Cáncer de próstata, nutrición y suplementos alimentarios (PDQ®)–Versión para profesionales de salud
Vitamina E
Aspectos generales
- La mayor parte de la vitamina E alimentaria proviene del tocoferol γ. Las fuentes alimentarias de la vitamina E son, entre otras, el aceite vegetal, las nueces y la yema de los huevos.
- En investigaciones se indicó que la vitamina E podría proteger contra una variedad de enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares.
- En estudios se indica que la proteína asociada al tocoferol α (PAT) podría actuar como supresor tumoral del cáncer de próstata.
- Los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) iniciaron en el 2001 un gran ensayo clínico multicéntrico, el Selenium and Vitamin E Cancer Prevention Trial (SELECT) con el fin de investigar los efectos del selenio y la vitamina E en la formación del cáncer de próstata.
- En los resultados actualizados del SELECT en 2011 se observó que los hombres que tomaron vitamina E sola presentaron aumento de 17 % en el riesgo de cáncer de próstata en comparación con los hombres que tomaron placebo.
- En un análisis de resultados de SELECT de 2014, se describió que los hombres con valores iniciales altos de selenio aleatorizados para recibir complementos de selenio presentaron aumento en el riesgo de cáncer de próstata de grado alto; pero la administración de suplementos de vitamina E no tuvo efecto en los hombres con reservas altas de selenio.
Información general y antecedentes
En 1922 se descubrió que la vitamina E es un factor esencial para la reproducción.[1]
La vitamina E se encuentra en ocho formas diferentes: cuatro tocoferoles (α, β, γ y σ) y cuatro tocotrienoles (α, β, γ y σ).[2] En comparación con otros tocoferoles, el tocoferol α (la forma de vitamina E que se encuentra con mayor frecuencia en los suplementos alimentarios) es el más abundante en el cuerpo y es la forma más activa a nivel biológico. La mayor parte de la vitamina E alimentaria proviene del tocoferol γ. El aceite vegetal, las nueces y las yemas de los huevos son algunas de las fuentes alimentarias de vitamina E.[3]
La biodisponibilidad de la vitamina E depende de varios factores, como la matriz alimentaria que la contiene (por ejemplo, alimentos bajos o altos en grasas).[4] Las lipoproteínas de densidad alta y baja (HDL y LDL, respectivamente) transportan la vitamina E a los tejidos. Las LDL entregan vitamina E a través de una vía endocítica, mientras que la proteína del casete de unión al TFA, subfamilia 1 y el receptor depurador clase B tipo 1 (SR-BI) participan en el transporte de la vitamina E en las HDL.[5]
En investigaciones se indica que la vitamina E podría proteger contra una variedad de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares.[1] Muchos de los beneficios para la salud se han atribuido a sus efectos como un antioxidante potente. Al igual que otros antioxidantes, la vitamina E protege a las membranas celulares por interferencia con las reacciones que forman productos de hidroperóxidos lipídicos.[5] La vitamina E también tiene funciones que no son antioxidantes: se ha mostrado que modula las vías de señalización y expresión génica.[3]
Estudios con seres humanos
Estudios epidemiológicos
El National Institutes of Health-American Association of Retired Persons (NIH-AARP) Diet and Health Study se inició para evaluar si el consumo de suplementos de vitamina E y de tocoferol alimentario podrían prevenir el cáncer de próstata. Los participantes del estudio respondieron cuestionarios sobre la frecuencia de alimentos y se les dio seguimiento durante 5 años. No se encontró relación entre los suplementos de vitamina E y el riesgo de cáncer de próstata. No obstante, se observó una reducción del riesgo de cáncer de próstata avanzado con el consumo elevado de tocoferol γ.[6]
En un estudio de 2010, se midieron las concentraciones de oligoelementos y vitamina E en pacientes con cáncer de próstata. Los pacientes con cáncer de próstata presentaron concentraciones significativamente menores de vitamina E plasmática que los controles sanos. Además, se observó una relación inversa entre las concentraciones del antígeno prostático específico y la vitamina E plasmática.[7]
