miércoles, 27 de marzo de 2013

Explicar la muerte a los niños | Psiquiatría Infantil | elmundo.es

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Pequeando
PSICOLOGÍA | Duelo infantil

Explicar la muerte a los niños

Un niño besa una lápida en un cementerioUn niño acude al cementerio.| Fernando Múgica
  • Saber cómo hablar del fallecimiento de un ser querido puede ayudar al duelo
  • Los adultos no siempre tienen claro qué decirles a los más pequeños
  • En el caso de los adolescentes, la comunicación puede ser aún más complicada
María Valerio | Madrid
Actualizado miércoles 27/03/2013 05:02 horas
 

'El abuelo te está viendo desde el cielo'. 'Papá está de viaje'. 'Ha subido al cielo en un ascensor'... Explicar la muerte a los niños puede convertirse en un ejercicio de imaginación que no siempre es útil; ni para ellos, ni para sus mayores. Tener claras algunas ideas sobre cómo comunicar una mala noticia a los más pequeños de la casa puede ser de gran utilidad para toda la familia.

"A veces les decimos cosas que pueden complicar las cosas", señala Patricia Díaz Seoane, psicóloga de la Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC), una asociación sin ánimo de lucro que cuenta con un servicio gratuito de ayuda al duelo infantil y adolescente. "Nos dimos cuenta de que existía una carencia, no había apenas recursos para ayudar a los niños a superar una pérdida significativa".
Incluso los bebés recién nacidos pueden notar esa pérdida (más aún en el caso de lactantes cuya madre fallece), aunque no entiendan cognitivamente lo que ocurre a su alrededor. Por eso, señala esta especialista, es importante no alterar sus rutinas, ni dejarles de atender y abrazarles en todo momento.

A partir de los cuatro o cinco años, añade la especialista, los padres deberían añadir una explicación verbal, con un lenguaje adaptado a la edad del niños. "Es importante tener claro lo que les dices, porque los niños son curiosos y la explicación puede derivar en muchos porqués", aconseja.

Cuatro claves

Esta psicóloga aconseja tener en cuenta cuatro cosas básicas para comunicar la muerte a los niños.
  • La muerte es universal. "Deben comprender que todos nos vamos a morir, pero que es excepcional en personas jóvenes. Si uno de los dos progenitores muere, la preocupación del niño será cuándo se va a morir el otro, quién le llevaría a él al 'cole' en ese caso. Por eso es importante garantizarles sus rutinas y que se sientan arropados".
  • La muerte es irreversible. "La metáfora del viaje puede hacer que se queden esperando que el ser querido vuelva, que se pregunten si va a venir a su cumpleaños...".
  • El cuerpo ha dejado de funcionar. "Otras explicaciones habituales, como que el abuelo se ha quedado dormido, pueden hacer que cojan miedo".
  • Los sentimientos no se esconden. "Ellos pueden manifestar su tristeza en forma de rabia o enfados, por eso es importante hablar con ellos, decirles que les comprendemos, que los adultos también se sienten mal. Si nos escondemos a llorar, pensarán que es algo malo que hay que ocultar y harán lo mismo".
La abuela de Alba murió cuando ella tenía 6 años. Ambas tenían una estrecha relación porque la había cuidado de pequeña. "En un año pasó de ser una niña cariñosa a estar siempre enfadada, no quería salir de casa...", recuerda ahora su madre, María del Mar. Alba fue tragándose esa 'vergüenza' a contar que se sentía mal, "se le hizo bola, porque no me quería hacer sufrir más hasta que al final reventó un día y se lo contó a su tía, que fue quien me alertó de que la niña estaba mal por la muerte de su abuela".

María del Mar explica que su hija no puso ningún reparo en ir al psicólogo, "porque al final fue ella quien me lo pidió, lo necesitaba". En pocos meses (no sin antes repetir curso), volvió a poder quedarse en casa sola y a dormir con la puerta cerrada, algunos hábitos que la muerte de su abuela había alterado. "En las terapias les legitimamos el sentimiento de tristeza, les ofrecemos un espacio de confianza para que se desahoguen", cuenta su psicóloga en la Fundación Mario Losantos del Campo.

 

Preparar la muerte

Todos los aspectos que rodean al duelo infantil pueden variar en función de distintos factores, como la edad del niño, la cercanía con la persona fallecida ("si el abuelo, por ejemplo, era en cuidador habitual del niño") o si se trata de una muerte repentina o fruto de una enfermedad prolongada.

Precisamente en este sentido, la psicóloga reconoce que las muertes que se pueden 'preparar' o prever de alguna manera ofrecen una buena oportunidad para ayudar al niño a preparar el duelo; "aunque a menudo se aparta al niño del proceso de la enfermedad y se le roba la oportunidad de despedirse".

Díaz Seoane es partidaria incluso de que a partir de cierta edad puedan acceder al hospital a despedirse de su ser querido. "Los padres deberían prepararles para lo que van a ver, y estar atentos a sus reacciones, pero el duelo es más fácil en un niño preparado". 

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