“No creo que se deba negar a las pacientes el trasplante de útero”
El ginecólogo César Díaz participó en los dos trasplantes uterinos practicados en Suecia
Se trata de la primera vez que se practica este injerto de madre a hija
La intervención es polémica: el objetivo no es curar sino poder ser madre
Jaime Prats Valencia 21 SEP 2012 - 13:33 CET3
El martes pasado, el Hospital Universitario Sahlgrenska de Gotemburgo anunció los dos primeros trasplantes de útero de donante viva del mundo (de madre a hija) practicados con éxito. Se trata de una operación polémica. Sectores de la comunidad científica consideran que los riesgos (cirugía en madre e hija, medicación inmunosupresora) superan a los beneficios (ser capaz de experimentar la maternidad). Y todo ello cuando no se trata de salvar vidas, ya que el útero no es un órgano vital. César Díaz, ginecólogo del hospital La Fe de Valencia, fue uno de los 11 médicos que participaron en las dos operaciones.
Pregunta. ¿Qué le lleva a un ginecólogo del hospital La Fe de Valencia a participar en estos dos trasplantes?
Respuesta. Al jefe de mi servicio, Antonio Pellicer, le entusiasmó el proyecto. Contactamos con Mats Brännström, el responsable del equipo, y, me uní a ellos durante los últimos tres años gracias a una beca del Instituto de Salud Carlos III.
P. ¿Qué les sucedía a las receptoras?
R. Una nació sin útero. La otra tuvo un cáncer y se le tuvo que extirpar. En ambos casos los ovarios eran funcionales, lo que es fundamental ya que el objetivo es que sean madres y que los hijos nazcan a partir de sus propios óvulos. Para comprobarlo les hicimos tratamientos in vitro. Cada receptora tiene sus propios embriones con su pareja y en un año intentaremos que se queden embarazadas trasfiriendo los embriones.
P. ¿Qué sucederá tras el parto?
R. Cuando tengan el hijo se les extirpará el útero. Los tratamientos inmunosupresores que combaten el rechazo tienen efectos secundarios. Por ello, una vez conseguida la maternidad no tiene sentido seguir sometiendo a la madre a esta medicación. De esta forma, se programará un parto por cesárea que se aprovechará para retirar el útero y los fármacos.
P. ¿Cree que este trasplante tiene sentido? ¿Debería ser asumido por los servicios sanitarios?
R. Serán los políticos y la sociedad los que deban decidir si se debe practicar esta intervención o no. La esterilidad está reconocida por la OMS como una enfermedad con una considerable capacidad invalidante. ¿Por qué tienen menos derecho a ser tratadas estas mujeres que una persona con otra patología? Esta intervención es factible, por lo que no creo que se le deba negar a las mujeres, igual que no se niega a otro tipo de pacientes su tratamiento.
P. Pero hay otras formas de ser madre, por ejemplo, la adopción o los vientres de alquiler.
R. Si, pero la adopción no permite sentir la gestación, ni el parto, ni tener hijos con la carga genética de los padres. La maternidad subrogada sí posibilita esta maternidad genética, pero es ilegal en la mayoría de los países occidentales. Y donde es legal, en ciertos lugares, se basa en la capacidad económica de los padres y en la necesidad de dinero de la madre de alquiler, que asume los posibles riesgos a cambio de esa compensación. ¿Es eso más lícito? Todas estas cuestiones son las que nos han planteado los comités de ética previos a la autorización y que se han debatido con todas las partes implicadas.
P. ¿En qué casos estaría indicado el trasplante?
R. En mujeres con esterilidad absoluta por causa uterina, entendida como falta morfológica o funcional de útero.
P. En los últimos años se han sucedido trasplantes de brazos, piernas y cara ¿tiene la sensación de que existe una carrera para ver quien llega más lejos?
R. Para nada. Aquí hay un problema que es la esterilidad uterina, y existe un trasplante que es factible y que resuelve este problema.
