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Institutos Nacionales de la Salud
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Relacionan el aire contaminado con el riesgo de autismo
Las mujeres embarazadas que viven con el esmog están en mayor riesgo, pero los expertos advierten que el hallazgo no es definitivo
Traducido del inglés: miércoles, 19 de junio, 2013
"El estudio no prueba que la contaminación aumente el riesgo de autismo. Halló una asociación", advirtió la investigadora líder, Andrea Roberts, asociada de investigación de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Boston. "Agrega peso a la evidencia de que quizás algo de la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de autismo".
Los investigadores compararon la exposición a la contaminación atmosférica de 325 mujeres que tenían un hijo con autismo y de 22,000 mujeres que no. Las mujeres eran participantes del Estudio de salud de las enfermeras II. Los contaminantes medidos incluyeron la materia particulada del diesel, el plomo, el manganeso, el mercurio, el cloruro de metileno, y una medida combinada de la exposición a los metales.
Entre el 20 y el 60 por ciento de las mujeres vivían en áreas que se consideraban altamente contaminadas. Y el estudio mostró que las mujeres que vivían en el 20 por ciento de las ubicaciones que tenían los niveles más altos de particulados de diesel o de mercurio en el aire presentaban el doble de probabilidades de tener un hijo autista, en comparación con las que vivían en el 20 por ciento de las áreas con los niveles más bajos de esos contaminantes.
Además, las que vivían en el 20 por ciento de las ubicaciones con los niveles más altos de plomo, manganeso, cloruro de metileno y la exposición combinada a los metales tenían alrededor de un 50 por ciento más de probabilidades de tener un hijo autista que las que vivían en el 20 por ciento de las áreas con las concentraciones más bajas.
Los hallazgos se sostuvieron incluso después de que los investigadores tomaran en cuenta otros factores que se sabe que afectan el riesgo de autismo, como los ingresos, la educación y el tabaquismo durante el embarazo. En general, la asociación fue más firme entre los chicos que entre las chicas, pero el número de chicas incluidas en el estudio fue demasiado bajo como para sacar alguna conclusión en firme.
Los hallazgos, que aparecen en la edición en línea del 18 de junio de la revista Environmental Health Perspectives, amplían la creciente investigación que sugiere que el aire que las mujeres respiran durante el embarazo es uno de muchos factores vinculados con el riesgo de autismo. Estudios anteriores han mostrado que las mujeres embarazadas que viven en áreas contaminadas o cerca de las autopistas son más propensas a tener un hijo autista, pero los estudios se llevaron a cabo regionalmente. Estos datos recientes son nacionales.
Todavía no está claro exactamente cómo, o incluso si, la contaminación atmosférica afecta al cerebro en desarrollo. "Por definición, la contaminación no es buena para nosotros", apuntó Roberts.
Aún así, el aumento general en el riesgo de autismo que se puede atribuir a la contaminación es bajo. "Digamos que el riesgo de una mujer de tener un hijo autista es de uno de cada 100, las mujeres que viven en las ciudades más contaminadas tienen un riesgo que es de alrededor de uno de cada 50, lo que significa que 49 niños no tendrán autismo", comentó Roberts.
"Aunque el riesgo se duplique, sigue siendo bajo", explicó.
Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) de EE. UU. calculan actualmente que alrededor de uno de cada 50 niños entre los 6 y los 17 años de edad de EE. UU. tiene un trastorno del espectro autista, un término que denomina a un gran conjunto de trastornos que pueden variar de leves a graves, y que afectan a las habilidades sociales y de la comunicación.
Otra experta también instó a la precaución al interpretar los nuevos hallazgos.
"Hay muchos genes, probablemente cientos, y muchos factores ambientales, probablemente cientos, que aumentan el riesgo de autismo", señaló Alycia Halladay, directora principal de ciencias ambientales y clínicas del grupo de defensoría Autism Speaks. "El mensaje real es que muchas cosas pueden provocar autismo, en específico la genética y el medioambiente, y la interacción de ambas cosas".
Laura Anthony, directora asociada del Centro de Trastornos del Espectro Autista del Centro Médico Pediátrico Nacional, en Washington, D.C., dijo que esos riesgos se acumulan durante el embarazo, el parto y en el primer mes de vida del recién nacido. "Todo apunta a que es el periodo crítico. Es el momento en que el cerebro es más sensible porque aún está en desarrollo", comentó.
Los nuevos hallazgos no significan que las mujeres embarazadas deban mudarse a la montaña para evitar el esmog, añadió Anthony. "Aunque viva en un lugar rural, podría exponerse a la contaminación mientras conduce, o quizás viva en un campo justo al lado de una planta [o fábrica]", señaló. "Todos debemos hacer campañas por un aire más limpio, por muchos motivos".
El Dr. Andrew Adesman, jefe de pediatría del desarrollo y conductual del Centro Médico Pediátrico Steven y Alexandra Cohen en Lake Success, Nueva York, afirmó que los nuevos hallazgos añaden peso a estudios anteriores que observaron la conexión entre la exposición prenatal a los contaminantes aéreos y el autismo posterior.
"Aunque sí validan y afirman lo que otros estudios han encontrado, en el autismo se han identificado muchos factores de riesgo y causas genéticas", comentó Adesman. "Incluso ante la potencia de este estudio, los padres no pueden suponer que la mayoría de casos de autismo se deban a los contaminantes aéreos. Sugerir que la madre se mude o que no respire ese aire es algo más fácil de decir que de hacer".
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
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