jueves, 12 de febrero de 2015

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Dolor, la cultura del sufrimiento sigue viva entre nosotros



Enero/Febrero de 2015 - Nekane Lauzirika

Una de cada 6 personas sufre dolor crónico (alrededor del 17 por ciento de la población española), y en 5 años se calcula que habrá entre 60 y 80 millones en el mundo que padezcan esta enfermedad. Los estudios y trabajos de los expertos que trabajan día a día con estos pacientes-dolientes ponen de relieve una serie de deficiencias en el manejo del dolor crónico en España. Según se desprende del informe "Pain Proposal", los enfermos se quejan del largo periodo de tiempo de espera para el diagnóstico y del dolor persistente a pesar del tratamiento, lo que afecta a su capacidad laboral y a sus relaciones socio-familiares. Pero no son solo los pacientes los que se quejan, también los especialistas manifiestan su insatisfacción con diferentes aspectos del manejo del dolor crónico

En el acervo popular de nuestro entorno el dolor aparece una y otra vez como ineludible, tanto en los dichos y en las aptitudes se manifiesta este sufrimiento inevitable: parirás con dolor, en este valle de lágrimas sufrir te hace madurar, la letra con sangre entra, el sufrimiento forja la voluntad... "por desgracia en Medicina la gente también lo entiende y siente así", se lamenta Concha Pérez, vocal de Comunicación de la Sociedad Española del Dolor (SED) y jefa de la Unidad del Hospital Universitario La Princesa de Madrid. "Creen que si te han operado debes de tener dolor inevitablemente; es una cuestión de fondo cultural que hoy ya no se sostiene científicamente. Con el tiempo se está empezado a cambiar la percepción de la ciudadanía que ya se da cuenta de que hay que evitar el dolor. Pero sí, es cierto que aún hay gente e incluso compañeros que creen que tras una intervención es inevitable el dolor. Todavía hay mucha cultura del sufrimiento, el pensamiento de que es mejor no hacer nada que tratar el dolor, no vayamos a tener un problema. Esto aún persiste por falta de formación", explica con vehemencia la doctora Concha Pérez.
Sin embargo, la anestesióloga María Luisa Franco, una de las pioneras en el tratamiento del dolor en España, responsable de técnicas intervencionistas de esta especialidad en el Hospital de Cruces, en Bizkaia y directora de la Clínica del Dolor Praxis Bilbao, considera que en el ámbito médico la creencia popular está superada. "La OMS ya considera el dolor crónico, que es lo que tratamos nosotros, como cualquier otra patología crónica; así que el objetivo del médico es erradicarla, algo que casi nunca podemos hacerlo del todo. Lo que conseguimos es paliarlo y reducirlo a límites tolerables que mejoren la calidad de vida del paciente", añade la experta de Cruces.
Aunque se diga que los "hombres no lloran", la realidad es que "comerse el dolor" no lleva a ninguna parte. "Lo único que provoca esa postura es que el dolor se cronifique y después sea mucho más complicado su tratamiento. Eliminar por completo el dolor crónico es muy difícil; pero otra cosa es que el paciente posea estrategias y abordajes de su dolor para su mejora y no se haga un círculo vicioso en él. Pero pensar que por no tratar el dolor vas a estar mejor es un auténtico error", sentencia la vocal de Comunicación de la SED.
A pesar de que todo el mundo sabe cómo es el dolor y cómo se siente, lo cierto es que es dificilísimo explicarlo; es una sensación y también un sentimiento que se mueve entre lo medible objetivo y la situación personal subjetiva. Para la doctora Franco, "es algo personal e intransferible, que solamente lo puede valorar la persona que lo padece. Por eso es tan difícil diagnosticarlo y tratarlo. Si te haces daño, o sufres una lesión en un tejido nervioso, en un músculo o en un hueso, se pondrá en marcha un mecanismo fisiopatológico que recorrerá todo el sistema nervioso hasta que llegue el mensaje al cerebro, donde nosotros somos conscientes de ello; en éste se provoca en ese momento una respuesta que devuelve la señal. El problema del dolor es que es sensación y sentimiento, y este sentimiento es absolutamente individual. Por otra parte, no lleva a  ninguna parte comerse el dolor, porque lo que provoca es un aumento de la soledad y el sufrimiento unidos a la incapacidad que produce el dolor crónico", explica la especialista del Hospital de Cruces.
