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Termina el verano, de a poco los días fríos empiezan a hacerse sentir y, como todos los años, se renueva la recomendación por parte de los médicos: vacunarse contra la gripe.
La vacuna de la gripe con sus tres componentes -Gripe A H1N1, Gripe A H3N2 y Gripe B- ha demostrado ser efectiva para prevenir la forma severa de esta enfermedad, sobre todo en grupos de riesgo.
No obstante, el tener la vacuna no inhibe las “medidas complementarias de prevención del contagio” entre las que se cuentan una correcta higiene de manos y la utilización del pliegue del codo para toser o estornudar.
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“La mejor y más efectiva forma de prevenir el contagio de la gripe es a través de la vacuna. Los grupos más vulnerables en los que está indicada son los niños menores de 5 años, las mujeres embarazadas o puérperas, los mayores de 65 años y toda aquella persona con enfermedades crónicas debilitantes. Además, debe vacunarse el personal de salud debido al contacto con pacientes de alto riesgo, a quienes pueden contagiar esta enfermedad y en quienes la evolución puede ser fatal”, enumeró el Dr. Rodolfo Ernesto Quirós, Jefe del Servicio de Infectología, Prevención y Control de infecciones del Hospital Universitario Austral (HUA).
El invierno y sus patologías El período invernal se caracteriza por el aumento de las enfermedades de la vía aérea alta (resfrio, faringitis o anginas, cuadros gripales, bronquitis, sinusitis, otitis media aguda) y por la agudización de enfermedades respiratorias crónicas como el asma, el enfisema y la bronquitis crónica.
Los microorganismos causales son fundamentalmente virus respiratorios: influenza, parainfluenza, rinovirus, coronavirus, sincicial respiratorio, adenovirus, etc.; aunque en las faringitis, bronquitis, otitis y sinusitis puede haber también infección por bacterias (Haemophilus, Moraxella, Neumococo). Dentro de estos cuadros sólo existe vacuna para el virus gripe, el Haemophilus y el neumococo.
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