Tos, fiebre, dificultades para respirar… Éstos fueron básicamente los síntomas que de manera inicial se anunciaron como indicativos de infección por Covid-19, pero el paso de las semanas y la intensa investigación desarrollada en la lucha contra la pandemia ha puesto de manifiesto que el coronavirus puede presentar otras señales. Y muchas de ellas pueden ser neurológicas, tanto que al menos un 36% de los pacientes infectados presentan síntomas neurológicos, como cefaleas, mareo, confusión, alteraciones del gusto y del olfato, dolores musculares y debilidad.
“Hemos empezado a ver complicaciones neurológicas en los pacientes, así que lo mejor es orientar a los profesionales”, señala en este sentido José Miguel Láinez, presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que subraya no obstante que los pacientes con problemas neurológicos “no son la diana principal de este virus”. Eso sí, las patologías ahora detectadas “pueden estar provocadas directamente por el Covid-19 o ser una consecuencia, es importante que los neurólogos tengan información y orientación, que sepan qué puede pasar y que estén alerta”.
Para ello, por un lado se ha habilitado un espacio en la web de la SEN para registrar todo lo relacionado con el coronavirus, y por otro se ha editado el Manual Covid-19 para el neurólogo general, para ayudar a identificar síntomas o manifestaciones de índole neurológica en pacientes afectados por la pandemia. El volumen, de descarga gratuita, recopila experiencias de los neurólogos y hace una revisión de la evidencia científica actual en relación con “una enfermedad muy nueva a la que estamos intentando conocer mejor”.
“No hay necesariamente una causalidad directa entre Covid-19 y problemas neurológicos, pero no es raro que el paciente se queje de dolor de cabeza y que, en un 30% de los casos, diga que es diferente, incluso pacientes migrañosos han explicado que es un tipo distinto de dolor y muy severo”. “En este contexto no sabemos todavía con exactitud por qué ocurre esto, por eso ahora lo que hacemos es registrar una casuística con síntomas muy particulares”, como la pérdida del olfato, que se produce en un tercio de los pacientes.
Con esta base, el doctor Láinez considera que la detección de problemas neurológicos debe considerarse “un indicador y una señal de alarma” de que podemos estar ante un caso de coronavirus. Un ejemplo de ello, y de la complejidad de la cuestión, lo tenemos en los ictus, que es “otra de las complicaciones que pueden aparecer, pero también pueden ser una consecuencia: el cuadro inflamatorio causa trauma inflamatorio, así que no es raro que una persona mayor con coronavirus tenga un ictus”.
Por ello, se está transmitiendo a los neurólogos que pregunten a los pacientes por posibles cuadros neurológicos, “hay que prever esa posibilidad para tomar todas las medidas y así evitar los contagios”. El manual va precisamente en esa línea, “pasar revista a todo esto y que los neurólogos sepan que se dan estas situaciones”.
Lo que se sabe hasta la fecha es que, según los primeros estudios desarrollados en China, más de un 36% de los pacientes presentó síntomas neurológicos, entre los que destacan mareo/vértigo (17%), dolor de cabeza (13%), así como pérdida de gusto (6%) y/o de olfato (5%). Junto a ello, se ha detectado que los pacientes graves tenían más riesgo de padecer ictus (6% frente al 1% en pacientes leves), bajo nivel de conciencia (15% frente al 2%) y afectación muscular (19% frente al 5%). Por su parte, los estudios europeos ya publicados llaman la atención sobre casos de ictus, cefalea, confusión, alteraciones del gusto y olfato, dolor muscular y debilidad.
¿Y puede un paciente con coronavirus acabar con problemas neurológicos una vez superado el virus? “Teóricamente no debe dejar secuelas neurológicas. Siempre hay casos extraordinarios, pero no parece que sea un virus muy neurotropo, hay afectación del sistema nervioso pero dentro del cuadro infeccioso”, aclara en este sentido.
En el reverso de la cuestión anterior tenemos si los pacientes neurológicos pueden resentirse como consecuencia de esta pandemia. “Los neurólogos hemos seguido estando al cien por cien en la asistencia del día a día”, incide el doctor Láinez, quien sí ha detectado que se ha reducido la afluencia de personas con este tipo de problemas en las Urgencias.
“En las ciudades más castigadas ha habido neurólogos en asistencia directa al Covid-19, pero las plantillas no se han visto mermadas, no se ha desatendido a enfermos neurológicos”, reitera. Para ello, se ha potenciado la atención telefónica para valorar a los pacientes y cambiar tratamientos, “y en los hospitales se han atendido los casos urgentes”.
El doctor Láinez apunta que una de las enseñanzas es que lo ocurrido “nos da señales de cómo puede cambiar la asistencia general, tenemos que plantearnos que ante una pandemia de este tipo hay que tener capacidad de reacción”. Pero el cuadro completo tardará en verse, y aquí pone como ejemplo el de las personas con migraña. “El Grupo de Cefaleas de la SEN ha pasado una encuesta para analizar la situación, en principio no ha ido mal con las consultas telefónicas, pero es pronto ver hasta qué grado puede haberles afectado todo esto”. Una cuestión como la del confinamiento, por ejemplo, “puede aumentar el estrés en unas cosas y reducirlo en otras, las consecuencias las podremos medir mejor cuando haya pasado un tiempo y hayamos recuperado algo de normalidad”.