NEUROLOGÍA
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7.000 pacientes
Un fármaco para el Alzheimer reduce el riesgo de infarto
Imagen de una exposición sobre el Alzheimer.| Pilar Lara
- Un estudio con 7.000 pacientes observa este efecto, pero no aclara las causas
La 'cara B' de algunos medicamentos suele pillar por sorpresa a los
científicos. En esta ocasión, un amplio análisis sueco ha permitido
observar que un tratamiento habitual en pacientes con Alzheimer reduce
significativamente su riesgo de sufrir un infarto. El diseño del estudio
no permite sacar conclusiones definitivas, pero abre una puerta
interesante a estudiar en el futuro.
El trabajo ha sido posible gracias a una amplia base de datos sueca, que ha permitido al equipo de Bengt Winbald (neurólogo del Instituto Karolinska de Estocolmo) analizar nada menos que a 7.000 personas. Sus conclusiones se acaban de publicar en las páginas de la revista 'European Heart Journal'.
En sus conclusiones, los investigadores observaron que los pacientes con Alzheimer tratados con inhibidores de colinesterasa (medicamentos como donepezil o galantamina) tenían un 38% menos de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Cuando analizaron la mortalidad en general (no sólo por infarto), observaron que estos tratamientos se asociaban a una reducción del 26%.
El doctor Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), admite que "se trata de un estudio interesante", aunque por su propio diseño observacional no permite extraer conclusiones definitivas. Abre la puerta, eso sí, a un mayor estudio de la acción de estos inhibidores de la colinesterasa sobre el corazón: "Se trata de fármacos con un mecanismo de acción muy complejo, y parece que puede estar ocurriendo algo en el corazón que resulta beneficioso para estos pacientes".
Como explica el doctor Guillermo García Ribas, coordinador del grupo de Estudio de Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN); estos medicamentos actúan sobre una sustancia denominada acetilcolina. "En el cerebro, esta sustancia nos permite memorizar; pero en el resto del organismo sirve para mover los músculos; y no sólo el corazón es el músculo por excelencia, sino que las arterias son elásticas porque tienen fibras musculares", apunta.
Como el neurólogo español, los autores suecos admiten que su trabajo no permite nada más que emitir hipótesis que expliquen esa protección cardiovascular observada. Podría ser, apuntan, por una acción inflamatoria; "pero eso habrá que validarlo en un ensayo clínico aleatorio", apunta por su parte Enrique Galve, presidente de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Tanto Galve como el doctor García Ribas explican que lo que sí se sabía hasta ahora es que estos inhibidores de la colinesterasa bajan el ritmo cardiaco de los pacientes. "Esto es algo que también hacen algunos de los fármacos que usamos para tratar la enfermedad isquémica, que ponen el corazón en una especie de 'ralentí'", explica el cardiólogo; "si los fármacos para el Alzheimer logran el mismo efecto, tal vez ahí radique su efecto protector".
Aunque todas estas explicaciones entran dentro del terreno de la especulación, los tres especialistas españoles coinciden en que el trabajo abre una nueva vía de investigación que dará que hablar en el futuro. "Para nosotros la noticia es bienvenida", apunta el doctor Galve; "el tema tendrá recorrido en el futuro porque el envejecimiento de la población hace del Alzheimer un tema de creciente interés".
El trabajo ha sido posible gracias a una amplia base de datos sueca, que ha permitido al equipo de Bengt Winbald (neurólogo del Instituto Karolinska de Estocolmo) analizar nada menos que a 7.000 personas. Sus conclusiones se acaban de publicar en las páginas de la revista 'European Heart Journal'.
En sus conclusiones, los investigadores observaron que los pacientes con Alzheimer tratados con inhibidores de colinesterasa (medicamentos como donepezil o galantamina) tenían un 38% menos de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Cuando analizaron la mortalidad en general (no sólo por infarto), observaron que estos tratamientos se asociaban a una reducción del 26%.
El doctor Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), admite que "se trata de un estudio interesante", aunque por su propio diseño observacional no permite extraer conclusiones definitivas. Abre la puerta, eso sí, a un mayor estudio de la acción de estos inhibidores de la colinesterasa sobre el corazón: "Se trata de fármacos con un mecanismo de acción muy complejo, y parece que puede estar ocurriendo algo en el corazón que resulta beneficioso para estos pacientes".
Como explica el doctor Guillermo García Ribas, coordinador del grupo de Estudio de Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN); estos medicamentos actúan sobre una sustancia denominada acetilcolina. "En el cerebro, esta sustancia nos permite memorizar; pero en el resto del organismo sirve para mover los músculos; y no sólo el corazón es el músculo por excelencia, sino que las arterias son elásticas porque tienen fibras musculares", apunta.
Como el neurólogo español, los autores suecos admiten que su trabajo no permite nada más que emitir hipótesis que expliquen esa protección cardiovascular observada. Podría ser, apuntan, por una acción inflamatoria; "pero eso habrá que validarlo en un ensayo clínico aleatorio", apunta por su parte Enrique Galve, presidente de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Tanto Galve como el doctor García Ribas explican que lo que sí se sabía hasta ahora es que estos inhibidores de la colinesterasa bajan el ritmo cardiaco de los pacientes. "Esto es algo que también hacen algunos de los fármacos que usamos para tratar la enfermedad isquémica, que ponen el corazón en una especie de 'ralentí'", explica el cardiólogo; "si los fármacos para el Alzheimer logran el mismo efecto, tal vez ahí radique su efecto protector".
Aunque todas estas explicaciones entran dentro del terreno de la especulación, los tres especialistas españoles coinciden en que el trabajo abre una nueva vía de investigación que dará que hablar en el futuro. "Para nosotros la noticia es bienvenida", apunta el doctor Galve; "el tema tendrá recorrido en el futuro porque el envejecimiento de la población hace del Alzheimer un tema de creciente interés".
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