Las españolas superan seis veces la media de mercurio europea
Un estudio realizado en 17 países con 1.848 parejas de madres e hijos revela altos niveles de contaminantes ambientales
El consumo de pescado influye
La presencia de mercurio en el organismo de las mujeres españolas es más de seis veces superior a la media de 17 países europeos. Es una de las conclusiones del proyecto Democophes, que ha estudiado la exposición a cinco contaminantes ambientales en mujeres y niños: mercurio, cadmio, cotinina, ftalatos y bisfenol A. Se trata de sustancias que preocupan a los expertos por sus efectos en la salud. El mercurio, cuyos altos niveles se explican por el elevado consumo de pescados como el atún rojo y el emperador, está considerado un neurotóxico que afecta al desarrollo infantil. El Ministerio de Sanidad recomendó en 2011 a embarazadas y menores de 3 años no consumir estas especies por ese motivo.
Un estudio preliminar hecho solamente en población española presentado en 2011 por Argelia Castaño, jefa de Toxicología Ambiental del Instituto de Salud Carlos III y coordinadora en España del proyecto Democophes, ya mostró los altos niveles de mercurio. Castaño aseguró entonces que los datos no debían ser motivo de alarma. Este nuevo análisis, financiado por la Unión Europea, se llevó a cabo entre septiembre de 2011 y febrero de 2012 y ofrece en el resumen hecho público únicamente una comparación entre países y no datos absolutos. Los límites “admisibles” de mercurio varían según las recomendaciones de diferentes organismos.
Los equipos científicos de los 17 países participantes reclutaron a 1.844 parejas de madres e hijos —niños de entre 6 y 11 años y madres menores de 45 años— y tomaron muestras de orina y pelo para después analizar la exposición a estos cinco contaminantes. Para el bisfenol A se contó con menos parejas, 621.
2011. Bebés. El mercurio (y otros contaminantes) pasan a los bebés desde la madre antes y después del parto. Un estudio realizado entre mayo de 2004 y agosto de 2008 analizó 1.883 muestras de cordón umbilical en España. El grupo de investigadores concluyó que el 64% tenía niveles superiores a 5,8 microgramos de metilmercurio por litro de sangre, el nivel que se considera admisible.
Por regiones, en Asturias lo superaba el 75,6%; en Sabadell el 49,1%; en Valencia el 68,4%, y en Guipúzcoa el 64,7%.
Aunque la muestra no es representativa de la población europea, señalan los autores, que recomiendan ampliar su estudio, es la primera vez que se evalúa de manera armonizada la exposición de los ciudadanos a estas sustancias. Todos los países usaron “una metodología estandarizada de análisis”, explica Ferran Ballester, epidemiólogo del Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP) de la Generalitat Valenciana. Al usar el mismo protocolo, los resultados son comparables aunque los análisis se hicieran en diferentes laboratorios.
El trabajo muestra que en España la presencia de cotinina (un metabolito de la nicotina, es decir, un producto de su transformación en el organismo) también es alta. Es el quinto país, tras Rumanía, Hungría, República Checa y Polonia, donde los niveles de esta sustancia en la orina de los niños que participaron en el estudio son más elevados. Casi doblan la media. Este biomarcador permite identificar el grado de exposición al tabaco. Asimismo, los niveles de metabolitos de ftalatos, compuestos químicos presentes en productos de uso diario hechos de plástico y en cosmética, también son altos en España, según el estudio. Es el cuarto país donde los análisis dieron resultados más elevados en la orina de los niños.
“Sabemos que hay muchas enfermedades vinculadas a los productos químicos”, aseguró ayer Ana Fresno, la subdirectora general adjunta de Calidad del Aire y Medio Ambiente Industrial del Ministerio de Agricultura, durante una jornada sobre contaminantes en alimentos organizada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Fresno dedicó parte de su intervención sobre gestión del riesgo de los contaminantes en el medio ambiente a enumerar las conclusiones del estudio Democophes, que los equipos científicos de los países participantes presentaron en noviembre pasado. “Como era previsible, los niveles de mercurio en España son altos y se incrementan con la edad, algo normal puesto que el factor que más influye es el consumo de pescado”, señaló. El mercurio se acumula en el organismo.
