PUBLICADO EN 'PROCEEDINGS OF THE NATIONAL ACADEMY OF SCIENCES'
Infancias de mucho estrés ciegan a adultos a la hora de identificar posibles pérdidas o evitar conductas de riesgo
JANO.es · 05 diciembre 2017 00:25
Científicos de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos, apuntan que esta dificultad podría deberse a una falta de actividad en el cerebro cuando una situación debería estar provocando una mayor conciencia.
Los adultos que han vivido una infancia de alto estrés tienen problemas para leer las señales de que se avecina una pérdida o un castigo, exponiéndose a un de problemas de salud, y problemas legales y financieros evitables, según un estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos. El trabajo apunta que esta dificultad puede ser biológica, debido a una falta de actividad en el cerebro cuando una situación debería estar provocando una mayor conciencia. Y ese hallazgo puede ayudar a entrenar a los jóvenes en riesgo a ser mejores a la hora de evitar los riesgos.
"No es que las personas estén decidiendo conscientemente corre estos riesgos o hacer cosas que puedan meterlos en problemas", dice Seth Pollak, profesor de Psicología de UW-Madison, que ha estudiado a niños con estrés durante décadas. "Es muy posible que sus cerebros no estén procesando la información que debería indicarles que ése no es el paso correcto", añade.
El profesor de Psiquiatría de Pollak y de la UW-Madison Rasmus Birn evaluó a más de 50 personas, ahora de entre 20 y 23 años, que participaron en un estudio que Pollak realizó sobre las hormonas del estrés cuando tenían 8 años. Aquellos que lidiaron con un alto estrés crónico cuando eran niños experimentaron eventos traumáticos abuso de sustancias, múltiples estancias en casas de acogida y malos tratos graves, según Pollak.
Los investigadores asignaron a los adultos una serie de tareas, dentro y fuera de escáneres cerebrales de resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés), diseñados para estimular las regiones cerebrales que sopesan la ganancia y la pérdida y el riesgo y la recompensa.
El grupo de alto estrés infantil estaba menos atento a la pérdida potencial que el grupo de bajo estrés infantil, y más molesto por las pérdidas resultantes, como revela la investigación, cuyos detalles se publican en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Entre los resultados más sorprendentes, según Birn, figura el que corresponde a la tarea del grupo de alto estrés en un escenario de juego en el que se oculta una ficha detrás de uno de diez cuadros. Algunos de los cuadrados son de color rojo y otros azules, y el objetivo es elegir el color del cuadrado que cubre la ficha.
Apostar contra la probabilidad
"La mayoría de las personas, si ven nueve cuadrados rojos, un cuadrado azul y la ficha se coloca al azar, seleccionará el rojo --señala Bim-. Sin embargo, las personas con alto estrés infantil que analizamos tendieron a ese lugar en lugar de los otros nueve, apostando contra las probabilidades una y otra vez".
En las exploraciones cerebrales de las personas que vivieron con alto estrés cuando eran niños, Birn y Pollak observaron una cantidad sorprendentemente baja de actividad en la región del cerebro que se espera que se encienda cuando se enfrentan a una pérdida potencial.
"Y luego, cuando perdían, veíamos más actividad de la esperada, una reacción exagerada en la parte del cerebro que responde a la recompensa --dice Pollak--, lo cual tiene sentido. Si no captas el indicio de que probablemente perderás, probablemente te sorprenderá mucho que no ganes".
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