Un 50% de pacientes con TOC consiguen una mejoría significativa

Una de las patologías en las que la aplicación de la neuroestimulación cerebral profunda ha despertado más expectativas es el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

Covadonga Díaz. Oviedo | dmredaccion@diariomedico.com | 12/02/2015 17:05

Una de las patologías en las que la aplicación de la neuroestimulación cerebral profunda ha despertado más expectativas es el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Sin embargo, la incógnita en este abordaje es cómo seleccionar de forma más efectiva a los pacientes candidatos, dado que la técnica funciona satisfactoriamente sólo en algunos, sin que se disponga actualmente de criterios que permitan determinar previamente en qué casos va a funcionar.

Así lo ha indicado Jens Volkmann, director de Neurología del Hospital alemán de Wurzburg, quien ha resaltado la importancia de concentrar el desarrollo de esta técnica en grupos especializados que puedan acumular series amplias de pacientes para así alcanzar la máxima seguridad y eficacia. Volkmann es otro de los especialistas con más experiencia a nivel mundial en la utilización de la neuroestimulación cerebral profunda para el abordaje de los trastornos del movimiento.

Actualmente, alrededor de un centenar de pacientes con trastorno obsesivo compulsivo en todo el mundo han sido intervenidos con neuroestimulación cerebral profunda.

Se trata en todos los casos de pacientes graves, con más de 30 puntos en una escala de 0 a 40. En entre el 50 y el 60 por ciento de los casos se obtiene una mejoría significativa tanto de las obsesiones como de las compulsiones.

En el caso de los trastornos del movimiento, la seguridad y precisión es del 95 por ciento, según los resultados de la serie presentada por Fernando Seijo, del HUCA, quien indicó que "en más del 60 por ciento de los casos los pacientes mejoran claramente, lo que nos permite concluir que se trata de unos resultados de excelencia". Ya son 120.000 los pacientes de

Parkinson que han sido intervenidos con neuroestimulación cerebral profunda.
La base de la intervención es la misma en todas las patologías en las que se está ensayando; lo único que varía es el circuito cerebral sobre el que se actúa "para suprimir la actividad anómala, en unos casos, e intentar estimular la actividad que está demasiado baja, en otros, escogiendo en cada caso el canal que debemos resintonizar".

En el caso de los trastornos del movimiento, particularmente en la enfermedad de Parkinson, se trata de una técnica en la que los criterios de actuación están bien asentados, con una pauta de aplicación cada vez en pacientes más jóvenes, ha señalado Volkmann, consiguiendo una etapa larga en la que los síntomas son controlados con eficacia. En otras patologías, la experiencia irá proporcionando el conocimiento necesario para afinar con precisión sus indicaciones.