La experta destacó que los niveles de cotinina son “superiores a la media de la UE”, igual que los de ftalatos en orina. En cambio, los de cadmio están por debajo. Fresno subrayó también que España aparece solo ligeramente por encima de la media en el caso del bisfenol A, una sustancia química que se usa para fabricar envases duros como botellas o tuppers y en los revestimientos de latas de conserva. Este compuesto se ha relacionado con enfermedades como diabetes, infertilidad, cáncer de mama y de próstata. La Unión Europea lo eliminó de los biberones infantiles en 2011.
Los cinco contaminantes que se analizan en el estudio están bajo la lupa de las organizaciones internacionales y nacionales dedicadas a velar por la salud de la población. En el caso de los ftalatos y el bisfenol A, la Organización Mundial de la Salud alertó en un informe de febrero pasado del peligro que suponen los alteradores —también llamados disruptores— endocrinos, compuestos presentes en plásticos y cremas, capaces de simular el comportamiento de las hormonas, que suponen una “amenaza global” por sus efectos en la salud, según esta organización.
También el mercurio preocupa a los expertos. En enero pasado más de 140 países cerraron en Ginebra un pacto mundial para restringir su uso. A partir de 2020, estará prohibido en baterías, lámparas, relés y cosméticos, y se controlarán las emisiones de plantas térmicas, cementeras y químicas. Se irá abandonando progresivamente en odontología —se ha usado en las amalgamas de los empastes—, pero se seguirá empleando como conservante en vacunas y otros dispositivos para los que no hay sustitutos. El tratado se llamará Convención de Minamata, nombre de la localidad japonesa que en los años cincuenta sufrió una intoxicación masiva por vertidos de metilmercurio al mar. Fue este accidente el que desveló a los expertos los peligros que entraña esta sustancia. La población de Minamata se intoxicó al comer pescado y marisco contaminado y padeció lesiones cerebrales, parálisis, habla incoherente...
El estudio del Instituto de Salud Carlos III de 2011 mostró que las comunidades con más presencia de este metal pesado en el organismo de sus habitantes fueron Andalucía, Murcia, Valencia, Galicia, Asturias y Cantabria. La que menos, Castilla y León, una de las zonas donde menos pescado se consume. Niveles, por otro lado, semejantes a otros países que incluyen mucho pescado en su dieta, como los mediterráneos y Japón, explicó entonces la autora, y superiores entre 6 y 10 veces a los Alemania, Estados Unidos y Canadá. Este nuevo estudio europeo, que el Ministerio de Sanidad no valoró ayer, ratifica la enorme diferencia entre España y sus vecinos europeos.
Un estudio preliminar hecho solamente en población española presentado en 2011 por Argelia Castaño, jefa de Toxicología Ambiental del Instituto de Salud Carlos III y coordinadora en España del proyecto Democophes, ya mostró los altos niveles de mercurio. Castaño aseguró entonces que los datos no debían ser motivo de alarma. Este nuevo análisis, financiado por la Unión Europea, se llevó a cabo entre septiembre de 2011 y febrero de 2012 y ofrece en el resumen hecho público únicamente una comparación entre países y no datos absolutos. Los límites “admisibles” de mercurio varían según las recomendaciones de diferentes organismos.
Los equipos científicos de los 17 países participantes reclutaron a 1.844 parejas de madres e hijos —niños de entre 6 y 11 años y madres menores de 45 años— y tomaron muestras de orina y pelo para después analizar la exposición a estos cinco contaminantes. Para el bisfenol A se contó con menos parejas, 621.
Años bajo sospecha
2003. Tiburones. En 2011 la organización ecologista Oceana consiguió, tras tres años de litigio, que se hiciera público un informe de 2003 del Instituto Español de Oceanografía sobre la presencia de mercurio en el pez espada, el marrajo y la tintorera. En estas tres especies la concentración era muy superior al miligramo de metal por kilogramo de animal, que es el máximo permitido. En concreto, el 62,5% de las 128 muestras de marrajo superaba el nivel máximo permitido de mercurio. El 54,2% de las muestras de pez espada estaban por encima del límite legal en mercurio y el 79% excedían el límite de cadmio. En la tintorera, el número de muestras con concentración superior a la permitida baja hasta el 50%. En atún rojo solo cuatro muestras estaban por encima del límite. Después del informe, la industria pesquera pidió una rectificación oficial por la alarma creada.2011. Bebés. El mercurio (y otros contaminantes) pasan a los bebés desde la madre antes y después del parto. Un estudio realizado entre mayo de 2004 y agosto de 2008 analizó 1.883 muestras de cordón umbilical en España. El grupo de investigadores concluyó que el 64% tenía niveles superiores a 5,8 microgramos de metilmercurio por litro de sangre, el nivel que se considera admisible.