El dolor, en principio, un síntoma de alerta
En principio, el dolor es un síntoma de alerta, de que algo no funciona bien en el organismo, aunque no siempre sea así. Porque en ocasiones ese organismo, que es una máquina muy compleja, también falla y se equivoca. "Te duele sin ningún motivo específico, o que nosotros sepamos", asegura Concha Pérez. "También es verdad que el dolor, tal y como lo medimos a día de hoy es algo tan subjetivo que seguramente nos estemos dejando algo en el tintero. Lo cierto es que inicialmente puede ser un síntoma de alarma", señala la jefa de la Unidad del Dolor del Hospital La Princesa de Madrid.
Los especialistas reconocen que habitualmente el dolor desaparecerá una vez se cure la dolencia que la causa -apendicitis, rotura de ligamentos...-, sin embargo, en diversas patologías, en algunas más que en otras, esto no sucede; el sistema nervioso lo que hace es curar y solucionar los problemas, pero el dolor persiste; se ha hecho patológico y se acaba convirtiendo en sí mismo no en un síntoma, sino en una enfermedad.
"Ciertamente, si no hubiera dolor en muchas ocasiones no sabríamos que algo no va bien; el dolor es sufrimiento pero también síntoma indicador", insiste en señalar la vocal de la SED. "El dolor agudo es más síntoma, mientras que el crónico es enfermedad. El agudo hay que tratarlo en cuanto lo alertas, porque no hacerlo no mejora la situación; al revés, produce muchas hormonas de estrés que impiden la recuperación. Por esto es tan importante tratar el dolor después de las cirugías. Y hay que hacerlo tanto para que al paciente no le duela como porque está demostrado que la recuperación es mejor, hay menos infecciones, el paciente deambula antes y tiene un mejor estado nutricional", recalca la doctora Pérez.
Porque el dolor puntual como síntoma, asegura la doctora Franco, es fácil de tratar con cualquier analgésico del mercado, pero para abordar el dolor crónico se precisan los cuidados de un médico especializado en dolor, "aunque no todo el dolor crónico necesite de un especialista", reconoce. "Pero siempre que el dolor crónico es muy severo o refractario al tratamiento debe ser valorado por un especialista en dolor", recalca la experta.
Falta formación en los profesionales
Los expertos se lamentan de que no han sido formados para tratar a estos pacientes de forma adecuada. "Tenemos a nuestra disposición todo un arsenal tanto de fármacos como de terapias intervencionistas; el problema surge en el día a día con los pacientes porque la gente está poco formada", explica con conocimiento de causa la vocal de Comunicación de la SED, al tiempo que añade que "cuando llegas a la especialidad los que te enseñan son gente  que enseñan de lo que aprendieron ellos, pero no de una manera reglada". Lo ideal es que tanto el médico de familia como el resto de los profesionales que intervienen con el paciente "sepan tratar el dolor en los estadios iniciales, pero si el dolor no es controlable tienen que acudir a las unidades del dolor", indica la anestesióloga María Luisa Franco. Además, habitualmente, estos fármacos dados de manera continuada son poco eficaces y poco seguros. "Sobre todo cuando hablamos de antiinflamatorios, que son medicamentos estupendos, pero no tienen una indicación en el uso crónico y continuado", sentencia la doctora Pérez. "Además estos fármacos pueden tener riesgos, principalmente en pacientes con patología renal, cardiológica o digestiva. Son alternativas para usarlas en momentos puntuales; porque los medicamentos no son buenos ni malos, sino que a veces hacemos mal uso de ellos", sentencia.
