jueves, 23 de junio de 2016

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La edad, la obesidad y la dopamina parecen influir en la preferencia por los alimentos dulces



23/06/2016 - E.P.

A medida que envejecemos, tenemos menos receptores de dopamina en la estructura del cerebro denominada cuerpo estriado, que es fundamental para el sistema de recompensa

A medida que los jóvenes llegan a la edad adulta, sus preferencias por los alimentos dulces típicamente disminuyen. Pero para las personas con obesidad, una nueva investigación sugiere que la disminución puede no ser tan acusada y que el sistema de recompensa del cerebro funciona de forma diferente en las personas obesas que en las personas más delgadas, lo que puede desempeñar un papel en este fenómeno.
"Creemos que podemos haber identificado una nueva anomalía en la relación entre la respuesta de recompensa a la alimentación y la dopamina en el cerebro de los individuos con obesidad", explica la primera autora del estudio, M. Yanina Pepino, profesora asistente de Medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, Estados Unidos.
"En general, las personas crecen con menos afición a los dulces a medida que pasan de la adolescencia a la edad adulta. Además, a medida que envejecemos, tenemos menos receptores de dopamina en una estructura del cerebro llamada el cuerpo estriado, que es fundamental para el sistema de recompensa. Encontramos que tanto la edad más joven como menos receptores de dopamina se asocian con una mayor preferencia por los dulces en los de peso normal. Sin embargo, en personas con obesidad no fue así en nuestro estudio", dice.
Los investigadores, cuyo trabajo se detalla en un artículo que se publica en la edición digital de Diabetes, estudiaron a 20 sujetos con peso sano y los compararon con 24 personas consideradas obesas, cada uno de los cuales tenían un índice de masa corporal de 30 o superior. Los voluntarios del estudio tenían entre 20 y 40 años.
Los participantes recibieron bebidas que contenían diversos niveles de azúcar para determinar los grados de dulzor preferidos por cada individuo. Luego, los investigadores les realizaron una tomografía por emisión de positrones (PET) para identificar los receptores de dopamina vinculados a recompensas en el cerebro de cada persona.
La dopamina es el principal producto químico en el cerebro que nos hace sentir bien. Los estudios de PET revelaron que aunque hubo una relación entre los receptores de la dopamina, la preferencia por los dulces y la edad de las personas delgadas, ese patrón no es cierto en los cerebros de las personas obesas.

Hallan disparidades en el gusto por lo dulce


"Hemos encontrado disparidades en la preferencia por los dulces entre los individuos y también hallamos variaciones individuales en los receptores de dopamina --algunas personas tienen niveles altos y algunas bajas-- pero cuando nos fijamos en cómo son esas cosas juntas, la tendencia general en las personas de peso normal fue que tener menos receptores de dopamina se asoció con una mayor preferencia por los dulces", detalla la coinvestigadora Tamara Hershey, profesora de Psiquiatría, Neurología y Radiología.
Pero eso no fue así en los sujetos obesos. La relación entre sus edades, sus preferencias por lo dulce y los receptores de dopamina no siguió el patrón que se observa en las personas que pesaban menos. Pepino y Hershey plantean que es posible que la resistencia a la insulina o algún otro cambio metabólico relacionado con la obesidad pueda contribuir a la ausencia de esas asociaciones en el grupo de obesos.
Aunque ninguno de los participantes obesos en el estudio presentaba diabetes, algunos tenían mayores concentraciones de glucosa e insulina en sangre y algunos se volvieron resistentes a la insulina. Los investigadores creen que estos factores podrían haber alterado la respuesta del cerebro a las cosas dulces.
"Existe una relación entre la resistencia a la insulina y el sistema de recompensa del cerebro, por lo que podría tener algo que ver con lo que vimos en los sujetos obesos --dice Hershey--. Lo que está claro es que la grasa corporal adicional puede ejercer efectos no sólo en la manera de metabolizar los alimentos, sino en la forma en que nuestro cerebro percibe recompensas cuando comemos alimentos, sobre todo cuando se trata de algo dulce".

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