MEDICINA REGENERATIVA
La terapia celular cardíaca hace balance para encauzar su futuro
El simposio sobre terapia celular cardiovascular celebrado en Madrid ha reunido a los expertos internacionales para discutir hacia dónde encaminar sus esfuerzos.
Sonia Moreno. Madrid | 19/06/2017 00:00
Francisco Fernández-Avilés, director del simposio. (Luis Camacho)
La terapia de regeneración no ha cambiado la clínica cardiovascular, si bien la producción científica en este campo ha ido en aumento desde los primeros estudios en pacientes a principios de los años 2000. Los expertos debaten ahora sobre cómo encauzar sus siguientes pasos tanto en la investigación básica como en la clínica. Una buena representación de ellos se ha encontrado en Madrid en el XIV Simposio internacional de Terapia de células madre e innovación cardiovascular, que dirige Francisco Fernández-Avilés en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
En el encuentro se discutieron entre otros aspectos cuáles son los productos regenerativos (células y otros, como exosomas o micro-ARN) que pueden entrar en ensayos clínicos amplios; qué patologías han de priorizarse en la investigación, y el papel de las técnicas de la medicina regenerativa en la modelización de enfermedades. Todos ellos, junto con otros, vertebran un consenso que acaba de publicar European Heart Journal, donde se hace balance de los fundamentos y logros de la terapia de regeneración y de las estrategias que deben adoptarse para avanzar en la próxima década. El documento está elaborado por el consorcio Tactics (acrónimo inglés de Alianza transnacional para las terapias regenerativas en síndromes cardiovasculares), precisamente promovido por Fernández-Avilés en este simposio hace dos años y que aglutina a cien investigadores internacionales.
Investigación básica
Reforzar el conocimiento de los elementos biológicos implicados en el fenómeno de la regeneración es una de las principales recomendaciones, y así se ha reflejado en el simposio, donde en bastantes presentaciones y debates posteriores se escuchaba la frase "hay que profundizar en el mecanismo básico". De esa mirada a la investigación básica se espera, como destaca a DM Fernández-Avilés, no solo obtener nuevas terapias, "sino también desarrollar modelos de enfermedad que nos sirvan para la investigación. Es el paradigma de la medicina personalizada: emplear las propias células del paciente como modelo de estudio de tratamientos". Así lo ha mostrado Joseph Wu, director del Instituto Cardiovascular de la Universidad de Stanford, que con sus líneas de cardiomiocitos indaga en el efecto de fármacos o en la eventual toxicidad de los tratamientos oncológicos en el tejido cardíaco.
Del ámbito básico también llegan otras propuestas expuestas en la reunión, como el empleo de cardiomiocitos derivados de células madre pluripotentes, que Michael Laflamme, de la Universidad de Toronto, en Canadá, ha experimentado en cerdo y macaco demostrando que pueden restituir el tejido infartado, aunque su uso se asocia a arritmias; o los trabajos de Juan Carlos Izpisúa, del Instituto Salk, en La Jolla, California, que con el objetivo de evitar la enfermedad, han logrado "rejuvenecer" las células mediante la modificación genética y epigenética.
Con todo, recuerda Fernández-Avilés, director del Ciber de Enfermedades Cardiovasculares (CiberCV), mientras se avanza en las siguientes generaciones de estos productos, "de momento, los únicos que han superado las fases para ser ensayados a gran escala son las células procedentes de la médula ósea -que se están investigando en el estudio BAMI, y del que esperamos los resultados- y las células derivadas de la grasa". También menciona a las células derivadas de cardioesferas cuyo artífice, Eduardo Marbán, del Instituto del Corazón Cedars-Sinai, en Los Ángeles, ha enmarcado dentro de sus investigaciones en insuficiencia cardíaca e hipertensión pulmonar.
Lo cierto es que las terapias celulares que más lejos han llegado en los ensayos son seguras, como también recoge el documento de consenso. Lina Badimón, directora del Centro de Investigación Cardiovascular CSIC-ICCC, en Barcelona, y coautora del consenso, lo resume así: "La terapia celular es segura, pero hay que aumentar la eficacia, pues el beneficio clínico no es llamativo".
Entre las posibles maneras de incrementar la eficacia está la hipótesis de repetir las dosis, defendida por el director de Circulation Research, Roberto Bolli, y la de reforzar a las células, sumando diferentes tipos o incluso fusionándolos en quimeras, aportada por Mark Sussman, del Instituto del Corazón de San Diego.
También hay que reformular cómo se refleja esa eficacia en los estudios, apunta Badimón, si con objetivos de mortalidad o con otros intermedios. Además, la también investigadora del CiberCV coincide una vez más en la necesidad de profundizar en el mecanismo de acción de las células. "Sabemos que al cabo de un tiempo tras inyectarlas desaparecen; se sospecha que, aunque no estén presentes, actúan a través de la función paracrina".
Enfermedad crónica
Mientras se afina el mecanismo de acción, el consenso recomienda centrar esfuerzos en la insuficiencia cardíaca crónica. Fernández-Avilés reconoce que "es muy difícil aportar beneficio al tratamiento estándar del infarto agudo de miocardio. En los últimos ensayos sobre enfermos agudos a los dos años de seguimiento la mortalidad fue cero, también en el grupo del placebo".
Los estudios clínicos del simposio refrendan esa idea: el ensayo Boost-2, presentado por Kai Wollert, de la Universidad de Hannover, no apoya el uso de células de médula ósea nucleadas en el infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST y fracción de eyección (FEVI) moderadamente reducida tratado de acuerdo a los estándares actuales de terapia farmacológica y de reperfusión.
En cambio, Timothy Henry, del Instituto del Corazón Cedars Sinai, expuso que el estudio ixCell-DCM ha demostrado en insuficiencia cardíaca que la administración transendocárdica de una terapia multicelular expandida basada en células mesenquimales de la médula ósea reduce del 37 al 41 por ciento los eventos cardíacos a lo largo de un año.
Y el estudio Chart-1 mostró que una población de pacientes relevante con volumen final diastólico elevado se beneficia de la terapia celular cardiopoiética. De hecho, destacó André Terzic, de la Clínica Mayo en Rochester, "la FDA acaba de anunciar una designación de fast track para el desarrollo de esta terapia celular en pacientes con insuficiencia cardíaca crónica secundaria a cardiomiopatía isquémica".
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