El dolor, enfermedad específica
Las especialistas coinciden en señalar que quien padece cáncer óseo y sufre dolor constante asociado tiene una enfermedad: su cáncer osteopático y otra adherida: dolor. "Si tiene un cáncer de huesos, el dolor está producido por la invasión del cáncer en el hueso. Es un dolor oncológico", asienten las doctoras, que consideran imprescindible que se traten ambos, no sólo el cáncer.
En nuestra cultura, en los medios también se usa enfermedad (carencia de bienestar físico o síquico) y patología (patos: sufrimiento, dolor) como sinónimos, aunque, como apunta la presidenta de la SED, no siempre lo son ni vayan juntos. "No tienen porqué ir emparejadas; es más, podemos decir que en Medicina el dolor crónico es una enfermedad específica, reconocida por la OMS como tal".
Si es así, ¿no debiera tener un tratamiento diferenciado como enfermedad con nombre propio? "Sí. En cada tipo de dolor lo importante es llegar al diagnóstico del dolor, cuál es el origen el dolor y poder pautar el tratamiento más adecuado según el origen del mismo", reconoce la doctora de la Unidad del Hospital de Cruces.
Sin cultura para tratar el dolor
En esta misma línea, la doctora Concha Pérez considera que "el dolor abarca muchísimas cosas; un amplio espectro de patologías; el problema es que luego debes ir definiéndolas porque, además, no todo el dolor crónico se trata del mismo modo. Hay que ir distinguiéndolo y cada paciente tendrá un abordaje diferenciado e individualizado", asiente la experta.
A pesar de todos los avances, en general, el dolor sigue siendo tratado como patología secundarizada a la enfermedad de origen principal. En opinión de la anestesióloga, es así porque está mal tratado. "En las Unidades del Dolor, el dolor crónico lo tratamos como una enfermedad específica. Cuando el dolor se ve solo como un síntoma nunca le vas a prestar la atención que realmente precisa. Para el dolor agudo evidentemente tienes que asociarlo con un síntoma de algo que va mal. Pero cuando el dolor es crónico y pasan  varios meses y no se controla ese dolor se convierte en una enfermedad propia y ya no tiene tratamiento; el objetivo principal es diagnosticar ese  tipo de dolor, ver lo que está mal y diagnosticarlo cuanto antes", recalca. En opinión de la vocal de la SED, la secundarización del dolor se da "porque nadie nos ha enseñado; no tenemos cultura dentro de la Medicina para abordar el dolor, porque no hemos recibido una formación adecuada", apunta la doctora Pérez.
Las dos expertas sostienen que si se acepta que el dolor sea una enfermedad específica añadida hace falta la preparación de especialistas para tratarlo. "Indudablemente; como a los demás profesionales, traumatólogos, oncólogos, médicos de  familia, que les lleva equis horas al día de formación, de preparación, quienes nos dedicamos al tratamiento del dolor las 24 horas del día, con nuestro objetivo prioritario  de estudiar y tratar a los pacientes con dolor crónico, también necesitamos preparación. Solamente así estaremos mejor preparados para tratarlos", asegura la doctora Franco. "Además, el dolor es muy transversal; su tratamiento debe de correr a cargo de personal que esté formado; es lo fundamental. Evidentemente hay especialidades que tienen más relación con el campo del dolor y por lo tanto tienen ya un trecho hecho. Pero antes hay que formarse, bien creando una especialidad nueva o bien organizando un área de capacitación especializada; otro camino sería también que en determinadas especialidades se fuera a una subespecialización", remacha la vocal de la SED.