En los estudios se indica que la proteína asociada con el tocoferol α (PAT) podría tener actividad de supresión tumoral en el cáncer de próstata. En un estudio de 2007, se examinaron especímenes de cáncer de próstata obtenidos durante la prostatectomía radical con el fin de medir la expresión de PAT. En los resultados se observó que la expresión baja de PAT en el tejido prostático y las concentraciones más bajas de PAT se relacionaron con estadios clínicos más altos y mayor tamaño tumoral.[8]
En un estudio publicado en el 2011 se midió el tocoferol α sérico y el consumo de suplementos de vitamina E con hormonas esteroideas en participantes del Third National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES III). En los resultados se observó una relación inversa entre las concentraciones séricas de tocoferol α y las hormonas esteroideas sexuales, pero solo en los fumadores.[9]
Se evaluó el tocoferol α sérico, las concentraciones de tocoferol γ y el riesgo de cáncer de próstata en participantes del Prostate, Lung, Colorectal and Ovarian (PLCO) Screening Trial. Se observó una relación inversa entre las concentraciones de tocoferol α y el cáncer de próstata, pero solo en los fumadores activos y en quienes había dejado de fumar recientemente.[10] En un metanálisis de nueve estudios de casos y controles anidados, lo que representó aproximadamente 370 000 hombres de diferentes países, también se encontró una relación inversa entre las concentraciones sanguíneas de tocoferol α y el riesgo de cáncer de próstata, en este caso en todos los pacientes del estudio y no solo en el subgrupo de fumadores.[11] En este análisis no se observó relación con las concentraciones de tocoferol γ. El riesgo de cáncer de próstata se redujo en 21 % por cada 25 mg/l de aumento en las concentraciones sanguíneas de tocoferol α.
En el North Carolina-Louisiana Prostate Cancer Project se investigaron las diferencias de raza y ubicación geográfica en relación con la agresividad del cáncer de próstata.[12] Se estudiaron los efectos del consumo alimentario de tocoferoles, la administración de complementos de vitamina E y los biomarcadores de tocoferol en el tejido graso. En 1023 hombres estadounidenses de ascendencia africana y 1079 hombres blancos participantes del estudio que tenían cáncer de próstata nuevo, se observaron relaciones inversas entre las fuentes alimentarias de tocoferol y la agresividad del cáncer de próstata; estas diferencias fueron estadísticamente significativas en los hombres blancos pero no en los hombres estadounidenses de ascendencia africana.
Estudios de intervención
En el Physicians’ Health Study II se investigó si la vitamina C o la vitamina E prevenían el cáncer de próstata y otros tipos de cáncer en hombres. Se aleatorizó a los participantes del estudio para recibir suplementos de vitamina E (400 UI de tocoferol α sintético en días alternos) y vitamina C (500 mg/día de ácido ascórbico sintético) y, luego, se realizaron controles durante un promedio de 8 años. Las tasas globales de cáncer de próstata fueron muy similares en los grupos de suplementos de vitamina E y placebo, lo que indica que la vitamina E no previene el cáncer de próstata. Además, en estos participantes la vitamina E no afectó la mortalidad ni el cáncer total.[13]
Aunque no se diseñó principalmente con este objetivo, el Alpha-Tocopherol, Beta-Carotene Cancer Prevention (ATBC) Study ha sido un recurso para los investigadores que estudian el cáncer de próstata y la vitamina E.[14] Se llevó a cabo un estudio de seguimiento prolongado en participantes del estudio ATBC. Se evaluaron las concentraciones plasmáticas iniciales de tocoferol α y el aporte alimentario de vitamina E en los participantes y se realizaron controles durante un máximo de 19 años. En los resultados se indica que aunque no se encontró relación entre las concentraciones alimentarias de vitamina E y el riesgo de cáncer de próstata, las concentraciones séricas más altas de tocoferol α se podrían relacionar con disminución del riesgo de presentar cáncer de próstata avanzado.