En los niños
"Bien tratada, la diabetes tiene muy buen pronóstico"
Lo afirma Olga Ramos, presidenta de una reunión mundial de pediatras especializados
Martes 26 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa
Nora Bär
LA NACION
La insulina es una hormona vital para el organismo. Producida por células especializadas del páncreas (los islotes de Langerhans) y vertida en el torrente sanguíneo, permite que el organismo utilice la glucosa para los procesos que requieren energía. Pero si es imprescindible para todos, su acción como reguladora del crecimiento y el desarrollo en los chicos es decisiva.
"Un chico que no recibe suficiente cantidad de insulina no crece ni se desarrolla -afirma la doctora Olga Ramos, presidenta de la 36° Reunión de la Sociedad Internacional de Diabetes en Niños y Adolescentes, que por primera vez se hace en un país de América latina-. Es lo que se llamó el síndrome de Mauriac: niños que, porque recibían menos insulina de la que requerían, tenían las manos y los pies pequeños, a lo mejor a los quince años medían 1,30 m y no se desarrollaban hasta los 18. Una vez, un chiquito me dijo: «La insulina es vida». ¿No es una definición maravillosa?"
Desde mañana hasta el viernes, más de mil especialistas encabezados por la doctora Ramos pasarán revista a los últimos avances en diabetes infantojuvenil (en general, la llamada tipo I), que es precisamente la patología que se desencadena cuando los islotes pancreáticos no pueden producir insulina, las células dejan de recibir la glucosa que les aporta energía y aquella se acumula en la sangre. Abordarán la posibilidad de tratamientos con células madre, las bombas de infusión de insulina con sensores de glucemia, los problemas psicoemocionales, y las complicaciones agudas y crónicas del niño y el adolescente con diabetes.
Entre los principales problemas que enfrentan los diabetólogos infantiles se encuentra la dosificación muy precisa de la insulina.
"Antes de 1921 [cuando Banting y Best la descubrieron], los chicos se morían -afirma Ramos-. Hoy en día, pueden llegar a la adultez sin complicaciones. Cuando se da correctamente, es fantástica . Ahora, si se da en exceso, el chico come y come, y se convierte en obeso. A su vez, esa obesidad se convierte en insulinorresistencia, que es la misma situación que se presenta en la diabetes tipo II. Entre los niños y jóvenes, el 90% aproximadamente son diabéticos tipo I. Del 10% restante, alrededor del 8% padece diabetes tipo II (vinculada con la obesidad y el sedentarismo), y el resto presentan hiperglucemias por otros motivos, como enfermedades endocrinológicas o trasplante de riñón."
También tienen un riesgo aumentado de diabetes los niños nacidos de madres mal nutridas. "Durante nueve meses, su organismo acomoda su sistema homeostático y enzimático para ser pequeñito y delgado -explica Ramos-. Pero cuando al nacer reciben alimentos muy calóricos quedan bajitos y gordos. Por eso, hasta los planes de alimentación estatales deberían ser cuidadosos en ese sentido: al niño pequeño o prematuro, debería dejárselo crecer de a poquito, despacito, de acuerdo con como estaba preparado; el engordarlo rápido aumenta los riesgos. Hoy, muchos piensan que tendremos una generación de gente obesa y con diabetes." De modo que el cuidado debería comenzar en la cuna...
"Bien tratada, la diabetes tiene muy buen pronóstico" - lanacion.com
martes, 26 de octubre de 2010
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