Faltan Unidades del Dolor
Reconocen las expertas la necesidad de disponer de unidades hospitalarias especializadas del dolor. Consideran que son totalmente necesarias ya que  su único objetivo es tratar a los pacientes con dolor crónico. "Las 24 horas del día nos dedicamos al tratamiento del dolor y somos los que tenemos mejor preparación y medios para hacerlo", subraya la experta del Hospital Universitario de Cruces en Bizkaia, que coincide de pleno con la doctora Pérez. "En las Unidades no solamente aplicamos un tratamiento farmacológico, que en ocasiones puede ser muy complejo ya que hay pacientes que tienen muchas patologías asociadas y con muchas interacciones farmacológicas o no responden a los medicamentos habituales y hay que usar fármacos no tan comunes. Solamente por esto son necesarias, pero además, uno de los pilares fundamentales que hacen que las Unidades del Dolor sean imprescindibles es el intervencionismo; la gente lo conoce como infiltraciones. Y no solo eso, se hacen muchas más cosas", remacha, la jefa de la Unidad del Dolor del Hospital La Princesa de Madrid. "Nosotros tenemos más de 60 procedimientos confirmados con técnicas distintas -por ejemplo, la radiofrecuencia o la colocación de estimuladores en pacientes que tienen un síndrome de espalda fallida o estimuladores de nervios en pacientes con cefaleas, epidurales para hernias discales...- Eso es algo específico de las Unidades; por eso mismo debería haber una en cada hospital", explica.
Las especialistas también coinciden al señalar que las Unidades de Dolor que existen en nuestros hospitales son pocas, insuficientes. Además, no todos los centros disponen de ellas; en la mayoría de los grandes hospitales sí, pero pocas unidades están bien dotadas con especialistas suficientes y con los medios necesarios para hacer buenos tratamientos. "Todavía andamos un poco escasos en este sentido", reconoce la doctora Franco. La vocal de la SED se muestra más contundente al señalar que en España hay muy pocas unidades del dolor que sean multidisciplinares. "Estamos mal dotados en número y con una falta de multidisciplinariedad en la mayoría; no se tiene una visión global del paciente al que se trata. Falta personal formado en algo tan complejo como es el dolor", remarca.
Dolor puntual
Sobre cómo se trata el dolor puntual y pasajero en el tiempo de los postoperatorios  (UCI/recuperación de accidentes...), la doctora Franco explica que el gol estándar del tratamiento del dolor agudo sigue siendo la morfina como analgésico potente y luego la morfina en combinación con antiinflamatorios o corticoides. "El dolor postoperatorio se combate con un tratamiento relativamente sencillo y tiene la gran ventaja de que en el periodo de una semana ha desaparecido por sí mismo, pero  con tratamiento lo llevas mucho mejor", apostilla.
En este mismo sentido, la vocal de la SED sostiene que tratar este tipo de dolor es muy agradecido, las terapias dependerán de la intensidad del dolor y de que estén bien reguladas. "Para el dolor leve, analgésicos comunes y simples, como el paracetamol o los antiinflamatorios no esteroides. Para cirugías que son ligeramente dolorosas disponemos de analgésicos antiinflamatorios que pueden ser asociados a un opiáceo menor, y para pacientes que tienen una cirugía dolorosa, que son complejos porque son frágiles y necesitamos que la recuperación sea lo más pronto y mejor posible, el tratamiento ha de ser más agresivo, utilizando bien mórficos endovenosos o técnicas de anestesia  y analgesia regional", asevera la doctora Pérez.
El dolor en enfermedades terminales
El argumento cambia al enfrentarse al dolor final, al dolor sin esperanza de retorno. Al enfrentarse al dolor de enfermedades terminales (Alzheimer, cáncer...) ¿Todo sirve? ¿Con mantener como un vegetal al enfermo es suficiente? "Es una pregunta que nos hacen a menudo. Si el tratamiento del dolor se debe de hacer a base de opiáceos o de fármacos muy potentes y que el paciente pierda hasta la noción del tiempo y esté todo el día atontado. No. En absoluto. El objetivo es que los pacientes recuperen todas sus capacidades y se puedan incorporar a una vida activa. Si están jubilados hacer una vida social normalizada. Sí, es cierto que en enfermedades oncológicas con el paciente en fase terminal no tiene ningún sentido que padezca más y si es necesario que esté más dormido se le da medicación necesaria para que no sufra y muera con dignidad. Si el paciente es de Alzheimer es más difícil la valoración del dolor, porque la persona no puede verbalizar lo que le pasa. Pero sin embargo, las últimas publicaciones valoran el tratamiento de dolor como un punto positivo de cara incluso a la capacidad cognitiva. Está demostrado que pacientes con Alzheimer con un dolor no tratado están más desconectados del medio que los pacientes que consiguen que el dolor disminuya; son pacientes que tienen mejor calidad de vida", recalca la doctora Franco.
