La terapia conductual es segura y efectiva contra alteraciones vasculares del tratamiento de cáncer de mama
(17/02/2012) - E.P.
Los autores proponen que se incorpore a los programas para las supervivientes de este cáncer impartido por personal sanitario previamente formado
Una terapia cognitivo-conductual ha resultado ser segura y efectiva para combatir los sofocos y sudores nocturnos que afectan a entre el 65 y el 85 por ciento de las mujeres que se han sometido a un tratamiento contra el cáncer de mama, proporcionándoles beneficios adicionales en humor, sueño y calidad de vida.
Así lo constata un estudio realizado por investigadores del King's College de Londres, cuyos resultados se han publicado en la versión online de The Lancet Oncology y dirigida por la profesora Myra Hunter, del Instituto de Psiquiatría del King's College
Ha sido un ensayo controlado y randomizado, para el que los autores reclutaron a un total de 96 mujeres de clínicas de Londres que sufrían sofocos y sudores nocturnos problemáticos --un mínimo de 10 episodios problemáticos a la semana-- tras recibir un tratamiento de cáncer de mama.
Los participantes fueron divididos en dos grupos para recibir o el tratamiento habitual sólo (49) o este tratamiento más la terapia cognitivo-conductual (47). El grupo de la nueva terapia recibió una sesión de 90 minutos a la semana durante seis semanas, que incluyó educación psicológica, clases para aprender a respirar y estrategias cognitivas y conductuales para manejar los sofocos y estos sudores.
Las valoraciones se realizaron a las nueve semanas y a las 26 semanas tras la división de los participantes en grupos. En la primera medición, a las 9 semanas, los autores vieron que el grupo con la nueva terapia redujo significativamente sus problemas de sofocos y sudores nocturnos, en comparación con el resto. Estas mejoras se mantuvieron a las 26 semanas.
Así, con la nueva terapia las pacientes lograron una reducción de estos síntomas de un 46 por ciento a las nueve semanas y de un 52 por ciento a las 26 semanas, mientras que el grupo que seguía el tratamiento clásico alcanzó una reducción del 19 por ciento a las nueve semanas y del 25 por ciento en la semana número 26.
Estos resultados muestran que el grupo que siguió la terapia cognitivo-conductual pudo reducir el efecto de los sofocos y los sudores nocturnos en mujeres que habían recibido un tratamiento para el cáncer de mama, afirman los autores.
Esta reducción, añaden, era sostenida y asociada con mejoras en el humor, el sueño y la calidad de vida. Así, esta terapia parece una opción de tratamiento segura, aceptable y efectiva, que puede ser incorporada a los programas de atención a las supervivientes del cáncer de mama.
Así lo constata un estudio realizado por investigadores del King's College de Londres, cuyos resultados se han publicado en la versión online de The Lancet Oncology y dirigida por la profesora Myra Hunter, del Instituto de Psiquiatría del King's College
Ha sido un ensayo controlado y randomizado, para el que los autores reclutaron a un total de 96 mujeres de clínicas de Londres que sufrían sofocos y sudores nocturnos problemáticos --un mínimo de 10 episodios problemáticos a la semana-- tras recibir un tratamiento de cáncer de mama.
Los participantes fueron divididos en dos grupos para recibir o el tratamiento habitual sólo (49) o este tratamiento más la terapia cognitivo-conductual (47). El grupo de la nueva terapia recibió una sesión de 90 minutos a la semana durante seis semanas, que incluyó educación psicológica, clases para aprender a respirar y estrategias cognitivas y conductuales para manejar los sofocos y estos sudores.
Las valoraciones se realizaron a las nueve semanas y a las 26 semanas tras la división de los participantes en grupos. En la primera medición, a las 9 semanas, los autores vieron que el grupo con la nueva terapia redujo significativamente sus problemas de sofocos y sudores nocturnos, en comparación con el resto. Estas mejoras se mantuvieron a las 26 semanas.
Así, con la nueva terapia las pacientes lograron una reducción de estos síntomas de un 46 por ciento a las nueve semanas y de un 52 por ciento a las 26 semanas, mientras que el grupo que seguía el tratamiento clásico alcanzó una reducción del 19 por ciento a las nueve semanas y del 25 por ciento en la semana número 26.
Estos resultados muestran que el grupo que siguió la terapia cognitivo-conductual pudo reducir el efecto de los sofocos y los sudores nocturnos en mujeres que habían recibido un tratamiento para el cáncer de mama, afirman los autores.
Esta reducción, añaden, era sostenida y asociada con mejoras en el humor, el sueño y la calidad de vida. Así, esta terapia parece una opción de tratamiento segura, aceptable y efectiva, que puede ser incorporada a los programas de atención a las supervivientes del cáncer de mama.
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