miércoles, 11 de febrero de 2015

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Un estudio explica por qué una proteína que previene el cáncer también causa metástasis

11/02/2015 - E.P.

Es preciso desarrollar fármacos que se dirijan selectivamente a TGF-beta en el cáncer para desactivar su capacidad de causar metástasis, manteniendo su habilidad de supresión tumoral en las células precancerosas

Científicos del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad Texas, en Estados Unidos, han hallado la posible respuesta a por qué una proteína, el factor de crecimiento transformador de beta (TGF-beta), suprime la progresión del tumor en las células premalignas pero también puede llevar a la propagación del cáncer. Desde hace mucho tiempo, ha sido un rompecabezas saber cómo y cuándo TGF-beta cambia sus papeles funcionales de supresor de tumor a promotor metástasis.
El estudio dirigido por Dihua Yu, directora adjunta del Departamento de Oncología Molecular y Celular en el MD Anderson, demuestra que otra proteína, conocida como 14-3-3 zeta, puede cambiar TGF-beta de supresor de tumores en las células precancerosas a promotor de metástasis de las células de cáncer de mama a los huesos cambiando las proteínas socias del TGF-beta, como se detalla en un artículo que se publica en la edición de este mes de 'Cancer Cell', que la compara con el 'Dr. Jekyll y Mr. Hyde' del escritor Robert Louis Stevenson.
"TGF-beta tiene un doble papel tanto como supresor de tumores en las células normales y premalignas como promotor de la metástasis en el cáncer en etapa tardía", resume Yu, quien también es presidenta distinguida Hubert L. & Olive Stringer en Ciencia Básica. "El mecanismo molecular por el que TGF-beta cambia su papel ha sido durante mucho tiempo un misterio sin resolver para los investigadores del cáncer", añade.
Yu y su equipo pueden haber proporcionado una clave para resolver el misterio, en parte, al explicar cómo 14-3-3 zeta desestabiliza una proteína clave, p53, que posteriormente apaga la capacidad de TGF-beta de suprimir tumores. Además, también promueve la propagación del cáncer a los huesos al estabilizar otra proteína, gli2.
"El conocido papel fundamental de TGF-beta en el cáncer ha llevado a numerosos esfuerzos para desarrollar inhibidores de TGF-beta en las terapias contra el cáncer, pero su afición tanto por la supresión de la progresión del tumor como  por ser un trampolín para la metástasis del cáncer ha sido un gran obstáculo en el desarrollo de terapias anti-TGF-beta", recuerda Yu. "Hemos desarrollado un modelo que propone la complicada naturaleza de TGF-beta que puede regirse por los efectos celulares de proteínas asociadas SMAD", ha añadido.
Las proteínas SMAD ayudan a regular la actividad de genes particulares, así como el crecimiento y la división celular. En esencia, estas proteínas transmiten señales de TGF-beta de fuera de la célula al núcleo, provocando un impacto en cómo la célula produce otras proteínas. SMAD se suma a esta naturaleza de 'doctor Jekyll y mister Hyde' de TGF-beta mediante la asociación con la proteína p53 para suprimir tumores en las células premalignas, mientras que ayuda a la proteína Gli2 para promover la propagación del cáncer a los huesos.
Definir mejor esta mezcla de proteínas puede conducir a nuevas terapias que se dirijan al papel fundamental de TGF-beta en el cáncer de manera más eficaz.
"Debido a que TGF-beta juega un papel importante en diversas funciones fisiológicas, es crucial que nos centremos en cómo desarrollar fármacos más específicos que se dirijan selectivamente a TGF-beta en el cáncer para desactivar su capacidad de causar metástasis, manteniendo su habilidad de supresión tumoral en las células precancerosas", apuesta Yu.

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