Para la vocal de la SED en los pacientes terminales tampoco "vale todo". "En Alzheimer, por ejemplo, es importante saber diagnosticar; no es lo mismo estar en estadios iniciales que en uno terminal. Por eso es especialmente importante, primero saber diagnosticar porque a veces el paciente no tiene una comunicación fácil contigo. En los estadios iniciales es fundamental poder diagnosticarlos; que haya escalas que, por desgracia, están poco extendidas. Para estos pacientes con dificultades de memoria es clave darles una terapia con los menores efectos secundarios posibles, sobre todo, a nivel cognitivo, para mejorarle su calidad de vida. Y en el caso oncológico tampoco vale todo. Lo ideal es intentar controlar el dolor al principio  de la manera menos invasiva posible, aunque sean terminales. El hecho de poder pasar el tiempo con su gente, con su familia, haciendo lo que deseen es fundamental, manteniendo su calidad de vida, la funcionalidad; es clave que tengan el menor efecto adverso", remarca la doctora Pérez.
Abordaje multidisciplinar para tratar el dolor crónico
Si para quitar el dolor se redujeran levemente sus expectativas de vida, ¿también compensaría amortiguar el dolor de quien sufre sin esperanza? "El tratamiento del dolor no acorta la vida; eso se pensaba hace años, pero no tiene sentido. El tratamiento del dolor al contrario, incluso en pacientes oncológicos mejora sus expectativas de vida. Otra cosa son los pacientes terminales en proceso activo de morir, que si tienes que sedarlo, lo sedas y el paciente se muere cuando le toca: por su enfermedad, no por el tratamiento, porque el tratamiento del dolor no acorta la vida", asegura la doctora Franco, en plena coincidencia con la vocal de la SED. "Es absolutamente incierto que los tratamientos analgésicos acorten la vida; se dice mucho, pero no es cierto".
Pero el dolor crónico (fibromialgia/huesos de cristal/artrosis/cefaleas...) es otra cosa diferente ¿Qué planteamiento se sigue con el dolor crónico? ¿Es más complicado de enfrentar que los dos anteriores? "Sí. Mucho más. La mejor manera  de tratar el dolor crónico es desde un abordaje multidisciplinar. Y dentro de todo abordaje global debe de haber un especialista en dolor, un especialista en Psiquiatría, en Psicología y un especialista en Rehabilitación. Esos son los tres pilares básicos para hacer un estudio adecuado del dolor y plantear la mejor estrategia terapéutica. Es tremendamente complejo", reconoce sin ambages la doctora Franco.
En la misma línea se manifiesta la experta del Hospital La Princesa de Madrid. "Aunque parezca mentira, sí es muy difícil de afrontar el dolor crónico, porque no tenemos herramientas que lo erradiquen; los pacientes tienen unas expectativas que difícilmente se llevan a cabo; es importante disponer de una estrategia global e intentar que el paciente tenga mecanismos personales y terapéuticos para enfrentarse al dolor; también es clave mejorar la funcionalidad, no tanto la intensidad en sí del dolor, que es importante, sino mejorar la funcionalidad del paciente. Esto es fundamental en todo dolor crónico. No solo es la intensidad, sino lo que el paciente deja de hacer en su vida cotidiana por el dolor. Estas dos cosas son muy importantes. Por un lado -continúa explicando la especialista- las expectativas del paciente; tiene que saber que nosotros no tenemos una varita mágica que le quitará el dolor, porque no existe. Por otra parte es muy importante buscar la estrategia personalizada para cada paciente en aras a mejorar su funcionalidad, lo que repercutirá en su calidad de vida a todos los niveles, en su vida social, trabajo, amigos", insiste en señalar la doctora Pérez.