[15] En un estudio de 2009, se analizaron y se sometieron a genotipificación las muestras de sangre obtenidas de los participantes del estudio ATBC. En los resultados se observó que las variaciones genéticas en los genes TTPA y SEC14L2 se relacionan con el tocoferol α sérico pero no afectan directamente el riesgo de cáncer de próstata. Sin embargo, en los resultados se indicó que los polimorfismos en SEC14L2 pueden influir sobre el efecto de la administración de complementos de tocoferol α en el riesgo de cáncer de próstata.[16] En un estudio, que también se centró en el estudio ATBC, se investigó si las concentraciones de tocoferol α afectaban el tiempo de supervivencia de hombres con diagnóstico de cáncer de próstata. Se evaluaron las concentraciones de tocoferol α sérico al inicio y 3 años después. Las concentraciones más altas de tocoferol α, tanto al inicio como a los 3 años, se relacionaron con mejora de la supervivencia del cáncer de próstata.[17]
En un estudio de 2011, se investigó la relación entre las concentraciones séricas de tocoferoles α y γ además del riesgo de cáncer de próstata de los participantes del Carotene and Retinol Efficacy Trial (CARET). CARET fue un estudio aleatorizado, controlado con placebo en el que se investigó si la administración diaria de suplementos de betacaroteno y palmitato de retinol podría disminuir el riesgo de cáncer de pulmón en los fumadores empedernidos y en los trabajadores expuestos al (amianto). En los resultados se indicó que en los fumadores activos las concentraciones séricas más altas de tocoferol α y γ se relacionaron con un menor riesgo de cáncer de próstata agresivo. Además, en los resultados se indicó que podría existir una interacción entre el genotipo G-463A de la mieloperoxidasa (MPO), la concentración sérica de tocoferol α y el riesgo de cáncer de próstata. Se relacionaron genotipos específicos con el aumento del riesgo de cáncer de próstata en los participantes con las concentraciones séricas más bajas de tocoferol α, mientras que estos mismos genotipos con concentraciones más altas de tocoferol α se relacionaron con la disminución del riesgo de cáncer de próstata.[18]
Selenium and Vitamin E Cancer Prevention Trial (SELECT)
A partir de los resultados de estudios anteriores,[14,19] los NIH iniciaron, en el 2011, un gran ensayo clínico multicéntrico denominado SELECT, con el fin de estudiar los efectos de selenio y vitamina E sobre la formación del cáncer de próstata. SELECT fue un ensayo de fase III, aleatorizado, con enmascaramiento doble, controlado con placebo y de base poblacional.[20] Se asignó al azar a más de 35 000 hombres de 50 años, o más, en más de 400 centros de estudio de los Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico para recibir a diario vitamina E (acetato de tocoferol α holo-rac, 400 UI/día) con un placebo, selenio (L-selenometionina, 200 µg/día) con un placebo, vitamina E con selenio o dos placebos durante 7 a 12 años. El criterio principal de valoración del ensayo clínico fue la incidencia de cáncer de próstata.[20]
Los resultados iniciales de SELECT se publicaron en 2009. No se presentaron diferencias estadísticamente significativas en las tasas de cáncer de próstata entre los cuatro grupos. En el grupo de vitamina E sola, el aumento en las tasas de cáncer de próstata no fue significativo (P = 0,06); en el grupo de selenio solo, se observó un aumento en la incidencia de diabetes mellitus que no fue significativo (P = 0,16). A partir de estos resultados, el comité de datos y control de la seguridad recomendó que los participantes suspendieran el consumo de los suplementos del estudio.[21]
Los resultados actualizados se publicaron en 2011. Cuando se comparó con placebo, la tasa de detección del cáncer de próstata fue significativamente mayor en el grupo de vitamina E sola (P = 0,008), lo que representó un aumento de 17 % en el riesgo de cáncer de próstata. La incidencia de cáncer de próstata también fue mayor en los hombres que tomaron selenio que en los hombres que tomaron placebo, pero estas diferencias no fueron estadísticamente significativas.[22]
