jueves, 9 de febrero de 2012

La uroterapia trata con éxito las alteraciones funcionales de la micción - DiarioMedico.com

alteraciones funcionales pediátricas

La uroterapia trata con éxito las alteraciones funcionales de la micción

Las alteraciones en la función miccional están aumentando, según advierten los urólogos pediátricos, fruto de una inadecuada adquisición de los hábitos en los niños. Los cuadros como el de la retención, que pueden conducir a situaciones médicas graves, no se ven como un problema en las familias y pueden pasar desapercibidos en el primer nivel asistencial.
Sonia Moreno   |  08/02/2012 00:00

Jorge Rodríguez de Alarcón
Jorge Rodríguez de Alarcón, urólogo del Servicio de Cirugía del Hospital Universitario Niño Jesús, en Madrid. (Luis Camacho)
La función urinaria depende de un complejo equilibrio en el que intervienen tres sistemas nerviosos (simpático, parasimpático y voluntario); las alteraciones en la función miccional desajustan este delicado engranaje y pueden comprometer, a la larga, las unidades renales. No es un cuadro infrecuente en las consultas especializadas de urología pediátrica; por eso, los especialistas instan a que se difunda entre los niveles primarios de atención pediátrica. Con ese objeto se acaba de celebrar la primera edición de un curso sobre alteraciones funcionales en la micción de los niños, coordinado por Jorge Rodríguez de Alarcón, urólogo del Servicio de Cirugía del Hospital Universitario Niño Jesús, de Madrid.

"Las disfunciones miccionales deberían detectarse y abordarse en los primeros niveles asistenciales. El hecho de que estos niños lleguen a consultas de urología pediátrica, en un tercer nivel, como es nuestro caso, significa que no se está dando un enfoque adecuado", ha explicado Rodríguez de Alarcón y ha citado una situación típica: la niña con hábito retenedor.
  • Las niñas afectadas por el hábito retenedor posponen la micción más allá de las tres horas; en los niños es más frecuente la vejiga hiperactiva

Rechazo a ir al baño
Se trata de niñas que posponen la micción; en muchas ocasiones la retrasan por inducción del entorno (les desagradan los aseos del colegio por falta de higiene o al no encontrar la privacidad suficiente). Si los intervalos normales en una niña de unos siete años, cuando ya ha debido asimilar los hábitos miccionales de forma correcta, es acudir al baño no más tarde cada tres horas, las niñas con hábito retenedor pasan intervalos de tiempo mucho mayores sin miccionar.

"Aparecen así las veijgas complacientes (de gran capacidad): el músculo detrusor al dilatarse tanto pierde la capacidad de contraerse y el esfínter se vuelve hipertónico con objeto de poder contener la gran cantidad de orina que se acumula. En estos casos, las micciones son incompletas: la vejiga al orinar contra resistencia deja residuo miccional, que es origen de infecciones urinarias de repetición y eso puede acabar afectando a la vía urinaria y también al riñón, hasta el punto de ser causa de pérdida de unidades renales. Y no es nada infrecuente en nuestra experiencia", advierte Rodríguez de Alarcón.

En el niño la alteración prevalente en este campo es de otro tipo; de hecho, consiste en la situación contraria: las vejigas hiperactivas, que se contraen de manera imprevista y generan altas presiones, y que también dan lugar a una micción no controlada.


Entrenamiento miccional
"Los dos cuadros exigen un diagnóstico preciso y en ambos casos el tratamiento principal es la uroterapia, aunque en el caso de la vejiga hipertónica también puede requerir un soporte farmacológico para contribuir a relajarla".
  • Los casos más graves pueden derivar en la pérdida de unidades renales; en otros, la corrección de la disfunción exime de la cirugía
Lo primero que se prescribe es un entrenamiento miccional basado en la micción pautada: los niños deben orinar cada dos horas y hacer doble micción para aprender a vaciar por completo su vejiga.

Estas pautas, en la mayoría de los casos, se refuerzan con sistemas de uroterapia miccional, que utilizan un programa informático, donde se enseña a los chavales a identificar sus sensaciones. "Mediante unos electrodos adheridos en la zona del periné y el abdomen, y un inodoro que conduce la orina hacia un sistema de registro de flujo, los niños pueden correlacionar su esfuerzo miccional con la cantidad de líquido producido y con el flujo de orina y la contracción de su musculatura. Lo ven gráficamente, gracias a un programa específico diseñado para ellos con imágenes infantiles".


'Aguantan mucho'
La experiencia en el Hospital Niño Jesús avala los buenos resultados de estas técnicas de biofeedback, si bien es cierto que el trabajo para reeducar un mal hábito es muy costoso y requiere, además del manejo médico, de una implicación muy importante de enfermería, de la colaboración del paciente, así como de la complicidad de la familia.

Muchas veces esta última no es consciente del problema: "Acuden a la consulta por las infecciones de repetición, y consideran que la función miccional de los niños es la adecuada, porque no sufren enuresis y aguantan mucho, lo que es una barbaridad".

Entre los casos más graves de las disfunciones miccionales pueden aparecer pielonefritis repetidas que terminan en la pérdida del riñón, reconoce el cirujano. "Si el cuadro acaba generando una lesión renal, es más díficil que el órgano se recupere y, en ocasiones, hay que extirparlo".

Son casos extremos, que no raros, aunque también hay otros que se resuelven de forma menos dástrica, pues al solucionarse la disfunción miccional se puede salvaguardar lo que queda de función renal. "En ciertos pacientes, al tratar la alteración, desaparece el reflujo, incluso sin necesidad de cirugía".

Rodríguez de Alarcón recuerda que, si bien entre la población general estas alteraciones son aún grandes desconocidas, en la comunidad médica constituyen disfunciones todavía circunscritas al criterio especializados de la urología pediátrica; "fuera de ella no se conoce muy bien la gravedad de este problema, incluso dentro de la pediatría primaria, por lo que hay que trabajar para difundirlo".


LA EDAD DE LA CONTINENCIA SE DESBORDA

Como en cualquier hábito, los de la continencia y la micción se encuentran sujetos a los usos y costumbres, y en los últimos años éstos han modificado la percepción de continencia del niño: "Mientras que hace tiempo se pensaba que la continencia podía adquirirse a partir de los 18 meses de vida y desde luego hacia los dos años, ahora en algunos entornos se considera que hasta los 36 meses no hay que plantearse estrategias para el control", explica el urólogo Jorge Rodríguez de Alarcón. En esta situación influyen los cambios en las rutinas familiares y escolares, y también elementos comerciales, pues "un niño que se moja, gasta pañales".Todo el retraso en la adquisición correcta del hábito miccional influye de alguna manera en la aparición de alteraciones que conducen a vejigas complacientes e hiperactivas, y cuya frecuencia "se está incrementando de forma importante". Adquirir un buen hábito a una edad razonable y, si no se logra, detectar pronto el problema y poner en marcha una reeducación ayudarían a mitigar estas anomalías.
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