lunes, 10 de febrero de 2014

Confirman una nueva función de la telomerasa en disqueratosis congénita - DiarioMedico.com

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EN UN MODELO DE PEZ CEBRA

Confirman una nueva función de la telomerasa en disqueratosis congénita

Es una enfermedad rara y hereditaria que puede desencadenar la muerte. La longitud telomérica está mediada por mutaciones en el ARN de la telomerasa.
Pilar Laguna. Murcia | dmredaccion@diariomedico.com   |  10/02/2014 00:00

Francisca Alcaraz, María Luisa Cayuela y Víctor Mulero
Los investigadores Francisca Alcaraz, María Luisa Cayuela y Víctor Mulero. (Hospital de La Arrixaca/ Saturnino Espín)
El pez cebra, en el foco de numerosas investigaciones biomédicas por la similitud de su genoma con el humano (en torno al 75 por ciento), ha servido como modelo para que investigadores del Hospital Virgen de la Arrixaca y de la Universidad de Murcia (UMU) hallen una función añadida: la del componente ARN de la telomerasa, en la mielopoyesis de enfermos con disqueratosis congénita (DC).
Esta enfermedad rara y hereditaria presenta mutaciones genéticas relacionadas con la telomerasa o las proteínas teloméricas, que desencadenan envejecimiento prematuro, así como anemia o neutropenia originadas por el fallo de la médula ósea y que son causa frecuente de deceso. Los recientes hallazgos aportarían luz para dar con nuevas vías de señalización alteradas y sus respectivas dianas terapéuticas, según los autores del estudio.
Múltiples mutaciones 
Dos grupos de investigación, el de Telomerasa, Cáncer y Envejecimiento, encabezado por María Luisa Cayuela en el citado hospital, y el de Inmunidad, Inflamación y Cáncer que dirige Víctor Mulero en el Departamento de Biología Celular de la Universidad de Murcia, han colaborado en el trabajo que acaba de publicar online Nature Communications y que tiene como primera firmante a la doctoranda Francisca Alcaraz.
"Se conocía la relación del acortamiento de telómeros con la disqueratosis congénita, pero la sintomatología de esta enfermedad es variable y puede depender de mutaciones en los siete genes del complejo telomerasa. Nuestro hallazgo es que la mutación en el ARN de la telomerasa impide producir dos moléculas clave -factores que regulan la diferenciación de las células sanguíneas- para la formación de neutrófilos (GCSF) y de macrófagos (MCSF), independientemente del papel que jueguen en el mantenimiento de la longitud telomérica", explica Cayuela, recalcando que también tiene un rol en la formación de la línea hematopoyética.
Mulero, codirector de la investigación, ha subrayado la relevancia clínica de los resultados, ya que el gcsf se utiliza como terapia en enfermos de DC, "aunque sólo es efectivo en niños, probablemente porque tienen los telómeros todavía suficientemente largos para poder responder a la terapia".
Según Cayuela, conocer el papel extra de esa molécula en esta enfermedad autosómica dominante permitirá activar la expresión de la "copia buena" heredada por el paciente y aplicar terapias, si no curativas, al menos más racionales. "La DC tiene una propiedad singular que es la anticipación. Si el padre debuta a una edad y el hijo antes, el nieto ya puede morir por fallo en la médula ósea, pues el 80 por ciento de los pacientes son incapaces de producir células sanguíneas y sufren daños en los tejidos epiteliales y hematológicos". La investigadora recuerda que los telómeros marcarán su reloj biológico porque seguirán acortándose, aunque en tratamientos infantiles la médula llegue a producir células utilizando las terapias GCSF o MCSF. "Activar la copia natural de su genoma será la salvación de estos pacientes".
Genes iguales 
Los investigadores han utilizado peces cebra en sus estudios porque en ellos aparecen hasta el 90 por ciento de los genes implicados en enfermedades del hombre. También sus telómeros son más parecidos a los seres racionales que los de ratón. En La Arrixaca utilizan el modelo mutante de pez cebra Casper, con melanogénesis inhibida que permite su transparencia en edad adulta. De esta forma pueden visualizarse todos los cambios orgánicos, que en estos pequeñísimos peces tributarios de acuarios domésticos se dan en tiempo récord: a las 48 horas de vida ya tienen hígado y páncreas y a los cinco días se desarrollan los que formarán las típicas rayas azules que le dan nombre. La brevedad de su ciclo vital también lo hace idóneo para utilizarlo como modelo de enfermedad y ensayo de fármacos.

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