Se midieron las concentraciones de selenio en las uñas de los pies en dos estudios de caso-cohorte de un subgrupo de participantes de SELECT. La administración de suplementos de vitamina E (sola) no tuvo efecto en los hombres con mayor dotación de selenio al inicio, pero este tratamiento incrementó el riesgo de cáncer de próstata total (63 %; P = 0,02), de grado bajo (46 %; P = 0,09) y grado alto (111 %; P = 0,008) en los hombres con la menor dotación de selenio al inicio. Los autores concluyeron que los hombres mayores de 55 años deben evitar el consumo de suplementos con vitamina E o selenio en dosis que excedan las recomendaciones alimentarias.[23] En un análisis de casos y cohortes de 1434 hombres en el SELECT que se sometieron al análisis de los polimorfismos de un solo nucleótido en 21 genes, los investigadores hallaron fundamentos para la hipótesis de que las variantes genéticas de los genes que participan en el metabolismo y el transporte del selenio y la vitamina E podrían influir en el riesgo general o de grado alto de cáncer de próstata, y que la complementación con selenio o vitamina E podrían modificar la respuesta de cada persona ante estos riesgos.[24]
La dosis y forma de la vitamina E utilizada en SELECT pudo afectar los resultados. Según los resultados del estudio ATBC, se decidió que el acetato de tocoferol α holo-rac sería la forma de vitamina E utilizada en SELECT. La dosis utilizada en SELECT (400 UI) fue mayor que la del estudio ATBC. Los investigadores del SELECT optaron por la dosis más alta debido a que era la que se encontraba en los suplementos de vitaminas, además existían pruebas de los beneficios de las dosis altas (incluso de una disminución en la enfermedad de Alzheimer y la degeneración macular relacionada con la edad) y se creía que una dosis mayor protegería más contra el cáncer de próstata que una dosis menor.[25] Después de los resultados del SELECT, se conjeturó que las concentraciones elevadas de tocoferol α podrían afectar las concentraciones de tocoferol γ, otra forma de vitamina E que podría tener efectos de quimioprevención.[26] Otra diferencia importante entre los estudios ATBC y SELECT que podría explicar los resultados fue el tabaquismo como una categoría de los participantes del estudio. Los participantes del estudio ATBC eran fumadores, mientras que 7,5 % de los participantes de SELECT consumían productos de tabaco.[27]
Ensayos clínicos en curso
Realizar una búsqueda avanzada en inglés de los ensayos clínicos sobre cáncer auspiciados por el NCI que ahora aceptan pacientes. La búsqueda se puede simplificar por ubicación del ensayo, tipo de tratamiento, nombre del fármaco y otros criterios. También se dispone de información general sobre los ensayos clínicos.
Efectos adversos
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos consideró a los tocoferoles α como sustancias generalmente reconocidas como inocuas.[28]
En el Physicians’ Health Study II, no se notificaron efectos adversos significativos en cuanto a síntomas del tubo digestivo, fatiga, somnolencia, exantema o cambio de color en la piel, o migraña. No obstante, los participantes que tomaron vitamina E (400 UI de tocoferol α en días alternos) presentaron más accidentes cerebrovasculares hemorrágicos que los participantes que tomaron placebo.[13] En el estudio ATBC también se observó un aumento en los accidentes cerebrovasculares hemorrágicos en los participantes del grupo de vitamina E (50 mg de tocoferol α/día).[14]
En el informe inicial de los resultados de SELECT, no se encontraron diferencias significativas en las incidencias de efectos adversos menos graves (por ejemplo, alopecia, dermatitis y nauseas) de los grupos que recibieron vitamina E (400 UI de acetato de tocoferol α holo-rac /día) y los de otros grupos de tratamiento.[21] En el análisis de seguimiento de los participantes de SELECT se encontró aumento del riesgo de cáncer de próstata en los hombres del grupo de vitamina E sola.[22]
Bibliografía
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