“El camino hacia la curación del cáncer está trazado”, según Carlos Cordón-Cardó
Nekane Lauzirika
El director asociado del Cancer Center de la Columbia University ha concedido una entrevista a la Revista EL MÉDICO que se publica en el número de febrero
Madrid (26/28-2-11).- Catalán de proyección internacional, Carlos Cordón-Cardó es director asociado del Cancer Center de la Columbia University. El prestigioso oncólogo ha vivido en primera persona la experiencia de ser paciente de lo que él mismo investiga. Hace seis años, el profesor Cordón-Cardó sufrió un cáncer de colon y tras superar su dolencia continuó con la investigación para abrir páginas nuevas de uno de los misterios que más asombra a la humanidad como es, la identificación de la célula común en todos los cánceres. Aunque tiene fijada su residencia en EE.UU. el afamado investigador viaja a menudo al Estado español para intervenir en eventos como el V Encuentro Internacional de Biotecnología celebrado recientemente en Pamplona.
“Si no entendemos el origen del cáncer no seremos capaces de comprender sus capítulos finales. La estrategia más efectiva es la de identificar las células madre en tumores y metástasis, en tanto en cuanto constituyen el origen del cáncer, para después atacarlas”, explica a la revista EL MÉDICO Carlos Cordón. Por ello, considera que “la identificación de estas células madre podría llegar a tener una aplicación clínica importante en relación con el pronóstico de la enfermedad. Así, cuantas menos células madre haya mejor será el pronóstico. El camino hacia la curación del cáncer está trazado”, sentenció en su conferencia plenaria en BioSpain, el encuentro sobre Biotecnología más importante del Sur de Europa, celebrado en Pamplona, co-organizado por ASEBIO (Asociación Española de Bioempresas) y el Gobierno foral de Navarra. Carlos Cordón es uno de los oncólogos de mayor prestigio mundial que, después de trabajar durante 24 años en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, desarrolla ahora su labor en la Universidad de Columbia.
El oncólogo centra su trabajo en el comportamiento de las células madre, dado que los tumores se deben a que en un determinado momento las células dejan de diferenciarse y se multiplican sin control, de tal modo que el equilibrio entre los genes que estimulan la proliferación celular y los supresores se pierde.
Cordón-Cardó sostiene que la presencia de marcadores genéticos en el interior de las células será lo que en el futuro determine un tumor.”Hemos empezado a leer el libro del cáncer por las páginas centrales, pero hay que empezar a leer los primeros capítulos”, afirma. Así, “la clave está en la célula madre de los tejidos adultos, ya que estas células se dirigen a ayudar cuando hay un problema y es ahí cuando se pueden convertir en el foco de la enfermedad”.
¿Se habla de cáncer pero no habría que hablar mejor de cánceres?
Sí. Del cáncer de pulmón, de piel, de mama... Pero esto nos lleva a un origen común. Es cierto que existen tumores distintos con connotaciones diferentes, pero en el fondo, el cáncer puede empezar por un virus, por una exposición solar como en la gente que trabaja en el campo, o en una factoría por un producto químico. La base del cáncer puede no ser tan compleja como se promulga en la actualidad, sino que todo dependa de determinadas mutaciones producidas en células madre de diferentes tejidos, que al ser alteradas adquieren características tumorales. Todas las neoplasias podrían tener un mismo origen, a partir del cual se desarrollarían las múltiples patologías que ahora se engloban dentro del término cáncer. En las células madre parece estar la respuesta.
¿El diagnóstico de esta patología ha dejado de ser una condena?
Sí. Tenemos muchos tumores, pero si los diagnosticamos a tiempo -esto quiere decir en las fases iniciales I y II-, los curamos prácticamente todos. Incluso los más difíciles como el de páncreas. Sin embargo, cuando un tumor está muy metastatizado e infiltrando en distintos órganos, es muy difícil. Lo que estamos es atacando estos tumores en estas fases y dando muchos años de gran calidad de vida. Esto lo hacemos ya con la diabetes, que la hemos cronificado. Se ha logrado mantener a una población enferma como si fuera una población no enferma.