P. ¿Tiene alguna complejidad especial esta intervención?
R. Es una zona de acceso incómodo para trabajar porque, de alguna forma, estás trabajando en una oquedad anatómica, que es la pelvis, pero por lo demás, no. El injerto tiene la misma dificultad que un riñón.
P. ¿Desean practicar esta intervención en La Fe? ¿Cuándo?
R. Es la finalidad de la inversión de tiempo que hemos hecho en Suecia. Ahora sabemos cómo hacerla. Habría que solicitar todos los permisos y si todo fuera bien, en año y medio o dos años podríamos comenzar a abordar el primer caso.
Respuesta. Al jefe de mi servicio, Antonio Pellicer, le entusiasmó el proyecto. Contactamos con Mats Brännström, el responsable del equipo, y, me uní a ellos durante los últimos tres años gracias a una beca del Instituto de Salud Carlos III.
P. ¿Qué les sucedía a las receptoras?
R. Una nació sin útero. La otra tuvo un cáncer y se le tuvo que extirpar. En ambos casos los ovarios eran funcionales, lo que es fundamental ya que el objetivo es que sean madres y que los hijos nazcan a partir de sus propios óvulos. Para comprobarlo les hicimos tratamientos in vitro. Cada receptora tiene sus propios embriones con su pareja y en un año intentaremos que se queden embarazadas trasfiriendo los embriones.
P. ¿Qué sucederá tras el parto?
Dentro de un año trasferiremos a las pacientes los embriones que tienen congelados y tras el parto retiraremos el útero
P. ¿Cree que este trasplante tiene sentido? ¿Debería ser asumido por los servicios sanitarios?
R. Serán los políticos y la sociedad los que deban decidir si se debe practicar esta intervención o no. La esterilidad está reconocida por la OMS como una enfermedad con una considerable capacidad invalidante. ¿Por qué tienen menos derecho a ser tratadas estas mujeres que una persona con otra patología? Esta intervención es factible, por lo que no creo que se le deba negar a las mujeres, igual que no se niega a otro tipo de pacientes su tratamiento.
Nos gustaría practicar un trasplante de este tipo en La Fe. La tramitación de todos los permisos podría durar unos dos años
R. Si, pero la adopción no permite sentir la gestación, ni el parto, ni tener hijos con la carga genética de los padres. La maternidad subrogada sí posibilita esta maternidad genética, pero es ilegal en la mayoría de los países occidentales. Y donde es legal, en ciertos lugares, se basa en la capacidad económica de los padres y en la necesidad de dinero de la madre de alquiler, que asume los posibles riesgos a cambio de esa compensación. ¿Es eso más lícito? Todas estas cuestiones son las que nos han planteado los comités de ética previos a la autorización y que se han debatido con todas las partes implicadas.
P. ¿En qué casos estaría indicado el trasplante?
R. En mujeres con esterilidad absoluta por causa uterina, entendida como falta morfológica o funcional de útero.
P. En los últimos años se han sucedido trasplantes de brazos, piernas y cara ¿tiene la sensación de que existe una carrera para ver quien llega más lejos?
R. Para nada. Aquí hay un problema que es la esterilidad uterina, y existe un trasplante que es factible y que resuelve este problema.
P. ¿Tiene alguna complejidad especial esta intervención?
R. Es una zona de acceso incómodo para trabajar porque, de alguna forma, estás trabajando en una oquedad anatómica, que es la pelvis, pero por lo demás, no. El injerto tiene la misma dificultad que un riñón.
P. ¿Desean practicar esta intervención en La Fe? ¿Cuándo?
R. Es la finalidad de la inversión de tiempo que hemos hecho en Suecia. Ahora sabemos cómo hacerla. Habría que solicitar todos los permisos y si todo fuera bien, en año y medio o dos años podríamos comenzar a abordar el primer caso.
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