A dos años de nacidos, el pronóstico de los bebés con zika ‘es descorazonador’
A medida que crecen los bebés que nacieron con daño cerebral causado por la epidemia del zika, al cumplir dos años, ha quedado claro cómo los afectados más gravemente se retrasan en su desarrollo de modo que requerirán toda una vida de cuidados, según un estudio publicado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés).
El estudio, el primero en evaluar exhaustivamente a algunos de los primeros bebés infectados con zika en Brasil, se enfocó en quince de los niños más afectados y nacidos con cabezas anormalmente pequeñas, una condición llamada microcefalia. A sus aproximadamente 22 meses de nacidos, el desarrollo cognitivo y físico de estos niños era como el de bebés menores de 6 meses. No podían sentarse ni masticar y, básicamente, carecían de lenguaje.
“Quizá los niños balbuceaban, pero no hacían ni siquiera el tipo de sonidos consonánticos de ‘mamá, baba, dada’”, dijo Georgina Peacock, autora del estudio y directora de la división de Discapacidad y Desarrollo Humano en el Centro Nacional de Defectos Congénitos y Discapacidades del Desarrollo de los CDC.
No está claro cuántos de los casi tres mil bebés brasileños nacidos con microcefalia por el zika tendrán resultados tan graves como los de los niños del estudio, pero la experiencia de los doctores que trabajan en Brasil sugiere que podrían ser cientos.
“Es descorazonador”, dijo en entrevista la doctora Brenda Fitzgerald, directora de los CDC. “Nuestra expectativa es que estos niños requerirán enormes cantidades de trabajo y de cuidado”.
El nuevo estudio, llevado a cabo en conjunto con el Ministerio de Salud de Brasil y otras organizaciones, evaluó a niños en el estado de Paraiba, parte de la región brasileña noreste, que se convirtió en el epicentro de la crisis del zika. Al principio los investigadores estudiaron a 278 niños nacidos en Paraiba entre octubre de 2015 y finales de enero de 2016. De esos casos, 122 familias aceptaron participar en evaluaciones de seguimiento este año. El estudio publicado recientemente incluye a los casos considerados más graves, dijo Peacock.
Se evaluó a los niños cuando tenían entre 19 y 24 meses. Cuatro de los diecinueve evaluados tenían muy pocos síntomas o dificultades en el desarrollo y los investigadores concluyeron que se les había clasificado de manera incorrecta como bebés del zika, quizá debido a errores en las pruebas de laboratorio y la medición de la cabeza.
Sin embargo, quince niños –ocho de sexo femenino y siete de sexo masculino– presentaron una amplia gama de síntomas y en la mayoría no se habían presentado mejoras desde que eran lactantes. Todos tenían habilidades motoras gravemente deficientes y todos, excepto uno, cumplían las condiciones para un diagnóstico de parálisis cerebral. La mayoría tenían convulsiones y problemas para dormir. Ocho habían sido hospitalizados en algún momento, la mayoría por bronquitis o neumonía. Nueve tenían dificultades para comer o tragar, lo que puede poner en riesgo su vida porque la comida puede quedarse atorada en los pulmones o los niños pueden estar desnutridos.
La mayoría presentaba problemas de la vista y el oído lo suficientemente serios para impedir su capacidad de aprendizaje y desarrollo, dijo Peacock. “Los niños no volteaban con el sonido de una sonaja o no podían seguir un objeto, lo que los niños usualmente pueden hacer a las seis u ocho semanas de nacidos”, señaló. “Lo que sospechamos es que, puesto que han experimentado tanto daño cerebral, la conexión entre un objeto que se les presenta y la transmisión a la parte posterior del cerebro no está ocurriendo, así que eso es una disfunción cognitiva importante”.
Algunos médicos brasileños que no participaron en el estudio dijeron que este concuerda con su experiencia. “Nuestros resultados son similares a los de este estudio”, dijo la doctora Camila Ventura, jefa de investigación clínica en la Fundación Altino Ventura, que proporciona terapia física, atención a la visión y otros servicios a los 285 bebés con síntomas resultantes del zika de los que hay registro en el estado de Pernambuco.
Ventura y sus colegas están evaluando a sus pacientes en conjunto con los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses y RTI International, un instituto de investigación sin fines de lucro. La doctora añadió que un estudio piloto de cuarenta infantes encontró que no balbucean ni hacen ruidos indicativos de lenguaje; muchos no pueden siquiera tragar leche; algunos necesitan tubos gástricos y solo dos de cuarenta están caminando. “Los demás tienen problemas incluso para sostener la cabeza”, dijo.
La cantidad de bebés nacidos con complicaciones por el zika ha disminuido conforme la gente de la región se ha vuelto inmune después de ser picada por los mosquitos infectados durante la crisis y después de que algunas mujeres comenzaran a tomar precauciones para evitar una infección durante el embarazo. Sin embargo, el doctor Ernesto Marques, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Pittsburg y la Fundación Oswaldo Cruz en Recife, dijo que cerca del tres por ciento de mil embarazadas de un muestreo reciente estaban contagiadas con zika.
“El problema no está desapareciendo”, dijo. “Aún tenemos casos”.
En Brasil, el futuro de los bebés afectados por el zika se antoja aún más difícil por la pobreza en las regiones afectadas y la falta de recursos. “La mayoría de estos bebés son de estatus socioeconómico bajo y dependen del sistema de salud pública para su cuidado”, dijo el doctor Marques. “Es muy difícil administrar a esos casos porque necesitan diversos tipos de especialistas”.
Dijo que las intervenciones más prometedoras incluyen terapia para la vista y anteojos especiales desarrollados por la Fundación Altino Ventura, así como inyecciones de bótox (que ayudan a relajar los músculos rígidos de los infantes).
La doctora Peacock señaló que un aspecto positivo es que muchos bebés han superado sus etapas de llanto intenso e irritabilidad y ahora parece que pueden calmarse solos o con ayuda de sus madres.
No obstante, en algunos de los casos más severos los tratamientos como terapia física y ocupacional solo pueden contribuir a que los niños estén más cómodos sin tener efecto en su desarrollo. “Ese es nuestro peor temor”, dijo la doctora Fitzgerald, de los CDC.
Los funcionarios de los CDC quieren monitorear a los bebés del zika durante años para comprender el rango de dificultades y ver si se desarrollan problemas en niños con afectación leve y “niños que hasta este punto parecen normales”, añadió Fitzgerald. “Debemos seguir trabajando en este asunto e intentar descubrir qué está pasando con estos bebés”.
Fuente: The New York Times
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