ESCUELA DE MEDICINA DE LA UNIVERSIDAD DE WASHINGTON
La edad, la obesidad y la dopamina influyen en la preferencia por las comidas dulces
Al mismo tiempo que pasamos de la juventud a la edad adulta, la preferencia por los dulces normalmente disminuye. El estudio podría revelar una disfunción en el cerebro de los individuos obesos.
Redacción. Madrid | dmredaccion@diariomedico.com | 15/06/2016 16:30
La preferencia por los dulces disminuye a la vez que la juventud da paso a la edad adulta. (Escuela de Medicina de la Universidad de Washington)
Una nueva investigación sugiere que para las personas obesas esa disminución podría no ser tan acusada y que su sistema de recompensa del cerebro funciona de forma diferente a la de los más delgados, lo que jugaría un papel en este fenómeno.
- Su sistema de recompensa del cerebro funciona de forma diferente a la de los más delgados
"Creemos que hemos identificado una nueva anormalidad en la relación entre la respuesta de recompensa hacia la comida y la dopamina en el cerebro de las personas obesas", asegura autora principal del estudio, Marta Yanina Pepino, profesora adjunta de medicina. "Generalmente, las personas pierden la afición por los dulces a la vez que pasan de la adolescencia a la edad adulta. Además, a medida que envejecemos tenemos menos receptores de dopamina en la estructura cerebral, que son fundamentales para el sistema de recompensa. Hemos descubierto que tanto la juventud como tener menos receptores de dopamina se asocian a una mayor preferencia por los dulces en comparación con aquellos que tienen un peso normal".
Los investigadores estudiaron a 20 sujetos de peso sano comparando con 24 personas obesas, cada uno con un índice de masa corporal de 30 o superior. Los voluntarios se encontraban en una franja de edad entre los 20 y los 40 años.
TEP para identificar la dopamina
Los participantes tomaron bebidas azucaradas en distintos niveles para determinar el grado de dulzor que prefería cada uno. Después se les realizó una tomografía por emisión de positrones (TEP) para identificar los receptores de dopamina ligados a la recompensa en el cerebro de cada persona. La dopamina es el químico principal que segrega el cerebro para hacernos sentir bien. El escáner TEP reveló que aunque hay una relación entre los receptores de dopamina, el gusto por los dulces y la edad en personas delgadas, el patrón no se ajusta a los cerebros de las personas obesas.
Los participantes tomaron bebidas azucaradas en distintos niveles para determinar el grado de dulzor que prefería cada uno. Después se les realizó una tomografía por emisión de positrones (TEP) para identificar los receptores de dopamina ligados a la recompensa en el cerebro de cada persona. La dopamina es el químico principal que segrega el cerebro para hacernos sentir bien. El escáner TEP reveló que aunque hay una relación entre los receptores de dopamina, el gusto por los dulces y la edad en personas delgadas, el patrón no se ajusta a los cerebros de las personas obesas.
"Encontramos preferencias dispares por los dulces entre individuos, y también descubrimos variaciones individuales de los receptores de dopamina pero cuando buscamos cómo se juntan, la tendencia general en las personas con un peso normal es de tener menos receptores de dopamina asociados a una mayor preferencia por el dulce", asegura la co-investigadoraTamara Hershey, profesora de psiquiatría, neurología y radiología.
Pepino y Hershey explican que es posible que la resistencia a la insulina u otros cambios metabólicos vinculados a la obesidad podrían contribuir a la ausencia de esas asociaciones en el grupo de obesidad. Aunque ninguno de los participantes era diabético, algunos tenían más glucosa en sangre y mayores concentraciones de insulina y otros desarrollaban resistencia a la insulina. Los investigadores creen que estos factores podrían alterar la respuesta del cerebro hacia los dulces.
"Hay una relación entre la resistencia a la insulina y el sistema de recompensa cerebral, lo que podría tener algo que ver con lo que hemos observado en los sujetos obesos", asegura Hershey. "Lo que está claro es que las grasa corporal extra puede afectar no solo a cómo metabolizamos la comida, también en cómo percibe el cerebro las recompensas cuando comemos, particularmente cuando es algo dulce".
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