero sin duda indican que el intestino puede desempeñar un papel importante, hasta ahora no reconocido, en el desarrollo de la obesidad, afirma Gasbarrini.
En su opinión, la posible asociación entre la flora intestinal humana y la obesidad puede tardar muchos años en aclararse y parece más complicada de lo que se pensaba en un principio, pues probablemente implica una interacción entre la flora y la dieta. En el momento del nacimiento, los humanos están esencialmente libres de bacterias, pues la colonización comienza poco después del parto, explica.
Llega un momento en el que el organismo se convierte en el anfitrión de muchas y complejas comunidades de microbios; además, ahora se piensa que los hábitos dietéticos son uno de los factores principales que contribuyen a la diversidad de la flora intestinal humana. No obstante, todo lo que podemos decir por ahora es que los individuos obesos parecen tener unos niveles de bacterias diferentes de los individuos no obesos, lo que puede afectar al modo el que procesan los diferentes alimentos, añade.
La asociación ha analizado diversos estudios con animales sobre la patogénesis de la obesidad y ha sacado en conclusión que las bacterias intestinales pueden afectar al desarrollo de materia grasa, a la resistencia a la insulina e inflamación de bajo grado, afirma el miembro de la EAGEN, el doctor Antonio Gasbarrini.
Hace años que se conoce que la obesidad es el resultado de una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales, afirma, en referencia a los estudios que, a su entender, abren una prometedora vía para el desarrollo de nuevos métodos de tratamiento de algunas enfermedades metabólicas.
Para este experto si en el futuro es posible identificar el perfil específico de la flora intestinal asociada a un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad metabólica en humanos, puede que sea posible modificar dicho perfil utilizando prebióticos, probióticos o antibióticos concretos. No obstante, afirma, aún es preciso trabajar mucho más en este sentido para poder estar en posición de recomendar este método.
Los individuos obesos tienen menos diversidad microbiana y, además, presentan vías metabólicas alteradas en su flora intestinal. En el caso de los modelos de laboratorio, estos cambios parecen provocar un aumento en la extracción de calorías de la dieta, así como un aumento en el almacenamiento de energía y en la resistencia a la insulina y un incremento en la inflamación crónica de bajo grado del tejido graso, lo que es característico de la obesidad y de la resistencia a la insulina.
Por supuesto, estos resultados con modelos experimentales deben confirmarse en estudios humanos, pero sin duda indican que el intestino puede desempeñar un papel importante, hasta ahora no reconocido, en el desarrollo de la obesidad, afirma Gasbarrini.
En su opinión, la posible asociación entre la flora intestinal humana y la obesidad puede tardar muchos años en aclararse y parece más complicada de lo que se pensaba en un principio, pues probablemente implica una interacción entre la flora y la dieta. En el momento del nacimiento, los humanos están esencialmente libres de bacterias, pues la colonización comienza poco después del parto, explica.
Llega un momento en el que el organismo se convierte en el anfitrión de muchas y complejas comunidades de microbios; además, ahora se piensa que los hábitos dietéticos son uno de los factores principales que contribuyen a la diversidad de la flora intestinal humana. No obstante, todo lo que podemos decir por ahora es que los individuos obesos parecen tener unos niveles de bacterias diferentes de los individuos no obesos, lo que puede afectar al modo el que procesan los diferentes alimentos, añade.
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