“Los océanos ya padecen osteoporosis”
La bióloga estadounidense es una autoridad en conservación marina
La bióloga Jane Lubchenco (Denver, 1947), toda una autoridad en conservación marina, se está dando un tiempo para escoger su siguiente reto. Cuatro años como directora de la Agencia para la Atmósfera y los Océanos de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), un gran organismo dedicado a estudiar y prevenir fenómenos climatológicos graves, comprender el cambio climático o ayudar a gestionar mejor la pesca, la han dejado exhausta. “Me ha tocado una época en la que la situación económica no era buena, con un Congreso que funcionaba mal y una política frente al cambio climático hiperpartidizada”, relata. Desde febrero, época en que dejó la NOAA, le llueven las ofertas. “He dicho que no a todo. Necesito reflexionar”, asegura.
Ha visitado Madrid para recibir el Premio Fronteras de la Fundación BBVA en Ecología y Biología de la Conservación. El galardón reconoce un trabajo que desarrolló en los años setenta y que sirve para conocer el funcionamiento de los fondos marinos y así poder restablecerlos. Por aquella época, Lubchenco trabajaba con estrellas de mar, caracoles y peces, algo que se plantea bastante apacible. “Dar clase a universitarios no es tan tranquilo”, matiza, en referencia a la labor docente que también desempeñaba.
La idea era desayunar, pero los cafés no llegan, y la botella de agua queda intacta. Lubchenco enumera las situaciones de especial tensión a las que se ha enfrentado en la NOAA: “770 tornados, 70 huracanes atlánticos como Sandy, seis grandes inundaciones, sequías prolongadas o el derrame de petróleo del golfo de México”.
Su experiencia le permite certificar que los océanos están cada vez más tocados por la contaminación. Las ostras jóvenes de Washington, por ejemplo, se están muriendo porque el agua es cada vez más ácida y no son capaces de fabricar sus conchas. “Hay un 30% más de acidez que hace 150 años y todo porque los océanos absorben el CO2 que se produce con la quema de combustibles fósiles en la tierra”, comenta. El fenómeno, que ha bautizado como “osteoporosis del mar”, es un problema real, asegura, para muchas plantas y animales acuáticos, especialmente para los que tienen esqueletos de protección o conchas.
Lubchenco alaba que las nuevas políticas pesqueras de Europa caminen hacia la sostenibilidad y pone como ejemplo a EE UU. “Desde el año 2000, hemos recuperado 32 reservas pesqueras que decrecían a gran velocidad”. Aficionada a los broches con motivos marinos (hoy toca cangrejo), apenas gesticula. Solo despega los codos de la mesa para explicar el tamaño que debe alcanzar un pez roca para pasar de tener 150.000 crías a 1,7 millones. De su experiencia como asesora científica del presidente Barak Obama, alaba precisamente que se interesara por comprender las cosas antes de tomar una decisión.
Este no es el primer parón profesional voluntario de la bióloga. Al comienzo de su carrera, tanto ella como su marido, dejaron sus puestos en las universidades de Harvard y Massachusetts para irse al centro que les permitiera compartir una plaza a media jornada y así poder criar a sus dos hijos. La Universidad del Estado de Oregón dio el primer paso y se los llevó. Era 1978. “Este es el primer puesto con estas características que se creó en Estados Unidos”, recuerda. Volvieron al trabajo a tiempo completo 13 años después. Hoy, Lubchenco, tiene dos nietos de corta edad. Todavía no sabe si habrán desarrollado su pasión por el mar.
Ha visitado Madrid para recibir el Premio Fronteras de la Fundación BBVA en Ecología y Biología de la Conservación. El galardón reconoce un trabajo que desarrolló en los años setenta y que sirve para conocer el funcionamiento de los fondos marinos y así poder restablecerlos. Por aquella época, Lubchenco trabajaba con estrellas de mar, caracoles y peces, algo que se plantea bastante apacible. “Dar clase a universitarios no es tan tranquilo”, matiza, en referencia a la labor docente que también desempeñaba.
La idea era desayunar, pero los cafés no llegan, y la botella de agua queda intacta. Lubchenco enumera las situaciones de especial tensión a las que se ha enfrentado en la NOAA: “770 tornados, 70 huracanes atlánticos como Sandy, seis grandes inundaciones, sequías prolongadas o el derrame de petróleo del golfo de México”.
Su experiencia le permite certificar que los océanos están cada vez más tocados por la contaminación. Las ostras jóvenes de Washington, por ejemplo, se están muriendo porque el agua es cada vez más ácida y no son capaces de fabricar sus conchas. “Hay un 30% más de acidez que hace 150 años y todo porque los océanos absorben el CO2 que se produce con la quema de combustibles fósiles en la tierra”, comenta. El fenómeno, que ha bautizado como “osteoporosis del mar”, es un problema real, asegura, para muchas plantas y animales acuáticos, especialmente para los que tienen esqueletos de protección o conchas.
"Desde el año 2000, hemos recuperado 32 reservas pesqueras de Estados Unidos que decrecían a gran velocidad"
Lubchenco alaba que las nuevas políticas pesqueras de Europa caminen hacia la sostenibilidad y pone como ejemplo a EE UU. “Desde el año 2000, hemos recuperado 32 reservas pesqueras que decrecían a gran velocidad”. Aficionada a los broches con motivos marinos (hoy toca cangrejo), apenas gesticula. Solo despega los codos de la mesa para explicar el tamaño que debe alcanzar un pez roca para pasar de tener 150.000 crías a 1,7 millones. De su experiencia como asesora científica del presidente Barak Obama, alaba precisamente que se interesara por comprender las cosas antes de tomar una decisión.
Este no es el primer parón profesional voluntario de la bióloga. Al comienzo de su carrera, tanto ella como su marido, dejaron sus puestos en las universidades de Harvard y Massachusetts para irse al centro que les permitiera compartir una plaza a media jornada y así poder criar a sus dos hijos. La Universidad del Estado de Oregón dio el primer paso y se los llevó. Era 1978. “Este es el primer puesto con estas características que se creó en Estados Unidos”, recuerda. Volvieron al trabajo a tiempo completo 13 años después. Hoy, Lubchenco, tiene dos nietos de corta edad. Todavía no sabe si habrán desarrollado su pasión por el mar.
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