jueves, 20 de febrero de 2014

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Los beneficios de la implantación de desfibriladores se extienden a pacientes menos graves





Madrid (20/02/2014) - Redacción

Un estudio publicado en Revista Española de Cardiología (REC) ha demostrado que aquellos pacientes a los que, según las actuales guías de práctica clínica, no se les aplica la TRC-D por tener una capacidad de bombeo superior al 35 por ciento obtienen los mismos beneficios que las personas con disfunción grave, por lo que también sería conveniente considerar esta terapia en su caso

Un estudio publicado en Revista Española de Cardiología (REC) ha puesto de manifiesto que aquellas personas con una disfunción sistólica moderada obtienen los mismos beneficios que aquellos pacientes con una disfunción sistólica grave, a los que ya se les aplica una terapia de resincronización cardiaca con desfibrilador (TRC-D). La terapia de resincronización cardiaca (TRC) está indicada para pacientes con insuficiencia cardiaca (incapacidad del corazón de bombear la sangre suficiente para el organismo) en un estadio avanzado.
Para implantar estos dispositivos, las guías de práctica clínica establecen una serie de criterios: El paciente debe presentar una dificultad para respirar elevada, esto significa que debe de tener un grado de disnea superior a 2 según la clasificación NYHA (New York Heart Association). Según el criterio electrocardiográfico, debe de tener un ritmo sinusal con QRS mayor o igual a 120 ms. Y además, la función sistólica del paciente debe de  ser inferior o igual al 35% por ciento, lo que se considera una disfunción grave.
Este estudio observacional ha analizado a 103 pacientes a los que se aplico la TRC-D con un seguimiento de 8 años y a los que, además de la ecocardiografía, se les había realizado una resonancia magnética previa a la implantación del dispositivo. Según la ecocardiografía, todos los pacientes tenían una función sistólica inferior al 35 por ciento (disfunción grave). Pero, teniendo en cuenta los resultados de la resonancia cardiográfica, un 16 por ciento de ellos presentaba una capacidad de bombeo superior al 35 (disfunción moderada).
El Dr. Óscar Fabregat-Andrés, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y del Servicio de Cardiología del Consorcio Hospital General Universitario de Valencia, ha señalado que, "tras el análisis de los datos, se ha observado que ambos grupos obtuvieron beneficios similares tras la implantación del dispositivo, lo que indica que probablemente no deberíamos ser tan restrictivos a la hora de aplicar la terapia de la resincronización cardiaca. De este modo, un mayor número de pacientes podría beneficiarse de estos dispositivos", y añade que, "el grado de disfunción ventricular izquierda (función sistólica) no debería ser un criterio excluyente para el implante de dispositivos".
En este estudio también se observa que la resonancia magnética es más precisa y aporta más información que la ecocardiografía. La resonancia aporta información cinética sobre el corazón con un menor margen de error, permite el estudio de la perfusión miocárdica en reposo y, además, permite observar las zonas necróticas del corazón.
Según el Dr. Fabregat-Andrés, "mediante la aplicación de contraste, normalmente gadolinio, se delimita qué área de necrosis tiene el paciente (en las zonas necróticas el gadolinio queda realzado). Este es un aspecto muy importante ya que se ha visto que a mayor área de necrosis, existe mayor riesgo de arritmia y mortalidad. De hecho, cada vez hay más evidencia de que la necrosis es un factor pronóstico independiente". Es por ello, continua este experto,  que la realización de una resonancia previa al implante es muy recomendable, "aporta precisión e información que ayuda a determinar a qué pacientes se aplica la TRC y qué pacientes se pueden beneficiar más de ella. Las guías de práctica clínica ya apoyan la realización de la resonancia previa al implante."
Actualmente la tasa de implantación de dispositivos de resincronización cardiaca sigue estando por debajo de la media europea. En España se implantaron en 2012 53,1 dispositivos por millón de habitantes, lo que supone cerca de 700 unidades,  mientras que la media de la Unión Europea se sitúa en más 130 por millón de habitante. El Dr. Fabregat-Andrés comenta, en este sentido, que, "la mayoría de centros disponen de comisiones de implante formadas por expertos del propio centro. Estas comisiones tienden a ser restrictivas a la implantación de estos dispositivos debido al coste que suponen".
Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en España, suponen el 30,3 por ciento de los fallecimientos. Por su parte, la insuficiencia cardiaca es la tercera causa de muerte entre las enfermedades del sistema circulatorio. En 2012 se cobraron la vida de 18.453 personas, lo que representa un incremento de más de mil muertes anuales respecto los datos referentes al 2011. Cabe recordar que la insuficiencia cardiaca afecta al 6,8 por ciento de los mayores de 45 años y entre al 15 y al 20 por ciento de los mayores de 85 según el estudio PRICE.

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