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El descenso del efecto propulsor de la contaminación, especialmente en las ciudades, como consecuencia del estado de alarma debido a la pandemia por el Covid-19 podría tener efectos beneficiosos en las personas con alergia, como indica Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Según este especialista, la emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel modifica la estructura del polen, que genera proteínas de estrés como mecanismo de defensa e incrementa su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles.
“Las proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en localidades cercanas a autopistas en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación. Por este motivo, habitualmente en las ciudades se producen más casos de alergia a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo. Los altos niveles de contaminación de las ciudades favorecen el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera e incrementa el tiempo de exposición a ellos”, explica Ángel Moral.
Este alergólogo reflexiona también respecto al cambio climático, y asegura que “está alterando los ciclos de polinización de las plantas, puesto que adelantan el inicio y retrasan el final de su periodo de floración, con lo que se amplía la duración del periodo de polinización, y, por lo tanto, hay una mayor exposición de la población a los pólenes”.
Un aspecto positivo del confinamiento para las personas con alergia es que las restricciones en la movilidad están reduciendo la contaminación producida por la expulsión de diésel de los vehículos y la disminución de otros humos industriales en las grandes ciudades.
Peor calidad de vida
La patología alérgica dificulta muchos aspectos de la vida diaria de los pacientes y supone un alto coste socioeconómico, según advierte Antonio Valero, presidente de la SEAIC. “Las enfermedades alérgicas necesitan un manejo integral desde el punto de vista terapéutico, y su abordaje también debe estar orientando al paciente para que pueda convivir mejor con su enfermedad”. Asimismo, recuerda la necesidad de recomendar el empleo de mascarillas homologadas, purificadores de aire para interiores, filtros antipolen en el coche, etc.
Finalmente, Antonio Valero recuerda que la inmunoterapia o la vacunación antialérgica son herramientas terapéuticas fundamentales para el tratamiento del pacientes con alergia, porque pueden modificar la evolución natural de la patología.