¿En el cáncer de mama?
Se ha conseguido educar a la población; las mujeres son grupos de fuerza influyentes. Son conscientes de que con pruebas fáciles, como un análisis anual o cada dos años, una palpación..., se puede detectar precozmente el tumor y curarlo. Si los varones hiciéramos lo mismo con el cáncer de próstata lo reduciríamos en gran medida. Ya lo empezamos a hacer, pero queda mucho por aprender de las mujeres. Suelo decir que tenemos tiempo de llevar el coche a revisión, pero no para llevarnos a nosotros mismos a revisar.
¿Las patologías oncológicas son el peaje a pagar por vivir tantos años?
En parte sí. Las patologías oncológicas por suerte se dan más en adultos que en gente joven o en niños. ¿Por qué? Porque los procesos de reparación del ADN y de vigilancia inmunológica son mucho mejores que en la gente con más edad.
¿Cuánto cuesta en dinero y en tiempo sacar adelante un nuevo fármaco o una terapia génica nueva? ¿Cómo acortar este “tempo”?
La investigación bien hecha necesita un período de gestación para que la idea se vaya consolidando. Para validar una terapia hay que hacerlo con mucha prudencia en distintas fases para ver si hay toxicidad y realmente es mejor de lo que teníamos. En general, desde la idea hasta su ejecución y aceptación en la sociedad estábamos tardando unos 10 años. Últimamente, gracias al modo de manejar los datos y a grupos de clínicos y de pacientes que están dispuestos a participar en investigación médica estamos hablando de siete años y podremos llegar a los cinco o seis años. Es un tiempo prudente.
En Farmacia se habla mucho de genéricos, pero ¿ya sería posible un avance serio y profundo en su investigación e innovación si no hubiera investigación y patentes?
En EE.UU. una compañía puede usufructuar de una manera única su fármaco durante 15-17 años. Es un tiempo suficiente como para que utilice parte de esas ganancias en atacar esos problemas de inversión. Evidentemente, la empresa farmacológica y la biotecnología deben de tener un aporte de capital a quien les ha ayudado y a la comunidad por el producto que hace. Pero también es bueno que sea la primera en reinvertir en ella misma.
¿Qué tiempo se tarda desde que se inicia la investigación de un fármaco hasta su puesta en clínica?
La investigación bien hecha necesita de un período de gestación para que la idea se vaya consolidando y tenga su tiempo de experimentación, primero y validación después. Da lo mismo que sea de predicción o de diagnóstico de tratamiento, porque el tratamiento a veces es más costoso, ya que se debe de realizar con mucha prudencia en distintas fases para ver si hay toxicidad y si es realmente mejor que el que disponemos. En general, desde la idea inicial hasta su ejecución y aceptación en la sociedad se suele tardar alrededor de 10 años.
¿Y este tránsito de laboratorio a clínica cómo se podría acortar?
En los últimos años y gracias a cómo manejamos los datos, gracias también a los grupos clínicos y pacientes que están dispuestos a participar en los ensayos clínicos y no tenemos que esperar a que vengan, con lo cual ganamos tiempo y el proceso se acelera, hemos conseguido pasar de 10 a 7 años. Y tal vez podamos rebajar el tiempo a 5 ó 6 años. Es un período de tiempo bueno y prudente.
¿Ve diferencias entre el modelo investigación I+D en EE.UU. y el que se realiza en el Estado español?
Cada vez estamos más juntos. Cuando me marché hace 30 años se daban grandes diferencias y no contábamos con una cultura de financiación público-privada tan profunda como en EE.UU. Había buenas mentes -buenos cerebros los hay en todas partes-, pero no se disponían de recursos técnicos. En la actualidad, España tiene acceso a ellos y los genera en muchas ocasiones. Una de las áreas en las que me gustaría ver una mayor actividad es en el sector privado de inversión que ha puesto dinero durante muchos años en cosas concretas que tienen un valor temporal y no han invertido en la generación de conocimiento, en tecnología, en biotecnología.