Medicamentos a la carta para cada paciente
La batería química farmacológica actual contra el dolor está bien surtida ¿Son asumibles  sus efectos secundarios? "Sí, existe una batería muy potente de analgésicos, que como cualquiera otros fármacos tienen efectos secundarios. Pero la valoración del paciente se tiene que hacer de una manera continuada, precisamente para mitigar los efectos secundarios, que de ser muy agresivos deben llevarnos a cambiar a otro analgésico. Afortunadamente ahora tenemos un arsenal potente que permite diseñar un traje a medida, según el paciente que se tenga delante", asegura la doctora Franco.
La vocal de la SED es consciente del avance que se ha llevado a cabo en investigación, pero también sostiene que hace falta más. "Es cierto que en los últimos años contamos con fármacos más seguros. Por ejemplo, a nivel de los inflamatorios han salido al mercado medicamentos más seguros desde el punto de vista digestivo. En cuanto a los antidepresivos utilizados para el dolor, los actuales también son más seguros, sobre todo los que utilizamos con los ancianos. A nivel de opioides es cierto que se conocían desde hace tiempo, pero ahora son mejores y ofrecen menos efectos secundarios. En esta línea sí se ha avanzado muchísimo".
Si el umbral de resistencia a la eficacia de los fármacos sigue subiendo ¿En la farmacopea hay siempre solución? ¿Tal vez nuevo analgésico, combinación de varios? ¿Mayor dosis? ¿Fármacos más agresivos? "Son muy eficaces. Pero el tema psicológico en nuestro medio estaba muy mal visto hasta hace poco; ahora hay que educar y poco a poco se va haciendo. Educar al personal médico y población en general en que el apoyo familiar y social es un plus. Los pacientes tienen que sentir que se están haciendo las cosas mucho mejor que lo que se estaban haciendo hasta ahora. Que si un profesional les ofrece ese tipo de tratamiento es un buen profesional", asevera la anestesióloga del Hospital Universitario de Cruces en Bilbao.
La presidenta de la SED destaca que una de las cosas más importantes en las que se está trabajando actualmente es en la combinación de fármacos. "Primero porque el dolor es muy complejo y hay muchas dianas terapéuticas por cubrir con muchas moléculas diferentes; los fármacos habitualmente bloquean una diana terapéutica, no muchas. Por eso, el hecho de tener dentro de un mismo fármaco distintas dianas terapéuticas que mejoran la eficacia con menos dosis repercute favorablemente en la disminución de los efectos secundarios. También, a veces, asociar fármacos que tienen un mecanismo de acción totalmente distinto mejora el perfil de eficacia o de los efectos secundarios, dependiendo de la asociación", explica la doctora Pérez.
Combatir el dolor desde terapias alternativas
La hipnosis, sofronización, yoga, técnicas psicológicas... Además de las terapias farmacológicas se utilizan otras técnicas contra el dolor que esta experta piensa que resultan eficaces. "En la hipnosis hay ensayos que así lo demuestran. Es cierto que existe el efecto placebo, pero cualquier técnica que sea de relajación que ayude a la aceptación psicológica es muy útil; el problema es que resulta difícil instaurarla en los pacientes de una manera global", remarca.
