La extirpación de amígdalas, asociada a enfermedades respiratorias, alérgicas e infecciosas
Los investigadores señalan que siempre habrá necesidad de eliminar las amígdalas y las adenoides cuando esas afecciones sean severas
El Médico Interactivo | 11 - junio - 2018 10:57 am
La extirpación de las amígdalas y las adenoides en la infancia aumenta el riesgo a largo plazo de enfermedades respiratorias, alérgicas e infecciosas, según concluyen investigadores que examinaron los efectos a largo plazo de las operaciones. Los científicos sugieren una nueva evaluación de las alternativas a estas cirugías pediátricas comunes que incluyen la extirpación de las amígdalas (amigdalectomía) para tratar la amigdalitis crónica o las adenoides (adenoidectomía) para tratar las infecciones recurrentes del oído medio.
Las adenoides y las amígdalas están ubicadas estratégicamente en la nariz y la garganta, respectivamente, para actuar como una primera línea de defensa, lo que ayuda a reconocer patógenos en el aire como bacterias y virus, y comienza la respuesta inmune para eliminarlos del cuerpo. El estudio colaborativo iniciado por el programa ‘Copenhagen Evolutionary Medicine ‘analizó los efectos a largo plazo de la extirpación de las amígdalas y adenoides en la infancia, en comparación con los niños que no se habían sometido a las cirugías.
El investigador de la Universidad de Melbourne, Australia, Sean Byars y el profesor Jacobus Boomsma, de la Universidad de Copenhague, Dinamarca, dirigieron la investigación, con el profesor Stephen Stearns, de la Universidad de Yale, Estados Unidos. La investigación se publica en ‘Journal of the American Medical Association Otolaryngology Head and Neck Surgery’.
El equipo analizó un conjunto de datos de Dinamarca de 1.189.061 niños nacidos entre 1979 y 1999, que cubren al menos los primeros 10 años y hasta los 30 años de su vida. De los casi 1,2 millones de niños, 17.460 tenían adenoidectomías, 11.830 amigdalectomía y 31.377 tenían adenoamigdalectomía, cuando se extraen amígdalas y adenoides. Los niños por lo demás estaban sanos. “Calculamos los riesgos de enfermedad dependiendo de si las adenoides, las amígdalas o ambas se eliminaron en los primeros 9 años de vida porque es cuando estos tejidos son más activos en el sistema inmune en desarrollo”, dice Byars.
Aumenta el riesgo de EPOC, asma, neumonía, influenza y conjuntivis
La amigdalectomía se vinculó con un riesgo relativo casi triplicado para los que se les practicó la operación en comparación con los que no la recibieron de enfermedades del tracto respiratorio superior. Estas incluyen asma, influenza, neumonía y trastorno pulmonar obstructivo crónico (EPOC), el término genérico para enfermedades como la bronquitis crónica y el enfisema. El riesgo absoluto (que tiene en cuenta cómo de comunes son estas enfermedades en la comunidad) también subió sustancialmente al 18,61 por ciento.
La adenoidectomía se relacionó con un riesgo relativo más que duplicado de EPOC y un riesgo relativo casi duplicado de enfermedades del tracto respiratorio superior y conjuntivitis. El riesgo absoluto también casi se duplicó para las patologías de las vías respiratorias superiores, pero correspondió a un pequeño aumento de la EPOC, ya que esta es una afección más rara en la comunidad en general. “La asociación de la amigdalectomía con la enfermedad respiratoria más adelante en la vida puede, por lo tanto, ser considerable para quienes se han sometido a esta operación”, dice el profesor Boomsma.
El equipo profundizó en las estadísticas para revelar cuántas operaciones debían realizarse para que se produjera una enfermedad a un ritmo mayor de lo normal, conocido como el número necesario para tratar (NNT, por sus siglas en inglés). “Para la amigdalectomía, descubrimos que solo cinco personas debían tener la operación para provocar la aparición de una enfermedad respiratoria superior en una de esas personas”, agrega el profesor Boomsma.
El equipo también analizó las patologías que estas cirugías intentaron tratar directamente, y encontró resultados mixtos: la adenoidectomía se asoció con un riesgo significativamente menor de trastornos del sueño y todas las cirugías se relacionaron con un riesgo significativamente reducido de amigdalitis y amigdalitis crónica, ya que estos órganos se eliminaron.
Sin embargo, no hubo cambios en la respiración anormal hasta la edad de 30 para ninguna cirugía y ningún cambio en la sinusitis después de la amigdalectomía o la adenoidectomía. Tras la adenoamigdalectomía, se encontró que el riesgo relativo para los que tuvieron la operación aumentó de cuatro o cinco veces para la otitis media (inflamación del oído medio) y la sinusitis también mostró un aumento significativo.
El estudio sugiere que los beneficios a corto plazo de estas cirugías pueden no continuar hasta la edad de 30 años, además de la reducción del riesgo de amigdalitis (para todas las cirugías) y trastornos del sueño (para la adenoidectomía). En cambio, los riesgos a largo plazo de respiración anormal, sinusitis y otitis media fueron significativamente mayores después de la cirugía o no fueron significativamente diferentes.
Los investigadores señalan que siempre habrá necesidad de eliminar las amígdalas y las adenoides cuando esas afecciones sean severas. “Pero nuestros resultados observados que muestran un mayor riesgo de enfermedades a largo plazo después de la cirugía pueden retrasar la extirpación de amígdalas y adenoides si es posible, lo que podría ayudar al desarrollo normal del sistema inmune en la infancia y reducir estos posibles riesgos futuros de enfermedad –dice Bya–. A medida que descubrimos más sobre la función de los tejidos inmunes y las consecuencias de por vida de su eliminación, especialmente durante las edades sensibles cuando el cuerpo se está desarrollando, esperamos que ayude a guiar las decisiones de tratamiento para los padres y los médicos”.
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