¿Se refiere a apoyar más la generación del conocimiento?
Sí. Pienso que es una parte del portafolio, tanto de grupos familiares como de grandes grupos empresarios y bancarios de este país, los cuales tendrían que apostar más en la gestión del conocimiento, en su generación, por las patentes que genera y en el fondo son lo que a la larga dan a un país la riqueza.
Para que los resultados sean mejor ¿cómo dirigir la investigación?
La investigación tiene dos vertientes: el recurso humano y el técnico. El humano es bueno; estudiantes, posgraduados jóvenes y no tan jóvenes muy buenos... que comparten una visión. Por otra parte como estas investigaciones cuestan muchísimo dinero -porque necesitamos estudiar esas células en distintos tumores, aislarlas, establecer líneas celulares...- debemos tener claro que los recursos no son infinitos. Por eso yo creo mucho en los dineros dados en etapas. Es bueno que el investigador sepa que tiene límites porque si no tampoco sería racional. Lo que sí me parece es que si pasaran dos o tres etapas de forma muy controlada, los resultados serían muy buenos... también se tendría que abrir la puerta y no pedir constantemente al investigador explicaciones a cada paso que da. Hay que evitarle tanto sacrificio administrativo estéril.
¿Está participando en una plataforma de sistemas? ¿En qué consiste?
Traemos a España la integración de un diagnóstico junto con marcadores de predicción que permiten enfocar mejor qué pacientes de cáncer de mama necesitan los receptores hormonales, la receptina u otros tratamientos, incluido la radioterapia. No sólo es mirar al microscopio, sino mirar a la cara de este tumor. Al mismo tiempo estamos acercando nuevas innovaciones desde el punto de vista de terapias. Como una máquina de radioterapia absolutamente única, que en vez de dar 20 sesiones, con 1 ó 2 es suficiente. No ataca los tejidos normales, enriquece la radiación en el campo nocivo y mata esas células. Esto sí que cura, al igual que la cirugía bien hecha.
¿Las células madre se asocian a un incipiente abordaje terapéutico?
Sí. Pero como todo lo bueno tiene su reverso negativo, también puede ser el origen del cáncer. Determinadas mutaciones en células madre normales pueden volverlas tumorales y suponer el principio de la enfermedad. Sobre esta base, existiría la posibilidad de que todas las neoplasias tuvieran un mismo origen, algo que abre un nuevo paradigma y augura un futuro con opciones terapéuticas distintas.
¿La base de cáncer es tan compleja como parece? ¿En qué está trabajando ahora?
Tal vez todo depende de determinadas mutaciones producidas en células madre de distintos tejidos, que al verse alteradas adquieren características tumorales y dan el pistoletazo de salida a la expansión del cáncer. No creo que haya células madre tumorales, como tal, originales, sino que surgen de alteraciones en células madre normales. Estamos trabajando ya en la búsqueda de biomarcadores que indiquen qué células madre pueden sufrir las mutaciones que la convierten en tumoral. Parte de la explicación se relaciona con la regresión tumoral y la posibilidad de lograr que una célula diferenciada retroceda en su desarrollo hasta casi llegar a su origen pluripotencial (aunque sin alcanzarlo).
En los media hablamos de las células madre como el paradigma de solución a todos nuestros males...
Las células madre abren nuevas vías pero no supondrán un camino de rosas científico, porque se trata de células muy resistentes a los tratamientos y con un reservorio básico uno de los instintos de supervivencia más fuertes que se conocen.
¿La Medicina personalizada es el futuro?
Caminamos hacia el tratamiento más personalizado. Se abordará no sólo según las características del tumor, sino las peculiaridades del individuo que padece el cáncer. No se puede tratar igual un tumor de mama de una persona con receptores hormonales muy disparados, que otra con otro tipo de hormonas. Estamos cada vez más inmersos en una Medicina personalizada pero todavía nos queda mucho para llegar al final, nos queda mucho por recorrer.
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