Por regiones, en Asturias lo superaba el 75,6%; en Sabadell el 49,1%; en Valencia el 68,4%, y en Guipúzcoa el 64,7%.
El trabajo muestra que en España la presencia de cotinina (un metabolito de la nicotina, es decir, un producto de su transformación en el organismo) también es alta. Es el quinto país, tras Rumanía, Hungría, República Checa y Polonia, donde los niveles de esta sustancia en la orina de los niños que participaron en el estudio son más elevados. Casi doblan la media. Este biomarcador permite identificar el grado de exposición al tabaco. Asimismo, los niveles de metabolitos de ftalatos, compuestos químicos presentes en productos de uso diario hechos de plástico y en cosmética, también son altos en España, según el estudio. Es el cuarto país donde los análisis dieron resultados más elevados en la orina de los niños.
“Sabemos que hay muchas enfermedades vinculadas a los productos químicos”, aseguró ayer Ana Fresno, la subdirectora general adjunta de Calidad del Aire y Medio Ambiente Industrial del Ministerio de Agricultura, durante una jornada sobre contaminantes en alimentos organizada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Fresno dedicó parte de su intervención sobre gestión del riesgo de los contaminantes en el medio ambiente a enumerar las conclusiones del estudio Democophes, que los equipos científicos de los países participantes presentaron en noviembre pasado. “Como era previsible, los niveles de mercurio en España son altos y se incrementan con la edad, algo normal puesto que el factor que más influye es el consumo de pescado”, señaló. El mercurio se acumula en el organismo.
La experta destacó que los niveles de cotinina son “superiores a la media de la UE”, igual que los de ftalatos en orina. En cambio, los de cadmio están por debajo. Fresno subrayó también que España aparece solo ligeramente por encima de la media en el caso del bisfenol A, una sustancia química que se usa para fabricar envases duros como botellas o tuppers y en los revestimientos de latas de conserva. Este compuesto se ha relacionado con enfermedades como diabetes, infertilidad, cáncer de mama y de próstata. La Unión Europea lo eliminó de los biberones infantiles en 2011.
Los cinco contaminantes que se analizan en el estudio están bajo la lupa de las organizaciones internacionales y nacionales dedicadas a velar por la salud de la población. En el caso de los ftalatos y el bisfenol A, la Organización Mundial de la Salud alertó en un informe de febrero pasado del peligro que suponen los alteradores —también llamados disruptores— endocrinos, compuestos presentes en plásticos y cremas, capaces de simular el comportamiento de las hormonas, que suponen una “amenaza global” por sus efectos en la salud, según esta organización.
También el mercurio preocupa a los expertos. En enero pasado más de 140 países cerraron en Ginebra un pacto mundial para restringir su uso. A partir de 2020, estará prohibido en baterías, lámparas, relés y cosméticos, y se controlarán las emisiones de plantas térmicas, cementeras y químicas. Se irá abandonando progresivamente en odontología —se ha usado en las amalgamas de los empastes—, pero se seguirá empleando como conservante en vacunas y otros dispositivos para los que no hay sustitutos. El tratado se llamará Convención de Minamata, nombre de la localidad japonesa que en los años cincuenta sufrió una intoxicación masiva por vertidos de metilmercurio al mar. Fue este accidente el que desveló a los expertos los peligros que entraña esta sustancia. La población de Minamata se intoxicó al comer pescado y marisco contaminado y padeció lesiones cerebrales, parálisis, habla incoherente...
El estudio del Instituto de Salud Carlos III de 2011 mostró que las comunidades con más presencia de este metal pesado en el organismo de sus habitantes fueron Andalucía, Murcia, Valencia, Galicia, Asturias y Cantabria. La que menos, Castilla y León, una de las zonas donde menos pescado se consume. Niveles, por otro lado, semejantes a otros países que incluyen mucho pescado en su dieta, como los mediterráneos y Japón, explicó entonces la autora, y superiores entre 6 y 10 veces a los Alemania, Estados Unidos y Canadá. Este nuevo estudio europeo, que el Ministerio de Sanidad no valoró ayer, ratifica la enorme diferencia entre España y sus vecinos europeos.
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