La terapia con células madre mejora la función cardiaca después de un infarto
Sin embargo, faltan datos para afirmar que se alargue la supervivencia
Las células madre, de momento, han prometido mucho pero han ofrecido poco. Sin embargo, justo en los infartos, una de las dolencias que más preocupan, parece que ofrecen esperanzadores resultados.
La última evidencia al respecto la publica The Lancet, y se trata de un ensayo en fase I (la que mide la seguridad) realizada con 25 pacientes que han sufrido un infarto. La cicatriz resultante ocupaba el 24% de su ventrículo izquierdo (el más importante porque debe bombear la sangre a todo el cuerpo, menos la que va a limpiarse de CO2 a los pulmones). Después del tratamiento, la parte necrosada se ha ido recuperando. Ocupó el 16% al medio año, y el 12% al año.
En la investigación se tomaron células madre del músculo del paciente, y se inyectaron en el corazón cerca de la parte cicatrizada.
Este trabajo es el último de más de una treintena que se han presentado en los últimos 10 o 12 años en los que se estudiaba la aplicación de células madre para regenerar músculo cardiaco (entre ellos varios españoles, como uno de la Clínica de Navarra de 2002 u otro del Grupo de Terapias Celulares de Valladolid).
Precisamente ayer se publicó un estudio de la Biblioteca Cochrane que revisa más de 30 ensayos en los que se ha tratado con células madre un corazón infartado. Este tipo de estudios consisten en una revisión de lo publicado de relevancia sobre un tema (es decir, no hay nuevos voluntarios, por ejemplo). Las conclusiones del trabajo son ambiguas. Por un lado, se ha comprobado que hay una mejoría en la función cardiaca. Esto quiere decir que el corazón recupera parte de las zonas dañadas, y los parámetros de su funcionamiento (los que miden su capacidad para bombear sangre) son mejores que antes del tratamiento.
Sin embargo, falta la prueba definitiva: que esa mejoría en parámetros analíticos se manifieste de la manera más importante: como un aumento de la supervivencia de los enfermos.
La última evidencia al respecto la publica The Lancet, y se trata de un ensayo en fase I (la que mide la seguridad) realizada con 25 pacientes que han sufrido un infarto. La cicatriz resultante ocupaba el 24% de su ventrículo izquierdo (el más importante porque debe bombear la sangre a todo el cuerpo, menos la que va a limpiarse de CO2 a los pulmones). Después del tratamiento, la parte necrosada se ha ido recuperando. Ocupó el 16% al medio año, y el 12% al año.
En la investigación se tomaron células madre del músculo del paciente, y se inyectaron en el corazón cerca de la parte cicatrizada.
Este trabajo es el último de más de una treintena que se han presentado en los últimos 10 o 12 años en los que se estudiaba la aplicación de células madre para regenerar músculo cardiaco (entre ellos varios españoles, como uno de la Clínica de Navarra de 2002 u otro del Grupo de Terapias Celulares de Valladolid).
Precisamente ayer se publicó un estudio de la Biblioteca Cochrane que revisa más de 30 ensayos en los que se ha tratado con células madre un corazón infartado. Este tipo de estudios consisten en una revisión de lo publicado de relevancia sobre un tema (es decir, no hay nuevos voluntarios, por ejemplo). Las conclusiones del trabajo son ambiguas. Por un lado, se ha comprobado que hay una mejoría en la función cardiaca. Esto quiere decir que el corazón recupera parte de las zonas dañadas, y los parámetros de su funcionamiento (los que miden su capacidad para bombear sangre) son mejores que antes del tratamiento.
Sin embargo, falta la prueba definitiva: que esa mejoría en parámetros analíticos se manifieste de la manera más importante: como un aumento de la supervivencia de los enfermos.
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