Cuantifican por primera vez la capacidad de autorepararse que tiene el corazón infartado según el grado de lesión
Investigadores de la RECAVA (De izquierda a derecha): Eduardo de Teresa, Fernando Cabrera-Bueno, Antonio Muñoz-García, José M Hernández-Garcia, Juan H Alonso-Briales y Manuel F. Jiménez-Navarro).
Cuando el corazón sufre un daño, como puede ser un infarto, se ponen en marcha una cadena de procesos que conllevan la liberación de células madre al torrente sanguíneo con el objetivo de reparar el tejido cardíaco dañado.
Un grupo de científicos de la Red de Investigación Cardiovascular (RECAVA) perteneciente al Instituto de Salud Carlos III, han sido capaces de medir por primera vez la relación entre el área cardíaca dañada y la cantidad de células madre que circulan por la sangre para reparar la zona lesionada. El dato más sorprendente de este estudio ha sido comprobar que el número de células madre en sangre es tres veces mayor en los pacientes que sólo presentaban una arteria dañada, frente a los que tenían dos o tres arterias afectadas. Según el coordinador de este estudio, el Dr. Manuel Jiménez Navarro “La lógica invitaría a pensar que cuanto mayor es el número de arterias lesionadas, mayor será la cantidad de células madre en sangre destinadas a reparar el corazón y sin embargo esta investigación demuestra que no es así”.
La cuantificación ha podido realizarse gracias a una técnica llamada citometría de flujo. Esta permite cuantificar la cantidad de anticuerpos que rodean a las células madre en la sangre, aportando un indicador del número de células madre que hay circulando en la sangre. Los investigadores de RECAVA también fueron capaces de cuantificar los mediadores, es decir, la cantidad de moléculas llamadas citoquinas que se liberan cuando una zona del corazón sufre un infarto. Dichas citoquinas actúan como señales que avisan a diferentes zonas del cuerpo, entre ellas la medula ósea, para que generen las células madre que deben ir a reparar la zona infartada.
Según la investigación de RECAVA que ha sido publicada en la Revista Española de Cardiología, los pacientes que han sufrido un infarto tienen mayor número de células madre circulantes en sangre que los pacientes libres de enfermedad, en una proporción de 14 a 1. También la cantidad de mediadores que influyen en el proceso de liberación de células madres están aumentados en los pacientes infartados respecto a los sanos, siendo en este caso la proporción observada de 8 a 1. En ambos casos las extracciones de sangre se realizaron en distintas fases tras el infarto con el objetivo de ver la cinética de liberación de estas células.
La cardiopatía isquémica o desequilibrio entre el aporte y el consumo de sangre al músculo cardíaco es una importante causa de mortalidad en España con una tasa bruta de mortalidad de 114 por 100.000 varones y 82 por 100.000 mujeres. Aunque la importancia de la prevención es conocida, el tratamiento en la fase aguda del infarto se basa actualmente en medicamentos y el implante de stents coronarios, es decir, dispositivos metálicosnormalmente de acero o cromo-cobalto que se introducen en las arterias coronarias y actúan “apuntalando” la pared para evitar la oclusión o cierre brusco de la arteria.
Sin embargo la investigación actual y los tratamientos de futuro parecen ir más en la línea de la medicina reparadora con células madre. Las células madre se generan en la médula ósea, son multipotentes y tienen la capacidad de dividirse y diferenciarse a distintos tejidos. Diversos estímulos en los tejidos dañados pueden actuar como mensajeros y promover la producción de estas células y su liberación desde la médula ósea hasta la sangre para que lleguen a la zona infartada y la reparen. Pero la capacidad de reparación que tiene el cuerpo humano por sÍ mismo es insuficiente. De ahí que las líneas de investigación más pioneras busquen potenciar lo que la naturaleza no es capaz de lograr por sí misma.
Entre las aplicaciones prácticas derivadas de esta investigación de RECAVA estarían conocer en qué enfermos con infarto es necesario implantar mayor número de células y cuál es el mejor momento para hacerlo (5-7 día postinfarto). También el conocer que una de las moléculas que avisan del daño, el Hepatocyte Growth Factor (factor de crecimiento hepático), no se ha contemplado hasta ahora implantarlo directamente en los pacientes con infarto y sin embargo podría ser de útil hacerlo para reparar el tejido cardíaco lesionado.
La investigación de RECAVA no hubiera sido posible sin el trabajo científico conjunto entre los coordinadores del estudio pertenecientes al Área del Corazón del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, y otras instituciones como el Instituto de Biopatología y Medicina Regenerativa (IBIMER) de Granada, la Fundación Instituto Mediterráneo para el Avance de la Biomedicina (IMABIS) de Málaga y el Servicio de Hematología del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga.
Referencia bibliográfica: Coronary Disease Extension Determines Mobilization of Endothelial Progenitor Cells and Cytokines After a First Myocardial Infarction With ST Elevation / Rev Esp Cardiol. 2011;64 (12):1123–1129
Foto 1: Colonia de células madres estudiadas en esta investigación.
Gráfico: elevación del número de células madres circulantes en sangre tres veces superior en pacientes con una sola arteria dañada, frente a los que tienen dañada más de una y al grupo control de individuos sin infarto.
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