Marihuana medicinal. En Cataluña y en algunos países se receta marihuana, cannabis, a quienes sufren dolor por patologías terminales. La doctora Franco piensa que será una droga muy interesante en los próximos años, pero aún tenemos muy poca experiencia en salud, "nada más que lo que he podido leer y la experiencia de compañeros de Cataluña o algunos de aquí. Los neurólogos la utilizan para el tratamiento de la esclerosis múltiple-EM siempre con control y bajo supervisión médica, por lo que creo que tendrá su utilidad. Pero está todavía por ver. Lo más importante es que las  unidades de dolor son todavía muy desconocidas; la gente, los profesionales sanitarios y el público en general, creen que a las Unidades de Dolor deben de ir los pacientes desahuciados, no los oncológicos, sino los que no han respondido a nada. Y es un error. Un dolor que no se controla debe contar con un abordaje multidisciplinar: neurólogo, psicólogo, anestesista, rehabilitación... Debe consultar con el médico del dolor y probablemente ese paciente con un tratamiento adecuado mejoraría antes que si espera 2 ó 3 años antes de acudir a las Unidades del Dolor. Porque los dolores viejos  se complican y son más difíciles de tratar", asegura la doctora Franco, mientras la vocal de la SED opina que no hay problemas para utilizar los cannabinoides porque están aprobados en España desde hace años para dolores neuropáticos, sobre todo para EM, "pero es cierto que existen varios estudios que hablan del beneficio terapéutico del cannabis en pacientes oncológicos, no tanto en el control del dolor, sino en otros síntomas como vómitos, náuseas y la falta de apetito-anorexia que se pueden indicar en lo que nosotros llamamos Medicina de uso compasivo. No hay problemas para utilizarlos si el paciente lo tiene indicado", sentencia.
El tratamiento del dolor en una Sanidad bajo severos ajustes
Las dos expertas muestran su preocupación por los ajustes que se están produciendo en la Sanidad española. "Nuestra Sanidad pública ha sido excelente; en general, las unidades han sido muy buenas. Pero es cierto que hay una gran demanda. A veces por desconocimiento y otras porque nos tardan mucho en enviar a los pacientes; se acuerdan tarde de nosotros y entonces nos los envían. Hay excesivos casos en los que no se hacen las cosas con un orden y no se envían a los pacientes que son subsidiarios de los tratamientos del dolor. En la Sanidad pública, que quizá igual no es tan rápida como la privada, sería necesaria una mayor coordinación de los profesionales... pero creo que se atiende muy bien", sentencia la doctora Franco.
Los pacientes con dolor crónico hacen uso del sistema sanitario con más frecuencia que aquellos que no lo padecen, además existe una relación directa entre la gravedad del dolor y el uso de recursos sanitarios. Los datos publicados en el National Health and Wellness Survey sobre España mostraron que los pacientes con dolor crónico severo realizan tres veces más visitas a médicos que aquellos sin dolor, y casi el doble en el caso de padecer dolor moderado. Similar patrón se observó también en las visitas urgencias o en las hospitalizaciones. Los resultados del Pain Proposal muestran que los europeos, de media, visitaron 6,8 veces a profesionales sanitarios en el último año, dato que se rebaja a 6,6 veces en el caso de los pacientes españoles.
Aunque los costes sanitarios directos derivados del manejo del dolor crónico son considerables, esto es sólo una parte del problema cuando se compara con el impacto de los costes indirectos atribuibles al dolor crónico en el conjunto de la economía. No hay duda de que el dolor crónico reduce considerablemente la capacidad laboral. El dolor crónico impone una pesada carga tanto a empleados como a las empresas, ya que la mayoría de los costes indirectos están relacionados con el entorno laboral.
El Instituto de Estudios Fiscales cifra el impacto del dolor crónico en el mercado laboral en 2.500 millones de euros con 52 millones de jornadas laborales perdidas.
DOCUMENTACIÓN Y FUENTES
1. Sociedad Española del Dolor (SED).
2. Informe sobre la Situación actual del dolor crónico en España: iniciativa "Pain Proposal". Rev Soc Esp Dolor 2014; 21(1): 16-22.
3. Estudio del National Health and Wellness Survey de España.
4. Instituto de Estudios Fiscales.
5. EL MÉDICO INTERACTIVO.

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